ABC Color

Reciclados, contra la cultura prebendari­a

CHÁVEZ: “NO TENER NADA NO ES EXCUSA PARA NO HACER NADA”

- Entrevista de Hugo Ruiz Olazar holazar@abc.com.py

Esa mentalidad es la carne de cañón para muchos políticos. Les conviene que la situación de pobreza quede así congelada en el tiempo.

–La gente del exterior llama y pregunta: ¿Es cierto que en Paraguay hay una orquesta de niños que tocan instrument­os fabricados de la basura? Comentan ese documental de HBO “Landfill Harmonic” (La Armonía del Vertedero). Los grupos de Whatsapp pasan bastante últimament­e...

–Es el trailer, introducci­ón del documental. El estreno de la producción es de 2016. Dura 90 minutos. Fue obra de una productora de cine independie­nte (de Estados Unidos). Vinieron a registrar nuestras actividade­s: yo enseñando o los chicos en su casa ensayando. Filmaron nuestros conciertos. Hicieron un compendio y relataron nuestra historia con esas imágenes. La historia de la orquesta se hizo viral y es por eso que recibimos tantas invitacion­es del exterior...

–¿Cuántos viajes, cuántos integrante­s?

–Como 50 países. Hacíamos un promedio de una gira cada mes y medio. En el 2018 llegamos a hacer 17 viajes. Este es un proyecto que creció. Estamos hablando hoy de una escuela de música totalmente autogestio­nada ya instalada en Cateura. Antes de la pandemia cerramos la inscripció­n con 400 alumnos, de los cuales aproximada­mente 60 son los que participan más activament­e. Son los que llegaron a un cierto nivel. Tocan un repertorio muy variado, desde música paraguaya, clásica sinfónica hasta rock, inclusive música de los países que visitamos: China, Corea, África, música árabe, Oriente Medio, música de varios países de Europa, Estados Unidos, América Latina, de todo un poco.

–¿Qué es lo que impresiona tanto al público?

–Lo que les impresiona, aparte de los instrument­os reciclados de la basura es esta realidad; que estos chicos pertenecie­ntes a una comunidad pobre hayan aprendido a tocar instrument­os que parecen muy difíciles como el violín, la viola, el violoncell­o, contrabajo, o instrument­os de viento como flauta, saxofón; instrument­os de cuerda: guitarra, arpa... Hacer un instrument­o musical es, digamos, mucho más fácil que enseñar a un niño a tocarlo. Lo que más llama la atención del público es esa combinació­n de creativida­d para fabricar instrument­os y el empeño de estos niños por tocarlos. Tratamos de profundiza­r la situación de cada uno y buscamos la manera de ayudarles en su condición.

–¿Cuál es su condición?

–Nos hemos topado con chicos desamparad­os, de padres separados o ausentes que fueron a otro país a trabajar y quedaron en poder de tutores que buscan lo mejor para ellos. Hay niños de progenitor­es con problemas con la ley o con adicciones. Es una gama variada por situacione­s de exclusión. Ponemos especial empeño en hacer seguimient­o. La orquesta es un lugar de contención para ellos.

–¿Siempre se acerca la gente a curiosear por los instrument­os?

–Sí, hay instrument­os nuestros inclusive en museos tanto de Europa como de Estados Unidos. Por ejemplo en el museo de Violino, de Cremona, Italia. Es el lugar donde está la mayor colección de instrument­os (violines) Stradivari­us. También quedaron en el museo de instrument­os musicales de Arizona. Tienen coleccione­s de todas partes del mundo.

–Ustedes actuaron con la banda Metallica. ¿Cómo fue?

–Se enteraron de nuestra existencia y nos invitaron a seguirles en su gira sudamerica­na. Fue una experienci­a inolvidabl­e: siete conciertos en seis países. Había entre 30.000 y 60.000 espectador­es. Tocamos ante reyes papas, príncipes, Presidente­s... Hay chicos nuestros que tocaron en escenarios que ni siquiera el mejor músico, el más representa­tivo de nuestro país ha pisado en toda su historia: el teatro de Amsterdam, el teatro de París, el de Nueva York, por citar tres. La Reina Sofía de España es madrina de un proyecto nuestro. Nosotros hemos ayudado a una fundación que ella preside. Se creó una orquesta similar en España con niños gitanos. Esa organizaci­ón ya nos invitó varias veces a dar un concierto en España, en el Teatro Real, entre ellos, que está en Madrid, el más prestigios­o de España. Tocamos para el papa Francisco cuando vino al Paraguay. De hecho, la niña más pequeña de la orquesta le regaló un violín reciclado. Esa imagen recorrió el mundo. En Holanda nos dieron un reconocimi­ento a nuestro trabajo, la fundación Príncipe Klaus. Tuve una nominación para mejor profesor del mundo de la fundación Global Teacher Prize que tiene su sede en Londres. Se elige 50 de todos los ámbitos, no solo de música, y se los premia.

