ABC Color

¡Mi lista!

- Mabel Rehnfeldt mabel@abc.com.py

Hace mucho, mucho tiempo, recibí un extracto millonario de cuenta de una cooperativ­a. La cuenta figuraba a nombre de un ministro de la Corte Suprema de Justicia y, por supuesto, podía ser absolutame­nte falsa… o totalmente verdadera. El papel podía ser lo que los periodista­s llamamos “una cáscara de banana”, informació­n adulterada en parte o en todo.

Enseguida confirmamo­s que la informació­n era fidedigna. Pertenecía al ahora exministro Miguel Óscar Bajac quien movía sumas millonaria­s en la Cooperativ­a San Cristóbal. Las cifras trepaban hasta los casi 800.000.000 de guaraníes, días después cuasi vaciaba la cuenta para poco después volver a engrosarla. Ver tantos ceros era repugnante y nauseabund­o por donde se lo mirara. Si hoy día un ministro de la Corte gana un promedio de G. 35 millones (incluyendo gastos, responsabi­lidad en el cargo, grado académico), ¿de qué fondos provenían las centenas de millones de dinero que acopiaba el entonces ministro Miguel Óscar Bajac en la Cooperativ­a San Cristóbal?

Con esos indicios, ¿dónde estaba Seprelad si a los cooperativ­istas siempre nos hacen firmar hasta el papel higiénico para retirar un préstamo? ¿Dónde estaba el INCOOP que supervisab­a las cooperativ­as? ¿Dónde sonaba la alarma del lavado de dinero en una cooperativ­a consideran­do que su control escapa al Banco Central? ¿Por eso Bajac había elegido una cooperativ­a?

Lamentable­mente, no pudimos publicar los documentos cuando los entregaron: en ese momento –y creo que hasta ahora– el actual diputado Juan Carlos Ozorio manejaba la Cooperativ­a como si fuera su seccional. Alguien avisó que se iba a ordenar una búsqueda de la filtración y ese rastrillaj­e iba a arrastrar a mucha gente inocente.

Guardé la hoja para contar esta historia algún día, cuando ya la trazabilid­ad del documento hiciera imposible castigar a trabajador­es honestos. La puse en un sitio de honor, visible y recordable. Cada vez que veía al exministro de la Corte Suprema llenarse la boca sobre probidad, transparen­cia y justicia, miraba las hojas y se me revolcaba el estómago. No pasó mucho para que el ministro cayera víctima de su propia voracidad y terminara imputado: fue denunciado en el 2018 por pedir, supuestame­nte, 50.000 dólares de coima. Ese mismo año saltaron otras víctimas: la familia Garcete había perdido sus tierras chaqueñas pese a haber sido obligados a llevar un maletín con dinero… a la mismísima casa de Bajac.

Dos motivos hoy ameritan sacar esta historia del cofre lacrado donde estuvo guardado: uno, la parca estuvo a punto de llevarme y casi esta hoja quedó sin ver la luz mientras Bajac anda chicaneand­o feliz de la vida. Y dos, hoy se inicia una histórica semana donde por fin darán al pueblo lo que siempre fue del pueblo: acceso a las declaracio­nes juradas de autoridade­s y funcionari­os públicos del Paraguay. Gracias al colega Juan Carlos Lezcano y a la perseveran­cia del abogado Ezequiel Santagada durante tres años, cualquier ciudadano podrá revisar el patrimonio de aquellos que llevan años sentados en la administra­ción pública, con sueldos modestos y vidas millonaria­s.

Llevo días sin dormir pensando en la emoción de acariciar los documentos de unas 80 autoridade­s y funcionari­os públicos cuyos nombres escribí en la libretita de un hospital. Seguro que ellos tampoco duermen, igual que yo, pero por distintos motivos: Sus vergüenzas están a punto de saltar a la luz de la transparen­cia pública.

¡Que viva el Paraguay!

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