¿Por qué no aprenden?
La mayoría de las madres y padres responden a esta pregunta diciendo que la “culpa” (no dicen la causa) la tienen los profesores, que no saben enseñar. En cierta medida la respuesta es lógica, aunque en la casa le retan a sus hijos porque no estudian, lo normal es que en público madres y padres defiendan a sus hijos y responsabilicen del bajo aprendizaje a los profesores.
La verdad es que en los procesos y resultados de aprendizaje influyen muchos factores culturales, ambientales, sociales, personales, circunstanciales y didácticos. Y la experiencia demuestra que hay estudiantes que no aprenden aunque tengan profesores excelentes. No es lo normal, pero también sucede.
Lo real es que la generalidad de nuestros estudiantes aprenden poco o no aprenden. Es la conclusión de investigaciones tan cualificadas como PISA internacional, que, analizando el nivel de aprendizaje de nuestros estudiantes, nos ubica en el penúltimo puesto entre los países de América Latina.
PISA investiga los resultados del aprendizaje, no investiga las causas. En mi opinión, por mi larga experiencia de educador estudioso y reflexivo sobre la educación, estoy en condiciones de poder afirmar responsablemente que en nuestro país son causales del bajo rendimiento, por ejemplo, el bilingüismo oficial pedagógica y didácticamente mal planteado y mal procesado, la dificultad, de raíz cultural, para manejar el pensamiento abstracto, la desmotivación social para estudiar ya que lo intelectual es poco apreciado y para enriquecerse es más efectiva la corrupción y la politiquería que las competencias de una profesión académicamente lograda incluso en máximo nivel de doctorado, la pésima remuneración de los profesores, incluidos los universitarios, que presuntamente por oficio se deben dedicar al estudio y la investigación permanentemente actualizados, los hijos de familias que viven en situación de pobreza (26, 40% de la población) por desnutrición y hábitat inadecuado para el estudio, etc.
Pero hay un factor tan sutil como determinante, para el rendimiento de aprendizaje que no suele considerarse en las evaluaciones, análisis e investigaciones sobre el aprendizaje, y es un factor definitivo que está en la raíz del proceso de comunicación de los profesores con los alumnos. Es clave en el ejercicio profesional de la didáctica. Me refiero al hecho frecuente en muchos profesores que se quedan en la “transmisión” de conocimientos y no logran la “transferencia” de conocimientos. Creen que transmitir conocimientos es transferirlos y en consecuencia los alumnos quedan informados sobre los conocimientos, pero no los integran y capitalizan en el caudal de su formación y capacitación.
En la transmisión el que transmite (emisor) pasa información al receptor. En el proceso educativo es muy frecuente que el docente pase a los alumnos “información” sobre conocimientos, pero no los transfiere. Transferencia es pasar de un lugar a otro el objeto de dicha transferencia y ese proceso de pasar el conocimiento requiere una serie de actividades más complejas que la simple transmisión, y requiere además manejar perfectamente la diferencia entre información y conocimiento.
La información es un mensaje que cambia la forma en que percibe el receptor la realidad contenida en el mensaje. El conocimiento se “construye”, se integra y aplica en la mente del conocedor y es un conjunto complejo “una mezcla de experiencia, valores, información, saber hacer, que sirve como marco para la incorporación de nuevas experiencias e información y es útil para la acción” (Davenport y Prusak, 1999).
El objetivo didáctico principal no es llenar la cabeza del alumno de conocimientos ya elaborados y fijarlos en su memoria, menos aún si se ofrecen conocimientos estériles y caducos, el gran objetivo es que los alumnos aprendan a construir conocimientos, verdaderamente útiles para la acción y el desarrollo constante de sus potencialidades y el enriquecimiento de su personalidad.
Aunque es un tópico decirlo, debo recordar que en la “sociedad de la información y el conocimiento” es vital que los educadores familiares y, con más razón, los profesionales de la educación formal, sean expertos en la transferencia de conocimientos fecundos. Actualmente la Epistemología (Ciencia y Teoría del conocimiento), se ha convertido en una ciencia auxiliar privilegiada de la Pedagogía y los procesos educativos. Los Institutos de Formación Docente y el MEC tienen apremiantes desafíos.