ABC Color

Se crean más comisiones inútiles mientras el lago Ypacaraí agoniza.

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Nuestro diario se ha venido oponiendo a que, cuando una o más institucio­nes no ejercen sus atribucion­es, se conformen nuevas comisiones supuestame­nte para solucionar los problemas, lo que suele concluir en un fiasco mayor, pues lo que cada una de ellas no puede solucionar, tampoco pueden resolverlo en conjunto. Los nuevos grupos creados solo representa­n más gastos para el contribuye­nte. Pero esa experienci­a se sigue repitiendo, como ocurrió a principios de año cuando en el ámbito del MOPC se creó la pomposa Comisión Nacional de Gestión y Manejo del Lago Ypacaraí (Conalaypa), que a casi medio año de gestión no ha hecho nada apreciable. Lamentable­mente, nadie hace un mea culpa, sino que se dedican a tirar la pelota en una y otra cancha, una vieja táctica entre organismos superpuest­os que no se animan a tomar decisiones, sea por inutilidad, desinterés o corrupción. Estamos en el mismo callejón sin salida de siempre. Más ministerio­s, más comisiones, más estudios, mientras el lago agoniza.

Nuestro diario se ha venido oponiendo a que, cuando una o más institucio­nes no ejercen sus atribucion­es, se conformen nuevas comisiones supuestame­nte para solucionar los problemas, lo que suele concluir en un fiasco mayor, pues lo que cada una de ellas no pueden solucionar, tampoco pueden resolverlo en conjunto. Los nuevos grupos creados solo representa­n más gastos, pues si bien sus integrante­s no cobrarían remuneraci­ones adicionale­s, siempre están los viáticos y combustibl­es, y a veces nuevas oficinas con sus respectivo­s insumos. Pero esa experienci­a se sigue repitiendo, como ocurrió a principios de año cuando en el ámbito del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones (MOPC) se creó la pomposa Comisión Nacional de Gestión y Manejo del Lago Ypacaraí (Conalaypa), que en casi medio año de gestión no ha hecho nada apreciable.

En una reciente convocator­ia a la prensa, con el objetivo de “actualizar” los datos sobre el supuesto “avance” de los proyectos de “recuperaci­ón” del lago Ypacaraí, el titular del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), Ariel Oviedo, recordó que se trata de un área protegida con categoría de Reserva de Recursos Manejados. Al respecto, dijo que la Ley Nº 352/94 “De áreas silvestres protegidas”, dispone que “todo proyecto de obras públicas y privadas que afecte el área protegida, en su zona o en su amortiguam­iento, deberá contar con un Estudio de Impacto Ambiental (EIA)”. Aseguró que la institució­n que encabeza no recibió oficialmen­te ningún proyecto relativo al lago, y refiriéndo­se a las municipali­dades, y a su labor para mejorar ese recurso, expresó sin más que “en vez de hacer plazas deberían hacer dos o tres cuadras de alcantaril­lado sanitario”. Como de sus palabras se desprende que se sigue contaminan­do el lago con los efluentes, ¿no debería el Mades intervenir con firmeza, sancionand­o a los infractore­s o denunciand­o los hechos ante los organismos punitivos competente­s? Pero ¿para qué complicars­e? Al parecer, “dejar hacer, dejar pasar” es el lema de esa autoridad ambiental.

Mientras Ariel Oviedo asegura que no existe proyecto alguno en favor del lago, el intendente de San Bernardino, Luis Aguilar, afirma que el mayor obstáculo a las iniciativa­s locales ha sido precisamen­te el Mades, que “no hace, ni deja hacer nada para salvar el lago”. Aún más, sobre los dichos del ministro de que la propuesta del intendente de dragar el lago perseguía solo un fin inmobiliar­io, este expresó que “no puede mentir de esa manera”.

Traemos a colación estos fuertes desencuent­ros para demostrar que el coordinado­r de Conalaypa, Renato Maas ,al parecer, vive en otro mundo, porque, según declaró, no existe choque alguno entre el Mades, la Conalaypa y la Municipali­dad de San Bernardino. Si no sabe lo que pasa a su alrededor, poco se puede esperar de esta comisión creada para “gestionar y manejar” lo concernien­te a ese importante recurso natural y turístico. Y nos preguntamo­s además, ¿qué dirá al respecto el también inoperante titular del MOPC, Arnoldo Wiens, en cuya cartera se creó la comisión?

No debería sorprender que estemos otra vez ante un nuevo grupo de trabajo concebido para hacer creer que “algo” se está haciendo en favor del lago, como viene ocurriendo desde hace al menos cuatro décadas. La cuestión es que, como señalamos, cada nueva gestión implica siempre gastos para el contribuye­nte. Renato Maas, un funcionari­o del MOPC con cargo indefinido, con un salario cercano a los 20 millones de guaraníes, informó que se están haciendo algunos trabajos no estructura­les, como el monitoreo de la calidad del agua. Y aquí, de nuevo la pregunta: ¿no realizan esta misma labor otras institucio­nes, como la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) del Ministerio de Salud y otras entidades especializ­adas?

Lamentable­mente, nadie hace un mea culpa, sino que se dedican a tirar la pelota en una y otra cancha, una vieja táctica entre organismos superpuest­os que no se animan a tomar decisiones, sea por inutilidad, desinterés o corrupción.

Vale recordar que el art. 1 de la Ley Nº 6123/18, por la cual se elevó a la antigua Secretaría del Ambiente (Seam) al rango de ministerio, faculta a este a “diseñar, establecer, supervisar, fiscalizar y evaluar la Política Ambiental Nacional”, con el fin de llevar a término los postulados constituci­onales que garanticen el desarrollo nacional, y así precautela­r un medio ambiente de calidad para presentes y futuras generacion­es. El Mades no está allí solo para aprobar o rechazar estudios de impacto ambiental, elaborados por lucrativas consultorí­as especializ­adas, sino para diseñar las mejores estrategia­s para conseguir los fines mencionado­s.

De esta manera, el Mades, a fin de justificar su inacción, esgrime el argumento de que se necesita un estudio de impacto ambiental. Ciertament­e, este punto no es discutible. Pero, si tal fuera el caso, ¿no pudo consensuar acciones con las demás institucio­nes involucrad­as para salvar ese inconvenie­nte, en vez de paralizar por meses las posibles iniciativa­s, como si los demás agentes no estuvieran detrás del mismo objetivo? Por tanto, es censurable el poco tino del Mades para acompañar e impulsar el mencionado estudio y la prosecució­n de las eventuales acciones.

Lamentable­mente, la comisión propuesta por el MOPC con la anunciada idea de promover la coparticip­ación –ante la ineficienc­ia del Mades y otras institucio­nes y grupos de trabajo que desde hace años deberían haber buscado soluciones para el lago– no da hasta hoy esperanza alguna de que vaya a alcanzar ese objetivo. Navega en las mismas aguas de la inoperanci­a que iniciativa­s anteriores.

El ministro Oviedo tiene razón al afirmar que el problema no radica principalm­ente en el mismo lago –si bien en su lecho anidan toneladas de fangos fétidos–, sino más bien en la cuenca, de donde proviene casi la totalidad de la inmundicia de los 21 municipios aportantes de efluentes cloacales y desechos industrial­es. Entonces, conociendo el origen del problema, ¿por qué el Mades no impulsa las medidas punitivas de rigor?

Estamos así en el mismo callejón sin salida de siempre. Más ministerio­s, más comisiones, más estudios, mientras el lago agoniza.

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