El dinero de los pobres
En su edición del lunes, el diario “El Independiente” incluyó en su portada la fotografía de la Fiscala General del Estado con los ojos vendados y esta leyenda: “Fiscalía corrupta”. A continuación, recuerda que el Ministerio Público imputó a 3.295 personas por violar la cuarentena sanitaria; pero es muy lenta con los “peces gordos que roban en licitaciones amañadas. Sandra Quiñónez no mide a todos con la misma vara”.
A mi juicio, es un error presentar a la justicia con los ojos cubiertos. En nuestro país ve muy bien lo que hace y lo que va a hacer; a quiénes procesar, a quiénes no. Para estas acciones hay que tener la vista sin nada que vaya a empañarla o anularla. Una venda molestaría.
Como dice “El Independiente”, la fiscalía es veloz e implacable para quienes juegan “piki vóley”, lo cual es elogiable porque busca preservarnos la salud de los irresponsables que violan el decreto presidencial. Pero también la salud moral es importante y la población necesita que no se la contamine con tanta corrupción.
Irónicamente, esta salud moral naufragó en el Ministerio de Salud, según vemos cada día en la prensa. ¿Y cuál es la respuesta de las autoridades administrativas y judiciales? La que conocemos de antiguo: formar comisiones de investigación, abrir sumario e iniciar proceso fiscal. Si uno pregunta por los resultados, la respuesta invariable es: “Estamos a la espera de los resultados de la investigación”.
Mientras tanto los funcionarios y empresarios corruptos se dedican con entusiasmo a empobrecer más aún al Estado con el agravante de atentar contra la salud de la ciudadanía.
Se comprobó que el Gobierno pagó millonarias sumas por medicamentos vencidos o falsificados o sobrefacturados. Y nada.
Esquilo –el inmortal trágico griego– escribió que los dioses envidiaban el éxito de los humanos y que, para vengarse, enviaban la maldición del “hybris” a quien estuviera en lo más alto, volviéndole loco. La “hybris”, pues, es un estado de soberbia tan absoluto que te deja sordo y ciego haciéndote perder todo sentido de la realidad.
¿Las autoridades no oyen, no ven, que hay un país desesperado, golpeado, por la corrupción?
A más de los organismos externos de control, el Ministerio de Salud tiene una dirección anticorrupción y otra de control interno. ¿Se les dio participación en la costosa compra de los equipos e insumos? Si fue así, como tenía que haber sido, ¿qué pasó? ¿Son también parte de la rosca mafiosa y sus titulares nada vieron ni oyeron y dejaron que se consumara el enorme daño, en el momento en que más se necesitaban –y se necesitan– de la eficiencia y honestidad?
El periodista argentino, Mariano Grondona, en su libro “La corrupción”, dice: “...mientras en los países desarrollados hay actos de corrupción, sobre todo en las altas esferas del poder, los países subdesarrollados padecen un estado de corrupción. Los ilícitos suelen ser casi abiertos, casi evidentes porque no existen expectativas de castigo y más bien se da por sentada la impunidad”.
En el Paraguay nos vamos mucho más lejos: se sancionan leyes para el robo. Es lo que acaban de hacer los diputados al aprobar el proyecto que despenaliza las declaraciones juradas falsas. De promulgarse esta ley, los funcionarios públicos podrán dedicarse a la corrupción libremente, sin temor a ser procesados. La declaración de bienes se hace bajo juramento precisamente para, de darse el caso, el perjuro vaya a la cárcel. Con esta nueva ley, el funcionario puede, por caso, presentar su primera declaración como propietario de una modesta vivienda; pero pronto se hizo de mansiones que no figuran en las posteriores declaraciones por su claro origen delictivo. El funcionario podrá zafarse con el sencillo expediente de decir, extrañado, “Oh, perdón, me equivoqué” o “me olvidé de que había comprado estas casas”. Y se acaba con el pago de una multa. La corrupción tendrá carácter administrativo, ya no judicial.
Con parlamentarios como los que tenemos, nuestro país nunca saldrá del “estado de corrupción”, tal como sucede con las compras de los insumos y equipos sanitarios para combatir, supuestamente, el coronavirus.
Se viralizó en las redes sociales este escrito que nos pinta de cuerpo entero: “En mi mente quedará por siempre grabada esta frase que me enseñó la pandemia: Yo pensé que los pobres saldrían a asaltar y robar los mercados por hambre, pero fueron los políticos quienes salieron a robar el dinero de los pobres”.