Impunidad
La impunidad que va de la mano con la injusticia es uno de los más graves problemas que afecta a nuestro país. Lamentablemente esta práctica se consolidó durante la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989). Ahora bien, la pandemia de la impunidad que surgió en los últimos meses es mucho más grave incluso que el coronavirus, porque no hay cuarentena que la detenga. Los inescrupulosos usan estos tiempos difíciles para delinquir más, amparados por un sistema de justicia cada vez más corrupto. Acá de nada vale presentar pruebas y evidencias o publicar los graves hechos de corrupción que no solo suceden en altas esferas de gobierno, sino en todos los estamentos de la sociedad. Basta con que uno tenga el dinero suficiente para pagar a fiscales y jueces y así salir airoso de cualquier de problema judicial. Es así que desde hace más de tres años existe un halo de impunidad terrible en el departamento de Cordillera. Cada día aumentan los casos de robos a mano armada como también las redes de distribución de drogas. Los poquísimos hechos que llegan a ser investigados se encuentran con una muralla insalvable consistente en la inoperancia de funcionarios y fiscales de la zona. Varios no cumplen con su trabajo de investigar y esclarecer los hechos incurriendo en una grosera desidia, ya sea por falta de interés o por algún “incentivo” que reciben a cambio de no hacer nada. Tampoco se puede dejar de mencionar a los jueces que supuestamente “trabajan” directamente con estos delincuentes otorgándoles medidas alternativas, sin ningún tipo de fundamento jurídico. Recientemente, la jueza Cynthia Páez gracias a un “error” de interpretación de la ley dejó libre a un supuesto peligroso asaltante. El hecho fue revocado por la Cámara de Apelaciones. Pero, el lapso de tiempo permitió al acusado quedar libre facilitando su escape. Es decir, hoy está prófugo y en rebeldía, mientras que sus víctimas se encuentran en zozobra.