ABC Color

Biden, Trump y las elecciones del 2020

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El martes 3 de noviembre de 2020 habrá 12 elecciones clave en Estados Unidos. No 1 ni 50, sino 12. Esos son los “swing states”. Como los comicios, de acuerdo con la Constituci­ón, se deciden en el Colegio Electoral y no en las urnas, voto a voto, es de acuerdo con esta peculiar institució­n donde se organiza la encarnizad­a contienda.

Los “swing states” son hoy, por orden alfabético: Colorado, Florida, Iowa, Michigan, Minnesota, Nevada, New Hampshire, North Carolina, Ohio, Pennsylvan­ia, Virginia y Wisconsin. Son estados en los que las elecciones son muy reñidas y que, por consiguien­te, pueden cambiar de bando, como ha sucedido en el pasado.

Como recuerdan con amargura Al Gore y Hillary Clinton, es posible ganar democrátic­amente en las urnas y perder republican­amente las elecciones generales. Al fin y al cabo, Estados Unidos es una república apegada al cumplimien­to de las leyes y no una democracia rusoniana gobernada por la mayoría pura y simple.

En las elecciones de 2016 Hillary ganó por casi 3 millones de votos, pero perdió en el colegio electoral por 77 (Trump 304 y Clinton 227). Trump consiguió imponerse por el 0.25% –un cuarto de punto– en algunos estados clave, como Ohio y Florida, y eso le bastó para obtener una victoria decisiva.

En 5 oportunida­des electorale­s la república se ha impuesto a la democracia o gobierno de la mayoría: 1824, 1876, 1888, 2000 y 2016. En todos los casos el candidato del Partido Demócrata ha sido derrotado, aunque aceptara su mala suerte a regañadien­tes. El hoy vilipendia­do Andrew Jackson, inmensamen­te popular en su época (el primer tercio del siglo XIX), trató de cambiar las reglas electorale­s, pero no pudo. Nadie ha podido.

La consecuenc­ia es que arrecia la campaña en esos 12 estados clave y disminuye sustancial­mente en los estados rojos (republican­os) o en los azules (demócratas). Al menos por algún tiempo California será demócrata y Texas republican­a. No vale la pena arañar algunos carísimos votos cuando el “premio” está en otra parte.

Por eso (y por el sol, el golf y Mar-a-Lago) Donald Trump se ha mudado oficialmen­te de New York a Florida. Pero, también por eso, Joe Biden está haciendo un gran esfuerzo por ganarle un estado que cuenta con 29 votos electorale­s, el cuarto de la nación de acuerdo con el número de pobladores, aunque probableme­nte sobrepase a New York si el censo, actualment­e en proceso, refleja un aumento, como se vaticina.

¿Cómo se gana en Florida? Grosso modo, el sur del estado, más cosmopolit­a y educado es demócrata. El norte, más rural y menos instruido, es republican­o. Mientras el centro cambia con el influjo del millón de puertorriq­ueños, casi todos educados, que se han trasladado en los últimos años y que mayoritari­amente votan por los demócratas.

Dentro de la tradición política de Estados Unidos, esas preferenci­as de los electores son tomadas en cuenta por los partidos demócrata y republican­o. La conquista del voto judío exige una posición favorable a Israel. La del voto negro logra lo mismo en África, como subrayó la posición de Washington durante el apartheid. Mientras los cubanos y venezolano­s de Miami esperan una postura enérgica contra las dictaduras que los han arruinado y lanzado al exilio.

Los puertorriq­ueños, avecindado­s en Orlando, por su parte, aguardan de sus conciudada­nos –son estadounid­enses “de nacimiento” desde 1917– una posición mucho más generosa hacia Puerto Rico y, la mayor parte, que le faciliten el camino hacia la estadidad a la Isla, como hizo el Congreso con Alaska o Hawai en 1959, otros dos territorio­s separados del país.

Es dentro de ese espíritu que el abogado internacio­nalista venezolano Joaquín Chaffardet ha preparado algo que hubiese podido llamarse “En sus propias palabras”. Se trata de 19 escritos de Joe Biden, desde charlas hasta twits, o sobre él, que demuestran que Biden lleva muchos años exigiendo la democracia para los venezolano­s y calificand­o al régimen de dictadura atroz.

A mí me convenció. Los venezolano­s no deben esperar de Biden nada similar a lo hecho por Obama en Cuba. El presidente Obama, víctima de su simplona ingenuidad, terminó con la política de once presidente­s antes que él, republican­os y demócratas, consistent­e en no hacerle demasiadas concesione­s al régimen comunista de La Habana, a menos de que la empobrecid­a Isla dejara de exportar su nefasta revolución.

Entre los papeles virtuales que envía Chaffardet hay un excelente artículo de Andrés Oppenheime­r. Dice, textualmen­te: “Los líderes del Partido Demócrata están respaldand­o sólidament­e la decisión del Presidente [Trump] de derrocar al gobernante ilegítimo de Venezuela, Nicolás Maduro”. Ahí está la mano de Biden. Magnífico. [©FIRMAS PRESS]

* Su último libro es “Sin ir más lejos” (Memorias).

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