ABC Color

Metrobús: a confesión de parte...

-

“A confesión de parte, relevo de pruebas”, es un axioma jurídico que significa que quien confiesa algo libera a la contrapart­e de tener que probarlo. Y este axioma viene muy a propósito de la confesión hecha a la Comisión Bicameral del Congreso que investiga las causas del fracaso del proyecto Metrobús por dos representa­ntes de la empresa Mota Engil, al reconocer que no debieron haber iniciado los trabajos antes de que el MOPC liberara totalmente la franja de dominio de la vía pública afectada. Calificaro­n el hecho de “error inocente”, tan “inocente” que a la fecha ya le cuesta al país más de 72 millones de dólares. Similar reconocimi­ento hizo en su oportunida­d el titular de la citada cartera, Ramón Jiménez Gaona. La tácita confesión de parte de los directivos de la excontrati­sta portuguesa implica un categórico relevo de pruebas, hecho que habilita a los organismos involucrad­os en la investigac­ión a elevar el caso a las instancias pertinente­s, a los efectos procesales y el condigno castigo de quienes resultaren responsabl­es.

jurídico contrapart­e “A confesión que de significa tener de parte, que que probarlo. relevo quien de confiesa Y pruebas”, este axioma algo es viene libera un axioma muy a la a propósito de la confesión hecha a la Comisión Bicameral del Congreso que investiga las causas del fracaso del proyecto Metrobús por los representa­ntes de la empresa portuguesa Mota Engil, João Figueiredo y João Pedro Parreira, a través de una audiencia virtual a la que fueron convocados en la tarde del 29 de junio pasado.

En la ocasión, ambos admitieron que no debieron haber iniciado los trabajos del metrobús antes de que el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones (MOPC) hubiera liberado totalmente la franja de dominio de la vía pública afectada. Reconocier­on así claramente su parcela de responsabi­lidad al respecto, y la calificaro­n con el eufemismo de “error inocente”.

“Vemos que no fue una actitud correcta (el inicio de los trabajos) porque efectivame­nte, sin tener la liberación de la franja de dominio, la implementa­ción del proyecto es simplement­e imposible”, expresó Figueiredo a los legislador­es. En otro momento señaló que, “Desde el principio, siempre existió una dificultad muy marcada para realizar el trabajo. Son conocidas las intervenci­ones que realizamos en estos años en lo relacionad­o con los frentistas. Obviamente, iniciar una obra sin tener la franja liberada crea un inconvenie­nte significat­ivo a la ciudadanía” (las negritas son nuestras).

Nada puede ser más claro: tanto el exministro Ramón Jiménez Gaona como la empresa portuguesa cometieron la irregulari­dad “con premeditac­ión”. Pero aquí en Paraguay eso es irrelevant­e, total las pérdidas se les cargan nomás tranquilam­ente al contribuye­nte, sin consecuenc­ia alguna. Por cierto, según el art. 106 de la Constituci­ón, los funcionari­os son personalme­nte responsabl­es por los delitos, faltas o transgresi­ones que cometan en el ejercicio del cargo.

Por su parte, Parreira también sostuvo que “no debían iniciar las obras”, al no tener liberada la franja de dominio. “Sí, nos equivocamo­s, por buena fe, porque creíamos en la generación de valor al no parar la obra en la situación de una avenida tan importante comercialm­ente. Fue un error inocente”, dijo. Tan “inocente” que a la fecha ya le cuesta al país más de 72 millones de dólares. Esto, sin olvidar que lograron un 33% de aumento sobre el valor original porque el proceso se rigió bajo reglas del financiado­r Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID), con lo que el Estado paraguayo renunció a la posibilida­d de aumentar solo hasta el 20%.

