Disputa por el Senado con obstáculos
Los pactos por los cargos de la mesa directiva del Senado que se hacen al inicio de cada legislatura suelen romperse, tradicionalmente, luego de dos periodos.
Eso ocurre por distintas causas pero en general porque, terminado el segundo año de gestión, comienza el declive político y la menor influencia del Presidente de la República de turno.
El pacto que se hizo en el Senado al inicio del actual periodo entre colorados cartistas y abdistas con los liberales llanistas establecía una rotación en el cargo que se cumplió el año pasado cuando Blas Llano tomó la posta que dejó Silvio “Beto” Ovelar. Pero este año, en el que supuestamente le tocaba a un cartista, ya no se respetará.
El motivo, en líneas generales, es que la coyuntura política de dos años a esta parte cambió. “Icambiante la política”, dice el dicho paraguayo.
Más específicamente ocurre que, cerca ya de cumplirse la mitad del mandato presidencial, comienzan a acomodarse las piezas en el tablero político de cara a las elecciones internas y municipales del 2021 y a las generales del lejano-cercano 2023.
El cartismo no está en condiciones ahora de exigir el cumplimiento del pacto, porque se encuentra disminuido en su número y en su influencia en el Senado.
En cambio, para Blas Llano retener la presidencia de la cámara se ha convertido en una cuestión vital para seguir contando con un espacio de poder real desde donde sostener su disputa interna con las autoridades del PLRA, en particular con el presidente Efraín Alegre.
Para abonar sus aspiraciones, Llano cuenta con sus buenas relaciones tanto con Abdo Benítez como con Horacio Cartes.
Sin embargo, en el oficialismo consideran que corresponde que haya una alternancia. El problema es que no hay acuerdo entre ellos sobre quién debe ser el candidato y además, sin el respaldo de la bancada llanista, no tienen los números para elegir a su eventual candidato.
Silvio “Beto” Ovelar, uno de los colorados oficialistas que aspira a volver al cargo de presidente que ya ocupó en el periodo 2018/2019, también tiene buenas relaciones con Abdo Benítez y con Cartes. Pero, ante la postura de Llano de buscar su reelección, no tienen margen para encontrar los votos que necesita en las bancadas de la oposición.
Por su parte, el otro candidato oficialista, Óscar Salomón, no tiene las buenas relaciones con el cartismo y no tiene todos los votos en su bancada, pero sí cuenta con algún margen para buscar votos entre senadores de la oposición. Igualmente, hasta ahora, los números “no le dan”.
La reelección del cartista Pedro Alliana en la Cámara de Diputados –jugada que tuvo el evidente guiño de Abdo Benítez en contra de las aspiraciones del oficialista Arnaldo Samaniego– habilitó también a Llano a plantear una suerte de equilibrio para que el Senado sea presidido por un opositor.
No obstante, entre las bancadas de la oposición desconfían de la calidad de “opositor” de Llano, aludiendo a que nunca dudó en pactar con cartistas, abdistas o con quien sea para acceder o conservar espacios de poder.
La posibilidad de un acuerdo de los 28 senadores de la oposición, dispersos en 6 bancadas, para ocupar la mesa directiva, como proponen Patria Querida (derecha) y el Frente Guasu (izquierda) choca con el muro de la “realpolitik” de las viejas diferencias e inmemoriales enfrentamientos, particularmente en el PLRA.
La fórmula que destrabe esta situación vendrá, probablemente, más por el lado de un astuto reparto de comisiones y/o compromisos para otros cargos futuros, antes que por cuestiones doctrinarias, de principios ideológicos o consideraciones sobre lo mas conveniente en estos tiempos para los intereses de la ciudadanía paraguaya.