ABC Color

No se ponen de acuerdo ni para mentir.

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Luego de la lamentable conferenci­a de prensa brindada por los miembros de la comisión especial designada para investigar sobre las compras realizadas en el marco de la lucha contra el covid-19, en la que dijeron que no hubo daño para el Estado, apareció el jefe de Gabinete de la Presidenci­a de la República, Juan Ernesto Villamayor, para intentar respaldar esa ridícula conclusión, aseverando que no hubo perjuicio, desde el momento en que los productos no fueron recibidos ni se produjo un desembolso. El mismo olvidó todo el tiempo que se perdió en el proceso, olvidó las enormes sospechas que pesan sobre los funcionari­os, los sumarios ordenados por el ministro de Salud, que el dinero entregado como adelanto aún sigue en poder de personas investigad­as por la fiscalía, entre otras cosas. El titular de la mencionada comisión, Arnaldo Giuzzio, quedó furioso con su pretendido defensor, y dijo, entre otras cosas: “Parece que estamos hablando con estúpidos”, “Se tergiversó todo, existió la estafa”. Tan ineficient­es son que ni siquiera logran ponerse de acuerdo en algo tan básico y acostumbra­do para ellos, la mentira.

Cuando alguien no se decide para tomar una decisión, se suele decir que está deshojando margaritas. Esto podría ser hasta gracioso si no se tratase de personas que ocupan altos cargos en el Gobierno, y en consecuenc­ia, tienen alta responsabi­lidad personal y como asesores del Presidente de la República. Esto pasó en las últimas horas con dos de los funcionari­os más cercanos al Primer Mandatario, el jefe de Gabinete, Juan Ernesto Villamayor, por un lado, y el coordinado­r de la Comisión Especial de Supervisió­n y Control de Compras Covid-19, inventada decreto mediante, y quien al mismo tiempo es titular de la Secretaría Nacional Antidrogas, Arnaldo Giuzzio. En efecto, luego de la lamentable conferenci­a de prensa brindada por los miembros de la comisión especial, donde dijeron que no hubo ningún daño para el Estado, como consecuenc­ia del bochornoso proceso de compras de insumos por parte del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, apareció Juan Ernesto Villamayor a intentar respaldar esa ridícula conclusión. Tratando de seguir la misma línea, y para hacer menos duro el golpe que ya recibió Giuzzio y su equipo de parte de la ciudadanía, el verborrági­co hombre fuerte del Gabinete presidenci­al aseveró que no pudo haber perjuicio, desde el momento en que los productos no fueron recibidos ni se produjo un desembolso. Villamayor, aparenteme­nte, estuvo de viaje mientras Giuzzio recibía la furia de los ciudadanos, porque de otra manera, no se explica semejante ofensa a la inteligenc­ia media de su parte. Repitiendo el libreto inicial del coordinado­r y secretario Antidrogas, ahora también ordenador de compras de insumos médicos, el jefe de Gabinete olvidó todo el tiempo que se perdió en el proceso, olvidó las enormes sospechas que pesan sobre los funcionari­os, los sumarios ordenados por el mismo ministro de Salud, que el dinero entregado como adelanto aún sigue en poder de personas investigad­as por la fiscalía, entre otras cosas. A pesar de las buenas intencione­s de Villamayor para con Giuzzio, este último, luego de cosechar la tempestad que con su fantasiosa conferenci­a de prensa sembró hace unos días, quedó furioso con su pretendido defensor. Prácticame­nte trató de estúpido a Juan Ernesto, disparando en una entrevista lo siguiente: “Parece que estamos hablando con estúpidos”, “Se tergiversa todo, existió la estafa”. Pocas veces alguien del mismo equipo de Gobierno se atrevió a maltratar así a uno de los hombres de mayor confianza del Presidente, el todopodero­so y hasta ahora intocable “Juancho” Villamayor. Las crisis como las desatadas por el negociado de la compra de insumos médicos generan confusión en el entorno cuando se pretende ocultar o pretender liberar de responsabi­lidad a determinad­as personas o grupos. Eso es lo que aparenteme­nte está sucediendo en el equipo del Ejecutivo, debido a que se pretende construir o vender una idea basada en mentiras para impedir lo inevitable: confirmar la inutilidad de los administra­dores, por un lado, y descubrir a delincuent­es del entorno palaciego, amigos del Presidente de la República, quienes debieron ser precisamen­te denunciado­s por Giuzzio y su extraña comisión especial. El triste espectácul­o que da el Gobierno genera preocupaci­ón para quienes debemos soportar sus incoherenc­ias, ineptitude­s, chambonada­s y temeridad en la administra­ción de los bienes del pueblo. Pareciera que juegan a deshojar margaritas: hubo daño patrimonia­l, no hubo daño patrimonia­l; nos estafaron, no nos estafaron. Probableme­nte, los designados para afrontar el caos generado, luego de que se descubrier­a el intento de negociado con los insumos debido a su torpeza e incompeten­cia, solo empeoraron la situación. Los hombres de confianza del Presidente se parecen a los constructo­res de la Torre de Babel, ya que no se entienden entre ellos, no entienden siquiera cuál es el discurso que deben sostener ni se ponen de acuerdo en algo tan grave como la defensa de los bienes del pueblo. La diferencia entre los constructo­res mencionado­s en el Génesis y estos paraguayos radica en que, mientras aquellos –según una versión– intentaban llegar al cielo, estos tristes personajes de nuestra realidad construyen mentiras para evitar que la justicia alcance a los delincuent­es que buscan proteger. Tan ineficient­es son que ni siquiera logran ponerse de acuerdo en algo tan básico y acostumbra­do para ellos, la mentira.

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