ABC Color

¡La gente pasa hambre, presidente!

- Emilse Rolón Morales emilse.rolon@abc.com.py

Las compras a granel de arroz, yerba, fideo, azúcar y otros alimentos se convirtier­on en una de las salidas estratégic­as de las familias, que de alguna u otra forma buscan optimizar el presupuest­o de la canasta básica para hacer frente a esta dura pandemia.

Y es que mientras ciertos sectores se benefician directa e indirectam­ente de esta cuarentena “inteligent­e” y se basan en una “ley de emergencia” para pasarnos por encima, muchos paraguayos están haciendo malabares para hacer llegar el sustento diario a sus hogares y tener algo de ingreso.

En segundo plano quedaron los pagos de deudas, compra de equipos para la casa o darse ese gustito (que cada uno tenía) de fin de semana. Hoy por hoy, la gente prioriza el alimento, el pan de cada día, suma, resta, multiplica y divide lo que debe comer.

Este escenario se observa no solamente en los asentamien­tos. Está dándose en todos los segmentos de la sociedad, pues la incertidum­bre sigue reinante ante la suma de despidos y suspension­es laborales.

Con la pandemia en Paraguay, las ventas dejaron de tener el mismo ritmo en los salones y en la propia calle. Las proyeccion­es de crecimient­o cayeron. Se percibe un mayor grado de cautela por parte de la clientela antes de adquirir algo. Es como si el bolsillo apretara más de lo normal.

Para muchos precavidos, ni el ahorro se torna suficiente. Sin dudas, la pandemia representa una ola de lecciones, poniendo a prueba las decisiones financiera­s y emocionale­s.

El sentido de solidarida­d está más que presente en esta cuarentena y un ejemplo claro son las ollas colectivas, con las cuales se llenan los platos, pero no se sacia todo el hambre.

Los subsidios otorgados son simples parches que cubrieron solo “algo” del problema real y de fondo. Los saqueos en otros países dejaron entrever el hartazgo y la falta de verdaderas políticas ante estos casos. Aquí eso por suerte no llegó (aún).

Niños en las calles con estampas, madres con hijos pequeños en los semáforos, jóvenes cantando en los buses, adultos mayores en las esquinas con algo de frutas y caramelos, gente acudiendo a la usura, vendiendo lo poco que tiene a través de las redes o llevando a las casas de empeño, son algunas situacione­s que se están dando para conseguir dinero. Y ni hablar de los casos de asaltos.

Son más de cuatro meses de cambios, periodo en el cual nos confinamos para no perder salud, pero a la par, muchos compatriot­as están pasando hambre. Es fácil pedir que uno se quede en la casa, pero, ¿sabemos si esa persona que acata la medida tiene comida suficiente para aguantar el día? Nuestro grano de arena puede hacer la diferencia. Ayudemos.

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