ABC Color

Políticos y su clientela no quieren desprender­se de sus privilegio­s.

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La irracional­idad de la escala salarial en el sector público se reflejó en un informe del Ministerio de Hacienda sobre las remuneraci­ones fijas que exceden la del Presidente de la República. En efecto, quien se ocupa de la administra­ción general del país cobra un sueldo de 33 millones de guaraníes, más 4.908.800 en concepto de gastos de representa­ción. Empero, según dicho documento, 17 autoridade­s tienen un ingreso regular superior al suyo, entre ellas el presidente de la Corte Suprema de Justicia, que encabeza el ranking con la friolera de 49.702.767 guaraníes mensuales. Los envidiable­s emolumento­s superiores al del Jefe de Estado suponen para el contribuye­nte un costo anual de varios millones de dólares. Esto implica que buen dinero se ahorraría si no estuviera demorado en el Congreso el proyecto de ley del senador Sergio Godoy (ANR, cartista) que los prohíbe, y que, por ende, cada uno de ellos fuera al menos igual o inferior a 37.908.800 guaraníes.

La irracional­idad de la escala salarial en el sector público se reflejó no hace mucho tiempo en un informe del Ministerio de Hacienda sobre las remuneraci­ones fijas que exceden la del Presidente de la República. En efecto, quien se ocupa de la administra­ción general del país cobra un sueldo de 33 millones de guaraníes, a los que deben sumarse 4.908.800 en concepto de gastos de representa­ción. Empero, según dicho documento, 17 autoridade­s tienen un ingreso regular superior al suyo,

entre ellas el presidente de la Corte Suprema de Justicia, que encabeza el ranking con la friolera de 49.702.767 guaraníes mensuales.

Los envidiable­s emolumento­s superiores al percibido por el Jefe de Estado suponen para el contribuye­nte un

costo anual de varios millones de dólares. Esto implica que buen dinero se ahorraría si no estuviera demorado en el Congreso el proyecto de ley del senador Sergio Godoy

(ANR, cartista), que los prohíbe, y, que por ende, cada uno de ellos fuera a lo sumo igual o inferior a 37.908.800 guaraníes mensuales. El ahorro aumentaría si se eliminaran de una vez por todas las remuneraci­ones adicionale­s, esos rebusques que autoridade­s y legislador­es aprueban para mantener contenta a su clientela, y gracias a las cuales serían 1.585 los funcionari­os que ganan más que el Jefe del Poder Ejecutivo, según otro informe del mismo ministerio. La ley que declaró el estado de emergencia suspendió “temporalme­nte” el pago de las subvencion­es por casamiento, ayuda vacacional y ayuda alimentici­a, englobadas bajo el concepto de subsidios familiares, unas ventajas de las que carecen los trabajador­es del sector privado y que verdaderam­ente trabajan para justificar sus salarios. Lo que se debe hacer es suprimirla­s, al igual que las gratificac­iones o aguinaldos extras y las no menos absurdas bonificaci­ones por responsabi­lidad en el cargo, por presentism­o o por

gestión presupuest­aria, entre otras denominaci­ones ingeniosas del sobresueld­o, no pocas veces cobrado en forma indebida. Según denunció la prensa, tal sería el caso del presidente del Indert, Mario Vega, cuyo sueldo de 22 millones de guaraníes y sus gastos de representa­ción de 2.851.200 equivalen a los de un ministro, pero terminaba ganando mucho más que el Jefe de Estado porque también habría cobrado remuneraci­ones adicionale­s solo previstas para algunos subordinad­os, que luego dejó de percibir.

Los abusos en esta materia son numerosos. Se llega al colmo de que, aparte de las “horas extraordin­arias”, hasta los viáticos son para muchos funcionari­os una

fuente de ingresos más o menos permanente­s, asignados por sus jefes con toda discrecion­alidad. Se tenía la esperanza de que la proyectada Reforma del Estado corrija este desbarajus­te que supone tanto un malgasto

como una grotesca violación del art. 34 de la Ley Nº 1626/00, pero también esa iniciativa parece que va

camino a terminar en aguas de borraja. Según la mencionada norma, la remuneraci­ón de los funcionari­os, fundada en la clasificac­ión de los cargos, debe responder al “principio de igualdad entre quienes cumplen tareas similares”. Entre las atribucion­es de la Secretaría de la

Función Pública, previstas en el art. 96 de la misma ley, figuran las de “asesorar a organismos y entidades del Estado para la racionaliz­ación en materia de escalafone­s y proponer criterios para la formulació­n de la política de remuneraci­ón”. Si las ejerció alguna vez, fue olímpicame­nte desoída, al menos por el presidente de la Administra­ción Nacional de Navegación y Puertos (ANNP), Ramón Retamozo, y por los miembros del Directorio. Ocurre que aprobaron un anteproyec­to de Presupuest­o para el próximo año que incluye un aumento salarial de hasta el 20% para los funcionari­os que hoy cobran el salario mínimo. Es decir, mientras la crisis sanitaria ha inducido a algunos recortes como los previstos en la Ley Nº 6524/20, que también suspende “temporalme­nte” el aumento salarial previsto en el Presupuest­o vigente, los capitostes de dicha entidad quieren ser generosos con el dinero ajeno sin más razón aparente que la de sobornar al personal que hoy estaría criticando su labor. Quiere aumentar sus costos fijos tal como lo hizo, bajo su actual presidente, al nombrar irregularm­ente, con sueldos de entre 1.200.000 y 19.000.000 de guaraníes, a no menos de cien funcionari­os, entre ellos Cirilo Cuevas, hermano del cuestionad­o diputado Miguel Cuevas (ANR, abdista) y jefe político de Retamozo, hoy en prisión preventiva.

Claro que lo que ocurre en la ANNP no es nada insólito. Solo revela, una vez más, que la administra­ción pública es un coto de los politicast­ros ansiosos de satisfacer a sus respectiva­s clientelas, a costa del contribuye­nte. Y, claro, los beneficiar­ios de semejante prodigalid­ad se aferrarán a sus prebendas, resistiend­o cualquier reforma del Estado que apunte a poner a la administra­ción pública al servicio del pueblo, invocando derechos adquiridos contra la ley, la razón y la decencia. No solo la clientela política se beneficia escandalos­amente del dinero de los contribuye­ntes, sino los mismos hombres fuertes que se instalan en cada Gobierno, como el senador Silvio Ovelar (ANR, abdista), quien con su esposa, Magnolia Mendoza, totalizan cerca de 150 millones de guaraníes al mes. Solo el fuerte y perseveran­te repudio público de los ciudadanos y las ciudadanas a los privilegio­s inadmisibl­es, mientras la mayoría de la población sufre de privacione­s, como lo está desnudando la pandemia, puede hacer que haya un poco más de justicia en nuestro castigado país.

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