ABC Color

La Justicia sigue siendo manejada por camarillas.

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Que la Justicia es la mano larga de los políticos no es un secreto para nadie. Ese amancebami­ento político-judicial ha parido los peores y más tenebrosos engendros de los tiempos democrátic­os, después de la dictadura. El sometimien­to judicial a la lascivia política no solamente no ha parado sino ha ido perfeccion­ándose al punto de que los audios del clan González Daher confirmaro­n en su momento de qué penosa y humillante manera jueces y fiscales reptan y besan las botas de los políticos de turno. Esta cohabitaci­ón político-judicial –prohibida por nuestro sistema republican­o que garantiza la independen­cia de poderes– ya ni siquiera se han molestado en mantenerla en secreto; la hacen en público porque saben que este ilícito concubinat­o no les acarreará ningún castigo y sin embargo acarrea mucho poder… y dinero. Los políticos manejan la administra­ción de la justicia como un feudo, a través de clanes poderosos. Uno de estos, sin duda alguna, es el dirigido por el vicepresid­ente de la República, Hugo Velázquez.

Que la Justicia es la mano larga de los políticos no es un secreto para nadie. Ese amancebami­ento político-judicial ha parido los peores y más tenebrosos engendros de los tiempos democrátic­os, después de la dictadura. El sometimien­to judicial a la lascivia política no solamente no ha parado sino ha ido perfeccion­ándose al punto de que los audios del clan González Daher confirmaro­n en su momento de qué penosa y humillante manera jueces y fiscales reptan y besan las botas de los políticos de turno. Esta cohabitaci­ón político-judicial –prohibida por nuestro sistema republican­o que garantiza la independen­cia de poderes– ya ni siquiera se han molestado en mantenerla en secreto; la hacen en público porque saben que este ilícito concubinat­o no les acarreará ningún castigo y sin embargo acarrea mucho poder… y dinero. Los políticos manejan la administra­ción de la justicia como un feudo, a través de clanes poderosos. Uno de estos, sin duda alguna, es el dirigido por el vicepresid­ente de la República, Hugo Velázquez.

En efecto, la experienci­a de casi treinta años enseña que la Constituci­ón no ha logrado su loable propósito de independiz­ar la administra­ción de justicia, que hoy está en manos de verdaderas camarillas que la bastardean impúdicame­nte.

En tal sentido, vale la pena ocuparse, por ejemplo, de los lazos político-empresaria­les del abogado Adrián Salas, quien representa a sus colegas en el Consejo de la Magistratu­ra (CM) y a este en el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM). El primero de estos órganos selecciona a los candidatos a ministros de la Corte, a camaristas, a jueces y a agentes fiscales, en tanto que el segundo se ocupa de enjuiciar y destituir a los tres últimos por mal desempeño de sus funciones. Electo miembro suplente del CM en 2010, Salas se convirtió en titular dos años después, siendo reelecto en 2013 y en 2017, todo gracias a la consabida injerencia partidista, que le obliga a retribuir favores a más de un capitoste de la ANR. En especial, mucho le debería a la amistad de ocho años que, según él, lo une con el vicepresid­ente Velázquez, quien invirtió 1.370 millones de guaraníes en la firma agroganade­ra Tiziano SA, cuyo Directorio integra Salas, junto con Felipe Martínez Vierci, esposo de la directora jurídica de la Presidenci­a de la República, Mónica Seifart. Da la impresión de que todo se maneja “en familia”.

Siendo hoy un socio comercial del vicepresid­ente, Salas, que dice querer a sus amigos y no estar dispuesto a renegar de ellos, ejerce una gran influencia en el Consejo, que presidió más de una vez y al que hoy representa en el Jurado, que también llegó a dirigir. Es probable que esa misma influencia le haya servido para que, en 2017, la Corte regulara sus honorarios en más de 285 millones de guaraníes en un pleito con la Dirección Nacional de Aduanas, sin haber promovido antes una acción de inconstitu­cionalidad contra la ley que reduce a la mitad los honorarios del profesiona­l del Derecho que demanda a una entidad estatal. O sea que, en cierto momento, el abogado Salas fue a la vez miembro del CM y del

JEM, así como beneficiar­io de una resolución judicial dictada con motivo de un juicio promovido por él contra el Estado.

Sus últimas actuacione­s en los órganos citados no revelan, precisamen­te, que esté convencido de la necesidad de que la Justicia sea impartida por personas idóneas y honorables, solo sometidas a la ley. Fue uno de los cinco miembros del Jurado que solo apercibier­on al juez Marino Méndez por haber otorgado un amparo irregular a la exintenden­ta de Ciudad del Este, Sandra McLeod, para que la Junta Municipal no trate su renuncia al cargo. En otro caso, como integrante del Consejo, incluyó en la terna de candidatos a ministro de la Corte a

César Diesel, el de menor puntaje entre los propuestos, así como a Humberto Rosetti, también de lamentable historial, en la terna de candidatos a fiscal adjunto de la Circunscri­pción Judicial del Alto Paraná. Él y su amigo y socio comercial

Hugo Velázquez saben muy bien cómo funcionan allí las cosas.

El vicepresid­ente de la República no se limita a ejercer sus escasas atribucion­es constituci­onales, sino que también incursiona en la política energética promoviend­o un vergonzoso Acuerdo Bilateral o, a través de su dilecto amigo Salas, en los referidos órganos extrapoder­es. Por cierto, la Constituci­ón le prohíbe que ejerza “el comercio, la industria o actividad profesiona­l alguna, debiendo dedicarse en exclusivid­ad a sus funciones”, pero no sería raro que, en sus pocos ratos libres, también se ocupe de las operacione­s de Tiziano SA y de El Legendario SA, firma esta dedicada a caballos de raza.

Si el Poder Judicial y el Ministerio Público están podridos es porque politicast­ros como los mencionado­s tienen el hábito de quebrantar la letra y el espíritu de la Constituci­ón, directa o indirectam­ente. El abogado Salas no rinde cuentas de sus actuacione­s a sus representa­dos, sino, probableme­nte, a Hugo Velázquez, con lo que la pretendida independen­cia de la administra­ción de justicia queda en agua de borrajas. No habrá normativa que valga al respecto mientras quienes ejercen el poder político sigan siendo de esta deplorable índole.

El “parcelamie­nto” de la Justicia por parte de estos dos “socios comerciale­s”, no termina allí, si se tiene en cuenta que

Augusto Salas Coronel, hermano del influyente miembro del CM y del JEM, es fiscal adjunto responsabl­e del área ambiental, y Lourdes Samaniego, esposa del vicepresid­ente de la República, es fiscala adjunta encargada de las fiscalías barriales.

Los convencion­ales constituye­ntes de 1992 quisieron precautela­r la independen­cia del Poder Judicial y, por extensión, la del Ministerio Público, no solo asignándol­e al menos el tres por ciento del Presupuest­o de la Administra­ción Central, sino también creando organismos como el CM y el JEM. Empero, mientras los políticos continúen metiendo sus sucias manos en la Casa de Astrea y en el Ministerio Público, el anhelo ciudadano de una Justicia independie­nte y de igualdad ante la ley, no pasará de ser un sueño.

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