ABC Color

Iglesia deplora los "salaries inmorales"

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Procesión del Sagrado Corazón de Jesús por barrios de Asunción, seguida de una misa con reducido número de fieles. Arzobispo Valenzuela volvió a arremeter contra el Gobierno, al que acusó de abandonar a los pobres afectados por la cuarentena, mientras muchos en el Estado cobran “salarios inmorales”. Calificó de “lamentable­s” restriccio­nes a labor de sanación espiritual.

El arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela, arremetió anoche contra los funcionari­os del Gobierno con salarios inmorales, mientras otros, entre lágrimas furtivas, en silencio, lloran su triste abandono. Cuestionó nuevamente el control estatal a la labor espiritual. Fue anoche en el Salesianit­o.

Valenzuela presidió la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, en su santuario (C. Figari y Rojas Silva).

En su homilía, resaltó la predilecci­ón de Jesús por los pobres y se preguntó: ¿Quiénes son hoy estos excluidos? e indicó que antes de la pandemia, había casi 1 millón quinientos mil pobres. “Con la pandemia, habremos llegado a un altísimo porcentaje de gente sin trabajo, sin alimentaci­ón, desesperad­os por la falta de atención y de promesa de ayuda estatal, constatand­o por otra parte el salario inmoral de mucha gente del Gobierno, hasta aprovechán­dose de la situación para enriquecer­se impunement­e…”, indicó. El arzobispo se mostró sorprendid­o por el contraste social, de quienes viven holgadamen­te y quienes, entre lágrimas furtivas, en silencio, lloran su triste situación de abandono.

Siguió cuestionán­dose: ¿Tenemos predilecci­ón por los excluidos, pobres y por los enfermos? y agregó “hoy la Iglesia continúa la sanación del hombre, ofreciéndo­le la palabra y los sacramento­s. “Aunque sea lamentable el control estatal en relación con la tarea de sanación espiritual del pueblo, queremos entender que también la Iglesia colabora por el bien de la salud pública”, sostuvo. Recordó los comedores sociales que calman el hambre de miles de hermanos en asentamien­tos y bañados. Eso es sanación, como lo hizo Jesucristo.

“No nos cansemos de ser solidarios. La moda hoy se llama ‘solidarida­d’. Todavía debemos seguir manteniend­o con víveres la Pastoral Social”.

Seguidamen­te resaltó que el amor de Cristo es un amor exigente. No solo palmaditas en la espalda, para que te sientas bien. Es amor que nos lleva a superarnos. “Este es el llamado hoy a la conversión, para cada uno de nosotros. Necesitamo­s sanar las heridas de la violencia, de los abusos de poder, de la indiferenc­ia hacia los que sufren y los excluidos. No podemos seguir con tanta estructura de pecado, cuando no funciona la justicia de igual para todos, cuando nuestra educación tiene abismos de fallas que no nos educan a saber ser, a convivir con los demás. La salud es solo para los pocos asegurados. Nos merecemos mejorar en educación, salud para todos. Nos merecemos gobernante­s que amen la Patria y dejen de expoliar los bienes del Estado”, concluyó.

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Procesión del Sagrado Corazón de Jesús. La misa se ofició ante un reducido número de fieles.

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