Problemas, pese a una oposición desarmada
El reinicio del periodo ordinario de sesiones de las cámaras legislativas ayer 1 de julio, con un nuevo presidente del Congreso, no implica necesariamente cambios en el escenario político: seguiremos con un Partido Colorado más o menos unido por necesidad e intereses y una oposición fragmentada, sin rumbo cierto. Un panorama que da ventajas al Ejecutivo pese a sus evidentes debilidades.
En la Cámara de Diputados la reelección del colorado cartista Pedro Alliana mantendrá el statu quo. La exclusión de los colorados oficialistas de la mesa directiva en esa cámara es atribuible a un mal cálculo del samanieguismo antes que a un quiebre entre las bancadas de la ANR.
El cartismo seguirá manejando los hilos en la Cámara Baja y será el reaseguro para los intereses de su líder. Los colorados pondrán en vigencia su aplanadora de votos, cuando las circunstancias lo pidan. Seguirá mas o menos campante la impunidad para los parlamentarios e intendentes “amigos” a menos que la presión social los obligue, en algunos casos puntuales.
La oposición, en esa cámara, continuará con sus denuncias, pero con pocas posibilidades de influir en las decisiones, a menos que en algún momento asome algún conflicto entre las bancadas coloradas.
En el Senado, la asunción de Óscar Rubén “Cachito” Salomón como presidente, con el respaldo de votos de su partido y de la oposición, no puede verse ni de lejos como el nacimiento de un nuevo bloque contestatario al oficialismo.
Salomón jugó hábilmente con las debilidades de sus adversarios en la disputa por la presidencia. No pactó con sectores de la oposición en base a un paquete de proyectos ni menos aún un programa político que pueda verse como un intento de contrapeso al Ejecutivo.
El nuevo presidente del Senado juntó los votos que necesitaba para ser electo apelando al rechazo que despertaba el cartismo en algunos sectores de la oposición.
Salomón dijo, luego de su elección, que había un distanciamiento del presidente Mario Abdo Benítez con el Congreso, lo cual se puede tomar como un anuncio de que él se ve como una suerte de componedor que no venía siendo el anterior titular, Blas Llano, quien había llegado al cargo con el respaldo oficialista.
En el Senado, los colorados aún juntos están lejos de ser mayoría. Sin embargo, esto no se constituye en un problema para el Ejecutivo a la hora de aprobar sus proyectos.
Los partidos de la oposición en la Cámara de Senadores no tienen un proyecto común ni siquiera en líneas generales. En algunos casos, inclusive, tienen posturas antagónicas.
Ideológicamente, algunos sectores de la oposición, como Patria Querida, Hagamos y un sector del PLRA están más cercanos al Ejecutivo que a los otros partidos de oposición.
En tanto, el Ejecutivo está lejos de tener una política de Estado coherente. A esta altura de su administración cuesta decir cuáles son sus objetivos, más allá de tratar de apagar incendios aquí y allá.
En su mensaje de ayer al Congreso y al país se notó en el mandatario esa falta de rumbo con la enumeración habitual de obras y supuestos logros, sin aludir el creciente nivel de endeudamiento público de nuestro país ni ninguno de los problemas, como si no existieran.
El presidente eligió evitar responder con sinceridad y realismo a los muchos cuestionamientos que se le plantean en estos días, especialmente por qué no combate con firmeza la corrupción que existe en algunos sectores concretos de su administración.
Así las cosas, por más que no deba lidiar con una oposición política unificada y coherente en el Congreso, sus desaciertos, su inacción y la reacción popular pueden pasarle factura más pronto que tarde.