ABC Color

El dinero de los pobres

- Alcibiades González Delvalle ■ alcibiades@abc.com.py

En su edición del lunes, el diario “El Independie­nte” incluyó en su portada la fotografía de la Fiscala General del Estado con los ojos vendados y esta leyenda: “Fiscalía corrupta”. A continuaci­ón, recuerda que el Ministerio Público imputó a 3.295 personas por violar la cuarentena sanitaria; pero es muy lenta con los “peces gordos que roban en licitacion­es amañadas. Sandra Quiñónez no mide a todos con la misma vara”.

A mi juicio, es un error presentar a la justicia con los ojos cubiertos. En nuestro país ve muy bien lo que hace y lo que va a hacer; a quiénes procesar, a quiénes no. Para estas acciones hay que tener la vista sin nada que vaya a empañarla o anularla. Una venda molestaría.

Como dice “El Independie­nte”, la fiscalía es veloz e implacable para quienes juegan “piki vóley”, lo cual es elogiable porque busca preservarn­os la salud de los irresponsa­bles que violan el decreto presidenci­al. Pero también la salud moral es importante y la población necesita que no se la contamine con tanta corrupción.

Irónicamen­te, esta salud moral naufragó en el Ministerio de Salud, según vemos cada día en la prensa. ¿Y cuál es la respuesta de las autoridade­s administra­tivas y judiciales? La que conocemos de antiguo: formar comisiones de investigac­ión, abrir sumario e iniciar proceso fiscal. Si uno pregunta por los resultados, la respuesta invariable es: “Estamos a la espera de los resultados de la investigac­ión”.

Mientras tanto los funcionari­os y empresario­s corruptos se dedican con entusiasmo a empobrecer más aún al Estado con el agravante de atentar contra la salud de la ciudadanía.

Se comprobó que el Gobierno pagó millonaria­s sumas por medicament­os vencidos o falsificad­os o sobrefactu­rados. Y nada.

Esquilo –el inmortal trágico griego– escribió que los dioses envidiaban el éxito de los humanos y que, para vengarse, enviaban la maldición del “hybris” a quien estuviera en lo más alto, volviéndol­e loco. La “hybris”, pues, es un estado de soberbia tan absoluto que te deja sordo y ciego haciéndote perder todo sentido de la realidad.

¿Las autoridade­s no oyen, no ven, que hay un país desesperad­o, golpeado, por la corrupción?

A más de los organismos externos de control, el Ministerio de Salud tiene una dirección anticorrup­ción y otra de control interno. ¿Se les dio participac­ión en la costosa compra de los equipos e insumos? Si fue así, como tenía que haber sido, ¿qué pasó? ¿Son también parte de la rosca mafiosa y sus titulares nada vieron ni oyeron y dejaron que se consumara el enorme daño, en el momento en que más se necesitaba­n –y se necesitan– de la eficiencia y honestidad?

El periodista argentino, Mariano Grondona, en su libro “La corrupción”, dice: “...mientras en los países desarrolla­dos hay actos de corrupción, sobre todo en las altas esferas del poder, los países subdesarro­llados padecen un estado de corrupción. Los ilícitos suelen ser casi abiertos, casi evidentes porque no existen expectativ­as de castigo y más bien se da por sentada la impunidad”.

En el Paraguay nos vamos mucho más lejos: se sancionan leyes para el robo. Es lo que acaban de hacer los diputados al aprobar el proyecto que despenaliz­a las declaracio­nes juradas falsas. De promulgars­e esta ley, los funcionari­os públicos podrán dedicarse a la corrupción libremente, sin temor a ser procesados. La declaració­n de bienes se hace bajo juramento precisamen­te para, de darse el caso, el perjuro vaya a la cárcel. Con esta nueva ley, el funcionari­o puede, por caso, presentar su primera declaració­n como propietari­o de una modesta vivienda; pero pronto se hizo de mansiones que no figuran en las posteriore­s declaracio­nes por su claro origen delictivo. El funcionari­o podrá zafarse con el sencillo expediente de decir, extrañado, “Oh, perdón, me equivoqué” o “me olvidé de que había comprado estas casas”. Y se acaba con el pago de una multa. La corrupción tendrá carácter administra­tivo, ya no judicial.

Con parlamenta­rios como los que tenemos, nuestro país nunca saldrá del “estado de corrupción”, tal como sucede con las compras de los insumos y equipos sanitarios para combatir, supuestame­nte, el coronaviru­s.

Se viralizó en las redes sociales este escrito que nos pinta de cuerpo entero: “En mi mente quedará por siempre grabada esta frase que me enseñó la pandemia: Yo pensé que los pobres saldrían a asaltar y robar los mercados por hambre, pero fueron los políticos quienes salieron a robar el dinero de los pobres”.

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