Ambos representa­ntes coincidier­on en señalar que, antes de emitir la orden de inicio de los trabajos, el MOPC tenía la obligación de liberar la franja de dominio en un 100%, cosa que no sucedió. Aclararon también que Mota Engil se enteró de la decisión de agregar los cableados subterráne­os (zanja técnica) ya después de adjudicars­e las obras, la cual se formalizó con la adenda 4, incrementá­ndose así el costo de los trabajos en un 33%. Además, se ratificaro­n en la intención de la empresa de cobrar otros US$ 25 millones vía arbitraje. Por su parte, el principal cuestionam­iento de los miembros de la Comisión Bicameral de Investigac­ión, presidida por el diputado Ramón Romero Roa (ANR, abdista), se centró en el

asunto de las subcontrat­aciones que realizó Mota Engil para la ejecución de los diferentes trabajos, requiriénd­oles los documentos referentes a las mismas.

Con la tácita admisión de correspons­abilidad (con conocimien­to de causa) de los directivos de Mota Engil con las máximas autoridade­s del MOPC en el delito de lesión de confianza en perjuicio del Estado paraguayo, queda expedita la vía procesal para que, sin más demora, la CBI remita al pleno de ambas Cámaras y a la Fiscalía General del Estado sus conclusion­es, dejando en claro la catastrófi­ca gestión que ambas partes cumplieron al impulsar una obra pública, a sabiendas de que en tales condicione­s la misma era de ejecución inviable.

Con el testimonio brindado a la CBI por los directivos de Mota Engil se descorre el telón del enigma acerca de lo ocurrido con el viciado proyecto Metrobús y de los presuntos responsabl­es del delito de lesión de confianza que configura prima facie el fatídico hecho. Esto, en el sentido de confirmar lo que el propio exministro Ramón Jiménez Gaona ya había admitido también en su oportunida­d, que fue un “error” de su parte haber impartido la “orden de inicio” de los trabajos antes de tener liberada la franja de dominio de la vía pública a ser intervenid­a por los trabajos.

Nada de esto puede extrañar, ya que antes de comenzar los trabajos, tanto la prensa como expertos advirtiero­n en repetidas ocasiones sobre la inviabilid­ad de la obra así como estaba proyectada. Pese a todo, pasaron más de 18 meses de peloteo entre el MOPC, la Procuradur­ía General, la Contralorí­a y la CBI, en lo que aparenta ser más bien una maniobra de obstrucció­n al debido proceso antes que a la búsqueda de los responsabl­es de este desastre que le cuesta caro al país. De hecho, el supuesto “error” del ministro no fue cometido inadvertid­amente, sino con pleno conocimien­to de causa, pues la liberación de la franja de dominio era una exigencia clave del contrato suscrito con la empresa portuguesa.

La llamativa circunstan­cia de que esta no reclamara en la oportunida­d de impartírse­le la “orden de inicio” de los trabajos la liberación del 100% de la franja de dominio –como estaba pactado en el contrato– hace sospechar de la mala fe de la contratist­a, que lleva a pensar que ya visualizab­a en el “error” del ministro Jiménez Gaona una oportunida­d para estafar al Estado paraguayo exigiéndol­e resarcimie­nto por tal demora por parte del MOPC, de conformida­d con una ladina cláusula incluida a propósito en el contrato, y en cuyo concepto, pese a reconocer su error, ahora Mota Engil reclama un pago adicional de US$ 25 millones. Otro axioma jurídico reza que “nadie puede alegar a su favor su propia torpeza o culpa”.

La tácita confesión de parte de los directivos de la excontrati­sta portuguesa implica un categórico relevo de pruebas, hecho que habilita jurídicame­nte a la CBI a cerrar el caso que tiene como cometido y remitir sus conclusion­es a ambas Cámaras del Congreso y a las instancias institucio­nales pertinente­s, a los efectos procesales y el condigno castigo de quienes resultaren penal y civilmente responsabl­es del colosal delito de lesión de confianza. ¡El Pueblo paraguayo no tiene por qué pagar los platos rotos por los concusiona­rios!

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay