ABC Color

La ficción del puente

- Guillermo Domaniczky guille@abc.com.py

El grupo volvió a reunirse, es un decir, utilizando la misma aplicación que se hizo tan popular durante la cuarentena. Sus miembros definitiva­mente extrañaban la mesa del bar en la que eran capaces de resolver todos los problemas del mundo en una noche. –Peor es nada, ¡salud! –comenzó diciendo el administra­dor de la sesión, mientras exhibía al resto la copa con la que acompañaba la reunión virtual. El resto brindó con el mismo gesto, para abordar inmediatam­ente el temario habitual: la cuarentena, la falta de asados y fútbol entre los amigos, alguna maldad sobre los ausentes y descripcio­nes muy alejadas de la exquisita literatura, sobre la estética y voluptuosi­dad de algunas cercanas representa­ntes del sexo opuesto. Eso sí, de forma cada vez más preocupant­e se iban agregando anécdotas ya repetidas hasta el hartazgo y comentario­s vinculados a doctores, dolencias y fármacos, dejando registro del implacable paso del tiempo entre los miembros del grupo. Repentinam­ente uno de ellos disparó el debate al cuestionar a los que salieron a protestar en Ciudad del Este contra la vuelta a una cuarentena más estricta. –Está bien que protesten, son un ejemplo para el resto del país para no aceptar ya cualquier cosa –respondió enseguida otro, que fue apoyado inmediatam­ente por alguien que agregó que es fácil pedirle a la gente que se quede en su casa teniendo asegurado algún ingreso. –Sí, pero la salud está antes –insistió el primero, argumentan­do que es la gente la responsabl­e de que los contagios se hayan multiplica­do rápidament­e y que siempre se buscan excusas para no asumir las responsabi­lidades. Esta sentencia inmediatam­ente generó una discusión en el chat, en el que cuatro o cinco se interrumpí­an constantem­ente alzando cada vez más la voz. El profe, que como siempre escuchaba primero a todos antes de hablar, pidió la palabra para hacerlo, generando inmediatam­ente el silencio de todos. –Miren, acá el tema es mucho más complejo –comenzó diciendo– la mayoría de los que salieron a protestar son trabajador­es informales, gente que vive del día a día, a la que tampoco le llegan las ayudas sociales que también sabemos que son insuficien­tes. El problema de fondo es que desde la misma política nada se hizo para cambiar el modelo de informalid­ad en nuestras fronteras, al contrario –continuó. Solo fíjense en algo que admitió el viernes el ministro del Interior; Acevedo dijo que ahora sí se va a cerrar totalmente y de modo firme el paso en el Puente de la Amistad. ¿Qué quiere decir eso? Que había gente que iba y venía desde Brasil con la complicida­d de las autoridade­s. En síntesis, una situación de privilegio frente a tantas personas que tuvieron que acampar varios días en el mismo puente para poder entrar a su país, hacinadas y con el riesgo de contagiars­e del virus. Un insulto al ciudadano que quiere hacer en forma todo. ¿Cómo no te vas a rebelar así, cuando sabés perfectame­nte cómo se maneja todo ahí? Por eso es que parece que a veces hay un país de ficción, que es el que anuncian, y un país real, que es el que vemos a diario –sentenció el profe, ante el atento silencio de todos. Enseguida uno de ellos le recordó lo que también había dicho en la última reunión sobre un caso de corrupción vinculado a esta cuarentena en el que aún no se está contando todo lo que ocurrió. –En pocos días más vas a saber –le respondió enigmática­mente el profe. Y enseguida alguien largó un chiste para distender un ambiente que se había vuelto excesivame­nte serio.

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