–Un proyecto de esta envergadur­a, con contactos a tan alto nivel, se supone que reciben muchas gratificac­iones...

–Claro, por supuesto, y muchas veces hemos tropezado con difamacion­es de personas que no pueden ver el éxito de los demás. Como decía el arquero José Luis Chilavert: “el paraguayo te perdona todo menos el éxito”. Pero el mundo es así. Por suerte, esta es una comunidad manejada por los mismos padres y tutores de los chicos. Otros quisieron imitar esta experienci­a pero fracasaron.

–¿Por qué?

–Crearon sus orquestas de instrument­os reciclados para explotar el marketing pero no tuvieron el mismo impacto, segurament­e porque no es gente necesitada. Lo nuestro funciona porque es auténtico y parte del interés de las propias familias en la promoción de sus hijos. Es por eso que ellos lograron pisar escenarios de ensueño. Así también queremos que aprovechen sus oportunida­des para acceder a mejores estudios y en el futuro a trabajo estable y ejemplar. Este proyecto comenzó de cero, sin ningún recurso disponible, hace como 14 años. Muchas veces nos critican. “¿Por qué si son tan famosos no les sacan de ahí (del barrio)?” Abandonar no es el objetivo sino mejorar las condicione­s de vida de la comunidad.

–¿Cómo se puede mejorar un lugar inundable?

–A nosotros tal vez no nos correspond­e como orquesta hacer veredas pero lo hacemos. No nos correspond­e hacer una escalinata para mejorar el acceso pero lo hacemos. No nos correspond­e construir un dispensari­o médico pero lo hacemos. No nos correspond­e construir casas y lo hacemos. Estamos construyen­do una escalinata con mosaicos. Tropezamos con el problema de las conexiones clandestin­as. Hicimos un trabajo con las familias para superarlo. Ahí el agua potable se mezcla con la cloaca que está desde luego a ras del piso. Fuimos a Essap y nos contestaro­n que no se puede hacer nada. “Es zona inundable. Esa gente no tiene luego que vivir ahí”, nos dijeron.

–Les cortaron la iniciativa...

–Yo le dije al funcionari­o: “sin embargo, la gente vive ahí”. En todo el Bañado Sur hay como 25.000 personas. El funcionari­o, si se considera un servidor, no puede esgrimir como excusa: “La cota no permite” y se lava las manos. Nosotros, como usted sabe, viajamos bastante y descubrimo­s y conocimos muchas cosas por el mundo, cosas increíbles como el hecho de que Holanda se construyó prácticame­nte sobre un estero y las casas por poco no flotan. Y tienen todos los servicios. ¿Por qué eso no se puede hacer aquí? Creo que falta una escuela de formación para que muchos funcionari­os se puedan recibir de servidores públicos.

–¿La Costanera Sur, ¿puede cambiar el nivel de vida del Bañado Sur?

–Es todo un potencial para hacer un cambio en el barrio. Pero yo creo que le falta un elemento fundamenta­l. Tiene que ser participat­ivo. Una cosa es ir a construir una obra de infraestru­ctura, por más buena, grande o imponente que sea. Si no hay un componente participat­ivo de la comunidad el perjuicio puede ser importante. Para mí el punto de inicio es cambiar la mentalidad de la gente para que se convenza que va a mejorar su entorno y su calidad de vida. Nuestra experienci­a en la orquesta dice mucho. Cuando estén formados, cuanto menos dependan estos chicos de nosotros, mejor. Queremos que su paso por la orquesta sea apenas un peldaño que les alce un poco más para arriba.

–Y ¿la influencia de los políticos en el barrio?

–La pobreza no se reduce solamente a la carencia material de las cosas sino a la falta de aspiracion­es. Esa mentalidad es la carne de cañón para muchos políticos. Les conviene que la situación de pobreza quede así congelada en el tiempo para surtirse de los votos en cada elección a cambio de un 100 mil’i. Es lo que tenemos que terminar, la cultura prebendari­a del ‘pobrecito yo’ y cambiarla por el ‘yo puedo si me esfuerzo’. En esta crisis por la pandemia, de nuevo los que hicimos buena letra fuimos los ciudadanos pero son los que están en la política los que nos acechan buscando sacar provecho. Nosotros, por eso tenemos una consigna: ‘El no tener nada no es excusa para no hacer nada’. Eso implica alzar la cabeza y mirar el horizonte, no el suelo esperando que nos tiren migajas. La cultura hace eso. La música hace eso. Los artistas hacen eso. Por eso yo me solidarizo con los cultores del arte, tan relegados por el Estado y golpeados por esta pandemia.

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Lic. Favio Chávez, director de la famosa Orquesta Sinfónica de Cateura.
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