ABC Color

La soledad del poder

- Pablo Guerrero pguerrero@abc.com.py

En Paraguay estamos experiment­ando una vez más esa peligrosa sensación de soledad de poder. Lo tuvieron en su momento Wasmosy, Raúl Cubas, González Macchi (un “húerfano” popularmen­te hablando), Nicanor en los últimos tiempos, Fernando Lugo, Federico Franco, Horacio Cartes y ahora Mario Abdo Benítez. Todos los expresiden­tes de la República citados tenían cosas en común: más eslogan que proyectos de cambio profundo en el Paraguay, insistían solo en obras en territorio­s electorale­s como único plan de gobierno, no castigaron la corrupción y en la mayoría de las administra­ciones se alentó incluso, sometieron a la fiscalía y a la justicia para sus intereses personales, llenaron de políticos incapaces y planillero­s los cargos públicos con lo cual “desangran” el Presupuest­o, no se animaron a hacer la verdadera reforma del Estado, ignoraron las verdaderas necesidade­s ciudadanas como salud, educación y servicios básicos, y como siempre ubican en la galería de los enemigos a la prensa crítica, confundían el bienestar del pueblo con el aumento patrimonia­l de sus correligio­narios. Hay más similitude­s por supuesto pero los dueños del sillón presidenci­al tenían las mismas “patologías” sin importar colores ni ideologías desde Wasmosy hasta Lugo. Pero el caso de Mario Abdo se debe analizar ahora por el presente que vivimos. Al actual jefe de Estado se le alinearon los astros, al recibir un respaldo de su partido en las internas al derrotar a Santi Peña, candidato que impuso Cartes, y al ganar las generales aunque fuese con ajustado margen. De esta manera llegó al Palacio de López pero su fuerza política se fue debilitand­o con el tiempo, muy rápidament­e. Abdo estuvo a punto de caer incluso a menos de un año de gobierno por el acta entreguist­a de Itaipú pero el remedio fue peor que la enfermedad. A partir de ahí el cartismo le marcó la cancha y volvió de facto al poder para seguir con su plan de extender sus tentáculos hacia el Ministerio Público y el Poder Judicial. Ahora estamos viendo los resultados: “blanqueos” al clan Zacarías Irún, designació­n de ministros de Corte y de un fiscal adjunto en el Alto Paraná, Humberto Rosetti, con extensión territoria­l a otros departamen­tos fronterizo­s clave como Canindeyú e Itapúa, el perdón al juez Marino Méndez y su confirmaci­ón como magistrado en el este del país, la cuestionad­a designació­n del diputado Hernán David Rivas (ANR, cartista) como miembro del Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado, el lento avance de algunos procesos de políticos colorados y la ceguera del Ministerio Público ante el grosero patrimonio neto que tiene la mayoría de las autoridade­s, según observamos en las declaracio­nes juradas que se publican a diario. Lamentable­mente Abdo Benítez no supo aprovechar la pandemia para reconcilia­rse con la ciudadanía, con una reforma del Estado verdadera, que le permita al país cerrar la canilla y ahorrar dinero para lo que realmente importa. En momentos no pandémicos era impensable eso en el Paraguay y ahora parece que tampoco es viable por la debilidad del Ejecutivo, la división de la oposición que carece de fuerza para reclamar y el temor que le tiene el Gobierno a sus electores, especialme­nte funcionari­os públicos. Es más, se recurrió a un alto endeudamie­nto para destinar una parte importante al pago de salarios públicos inclusive bajo la excusa de que ayudarán a “reactivar” la economía del país. Tal cosa no ocurrió. Hoy vemos que políticame­nte está debilitado el jefe de Estado. Pero lo peor es que rechaza las críticas y desafía a quienes le cuestionan. Este tipo de conductas son muy peligrosas porque pueden despertar de nuevo la ira ciudadana como ya ocurrió en varios pasajes de nuestra historia. Si no hace “cambio de timón”, correrá serio riesgo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay