Paraíso abierto en Nueva Alborada
NUEVA ALBORADA, Itapúa (Juan Augusto Roa, de nuestra redacción regional). El establecimiento turístico está habilitado por la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur) para operar y en este momento es el único centro turístico con esta autorización en la zona, explicó Mario Ramírez, administrador del complejo turístico Museo del Árbol. El lugar está abierto viernes, sábados y domingos, con todos los cuidados sanitarios que exige el modo covid, tanto para funcionarios como para visitantes.
Ramírez destacó que con la cuarentena sanitaria la gente está muy deseosa de salir para relajarse luego de tanto encierro. “Y el complejo ofrece una excelente oportunidad”, dijo.
Recorrer 1.300 metros de sendero a través del bosque nativo que alivia el espíritu del más estresado de los mortales. De paso, se pueden conocer los nombres de las especies nativas mediante carteles indicadores y mediar sobre la importancia de cuidar y preservar la naturaleza con mensajes inspiradores instalados en letreros distribuidos en el trayecto.
El sendero serpentea a través de un cerro, con subidas y bajadas, puentes que cruzan pequeños arroyos, que suman atractivo al entorno que de por sí se caracteriza por su gran belleza, con vistas panorámicas hacia el río Paraná y la ribera argentina, que también posee cerros y bosques exuberantes.
Además de una relajante caminata por el monte, se puede disfrutar de juegos que disparan la adrenalina, como el “Columpio del fin del mundo”, instalado en el borde de un precipicio de unos 100 metros de altura. El visitante literalmente se hamaca hacia el vacío, por encima de las copas de los árboles. Casi pegado al columpio se encuentra el llamado “Ojo de águila”, un sillón instalado en el extremo de un brazo mecánico que permite al visitante recorrer en semicírculo el espacio vacío sobre el acantilado. Prácticamente desde el aire se tiene una vista panorámica del paisaje, con el imponente río Paraná que corre encajonado entre serranías.
Otro de los deportes “intensos” es la caída libre en tirolesa, desde una plataforma instalada sobre en gigantesco árbol de kurupa’y de 40 metros de altura, pasando por en medio de árboles hasta llegar a una planicie, a más de 200 metros de distancia.
Este deporte de aventura se complementa con la “bicitirolesa”, una bicicleta modificada montada sobre un cabo de acero que permite llegar pedaleando hasta la cima del cerro. Un juego para personas intrépidas y temerarias.