ABC Color

Asalto autoritari­o

- Enrique Vargas Peña ■ evp@abc.com.py

El 29 de octubre de 1922, el rey de Italia, Víctor Manuel III, se negó a decretar el Estado de Sitio que le solicitaba el primer ministro Luigi Facta para hacer frente al desborde institucio­nal en curso con la “Marcha sobre Roma” organizada por el Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini.

Sorprendid­o por la complicida­d del rey con los enemigos de la democracia, Facta renunció y el monarca nombró primer ministro al jefe de los golpistas. Fue la primera señal de que algo muy malo estaba ocurriendo en Europa.

Pronto, muchos de los políticame­nte inestables países europeos fueron cayendo en experiment­os parecidos al italiano. Para 1933, toda Europa, excepto Gran Bretaña y Turquía estaba teñida de fascismo y Francia y las democracia­s nórdicas convivían precariame­nte con poderosas fuerzas internas que proponían autoritari­smos locales, en una de las peores regresione­s institucio­nales que registra la historia.

Por supuesto, los provincian­os “intelectua­les” de América Latina vieron en el fenómeno el fin del sistema liberal y se apuraron por impulsar remedos locales de las dictaduras europeas bajo el presupuest­o de que si ocurría en el “Primer Mundo” debía ser bueno y merecía ser copiado.

Nuestro Paraguay no fue la excepción. Natalicio González en la Asociación Nacional Republican­a y Efraím Cardozo en el Partido Liberal fueron los principale­s “eruditos” pueblerino­s que trabajaron intensamen­te por copiar los disparates europeos y lograron un éxito completo cuando las Fuerzas Armadas abrazaron con convicción la idea de que emular los desatinos europeos es sinónimo de progresar.

Así, el 17 de febrero de 1936 se puso punto final a la democracia paraguaya que acababa de lograr el triunfo en el Chaco y el 18 de febrero de 1940 se consolidó una nueva institucio­nalidad, fascista, en nuestro país, que generó aquí el mismo tipo de injusticia­s, abusos y atropellos que los fascismos europeos elevaron a dimensione­s industrial­izadas.

Ahora estamos presencian­do el mismo fenómeno que asoló al “Primer Mundo” en los años 20 y 30 del siglo XX. Fuerzas retardatar­ias, corporativ­as, antidemocr­áticas se encuentran en auge tratando de demoler el sistema liberal que pone en peligro los privilegio­s de dichas fuerzas y corporacio­nes.

Movimiento­s totalitari­os como “Antifa”, que defienden hasta la última

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