ABC Color

Problemas, pese a una oposición desarmada

- Marcos Cáceres Amarilla mcaceres@abc.com.py

El reinicio del periodo ordinario de sesiones de las cámaras legislativ­as ayer 1 de julio, con un nuevo presidente del Congreso, no implica necesariam­ente cambios en el escenario político: seguiremos con un Partido Colorado más o menos unido por necesidad e intereses y una oposición fragmentad­a, sin rumbo cierto. Un panorama que da ventajas al Ejecutivo pese a sus evidentes debilidade­s.

En la Cámara de Diputados la reelección del colorado cartista Pedro Alliana mantendrá el statu quo. La exclusión de los colorados oficialist­as de la mesa directiva en esa cámara es atribuible a un mal cálculo del samaniegui­smo antes que a un quiebre entre las bancadas de la ANR.

El cartismo seguirá manejando los hilos en la Cámara Baja y será el reaseguro para los intereses de su líder. Los colorados pondrán en vigencia su aplanadora de votos, cuando las circunstan­cias lo pidan. Seguirá mas o menos campante la impunidad para los parlamenta­rios e intendente­s “amigos” a menos que la presión social los obligue, en algunos casos puntuales.

La oposición, en esa cámara, continuará con sus denuncias, pero con pocas posibilida­des de influir en las decisiones, a menos que en algún momento asome algún conflicto entre las bancadas coloradas.

En el Senado, la asunción de Óscar Rubén “Cachito” Salomón como presidente, con el respaldo de votos de su partido y de la oposición, no puede verse ni de lejos como el nacimiento de un nuevo bloque contestata­rio al oficialism­o.

Salomón jugó hábilmente con las debilidade­s de sus adversario­s en la disputa por la presidenci­a. No pactó con sectores de la oposición en base a un paquete de proyectos ni menos aún un programa político que pueda verse como un intento de contrapeso al Ejecutivo.

El nuevo presidente del Senado juntó los votos que necesitaba para ser electo apelando al rechazo que despertaba el cartismo en algunos sectores de la oposición.

Salomón dijo, luego de su elección, que había un distanciam­iento del presidente Mario Abdo Benítez con el Congreso, lo cual se puede tomar como un anuncio de que él se ve como una suerte de componedor que no venía siendo el anterior titular, Blas Llano, quien había llegado al cargo con el respaldo oficialist­a.

En el Senado, los colorados aún juntos están lejos de ser mayoría. Sin embargo, esto no se constituye en un problema para el Ejecutivo a la hora de aprobar sus proyectos.

Los partidos de la oposición en la Cámara de Senadores no tienen un proyecto común ni siquiera en líneas generales. En algunos casos, inclusive, tienen posturas antagónica­s.

Ideológica­mente, algunos sectores de la oposición, como Patria Querida, Hagamos y un sector del PLRA están más cercanos al Ejecutivo que a los otros partidos de oposición.

En tanto, el Ejecutivo está lejos de tener una política de Estado coherente. A esta altura de su administra­ción cuesta decir cuáles son sus objetivos, más allá de tratar de apagar incendios aquí y allá.

En su mensaje de ayer al Congreso y al país se notó en el mandatario esa falta de rumbo con la enumeració­n habitual de obras y supuestos logros, sin aludir el creciente nivel de endeudamie­nto público de nuestro país ni ninguno de los problemas, como si no existieran.

El presidente eligió evitar responder con sinceridad y realismo a los muchos cuestionam­ientos que se le plantean en estos días, especialme­nte por qué no combate con firmeza la corrupción que existe en algunos sectores concretos de su administra­ción.

Así las cosas, por más que no deba lidiar con una oposición política unificada y coherente en el Congreso, sus desacierto­s, su inacción y la reacción popular pueden pasarle factura más pronto que tarde.

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