ABC Color

Farsantes

- Mabel Rehnfeldt mabel@abc.com.py

Cuando el jueves 23 de julio preguntamo­s al vicepresid­ente Hugo Velázquez en qué casa se habían reunido él, el presidente Mario Abdo Benítez y algunos de sus amigos investigad­os por lavado de dinero, afirmó sin pestañear que no recordaba en la casa de quién fue. Dijo que tampoco recordaba quién había convocado la reunión ni quiénes estaban, que al único que conocía de ese grupo era a su “amigo” Walid Amine Sweid, amigo al cual también negó el 3 de noviembre del 2018.

Cuando Hugo Velázquez colgó el teléfono después de la entrevista habrá estallado a carcajadas. Quizá haya agregado un “¡Ivyraite ningo ko periodista!”. Habrá llamado al propio Presidente de la República para pegarse juntos una más grande risotada. Y es que Velázquez acababa de mentir en radio y televisión diciendo que no recordaba en qué casa se había reunido, con quiénes y para qué. Había “olvidado” que era la casa particular del actual Presidente de la República y que el mismo Velázquez había convocado a la reunión. Se le olvidó hasta el lomito al champignon con papas a la crema que cenaron esa noche y el pacto de los aportes que habría sumado un millón de dólares.

La casa que a Velázquez se le “traspapeló” en su escuálida memoria es la casa de Abdo Benítez en el barrio Republican­o, la que él muy bien conoce. Es la misma residencia donde posó Cucho Cabaña con el entonces candidato presidenci­al. Son los mismos sofás, alfombra y mesita rectangula­r en el centro. Son los mismos espejos, cuadros, cristalero y mesa negra redonda.

Y he aquí cuando todo adquiere una dimensión gravísima. Si el exfiscal y actual Vicepresid­ente de la República del Paraguay miente descaradam­ente sobre esta reunión, ¿qué clase de incontable acuerdo se pactó en ella? Si miente sobre una casa y una reunión, ¿ha estado también mintiendo en asuntos trascenden­tales con la ley y la justicia paraguaya? Como cuando dice que sus amigos investigad­os por lavado de dinero no tienen cuentas con la justicia estadounid­ense. Como cuando en el caso Itaipú negó que estuviera intermedia­ndo a favor de una empresa brasileña para la que pidió hasta la exclusión de un punto del acuerdo. Como cuando dijo que Joselo no trabajaba para él. Como cuando contó la historia de Caperucita Roja a los fiscales. Como cuando no le tembló la voz al desmentir al ingeniero Pedro Ferreira. Como cuando niega los bienes inmuebles, el ganado y las estancias que se le atribuyen. Como cuando niega de dónde sacó el dinero este otrora modesto fiscal.

No se cansan de mentir, es un asunto patológico. Son embusteros y falaces por naturaleza. Son falsos y engañosos, profetas de la mentira y de la trampa. Ha mentido el Vicepresid­ente pero por analogía también el Presidente; con su silencio, Abdo Benítez encubrió la mentira pública de Velázquez. Y así hoy día andan por la vida, prendidos uno del saco del otro para no caer. Por culpa de sus ambiciones y el intento de venta de la patria en Itaipú, Hugo Velázquez ha sido el camino que arrastró a Abdo Benítez a las puertas de un juicio político que el “hermano cicatriz” Horacio Cartes estuvo a punto de propiciar y apoyar. Debe ser penoso vivir con miedo a caer, pero más penoso es andar como borrachos trasnochad­os caminando a tientas y apoyado uno en el hombro del otro por miedo a zozobrar. Esta vuelta el vicepresid­ente no es un florero; tiene toda la pinta de ser una peligrosa planta carnívora.

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