Boda Cartes-Bendlin
La boda Cartes-Bendlin no fue un simple evento privado. Fue un acto de particulares que violó el Estado de derecho y el principio de igualdad, generó privilegios y discriminación, y le faltó el respeto al sacrificio del pueblo paraguayo en tiempos de pandemia. Violó el Estado de derecho (art. 1 Constitución de 1992) porque la boda como si fuera un ente estatal descentralizado y autónomo generó su propio derecho, que más bien son reglas injustas de privilegio.
La boda se autorreguló y se autocontroló estando al margen de toda ley y violando toda ley. El art. 127 de la Constitución se volvió letra muerta: “Toda persona está obligada al cumplimiento de la ley”. La boda Cartes-Bendlin violó el principio de igualdad (art. 46) porque impuso a las autoridades que le dieran un trato preferencial. Si se compara el trato recibido por la boda de Luque, la boda “chuchi” y la boda Cartes-Bendlin la discriminación es evidente.
En la primera, los participantes fueron llevados presos a una comisaría, en el segunda fueron imputados, pero con un trato benigno y en la tercera las autoridades se desentendieron, por presión política, y dejaron que ellos hagan lo que quieran. Las autoridades (Policía, Ministerio Público-Fiscalía y Ministerio de Salud) violaron el principio de dar un trato igual a situaciones iguales. Infringieron el art. 47 inc. 2: “El Estado garantizará a todos los habitantes de la República la igualdad ante las leyes”.
¿Estarán también reservando y acaparando camas en terapia intensiva? Claramente, el Ministerio de Salud Pública fue cómplice al permitir que los recursos de salud no estén a disposición del pueblo paraguayo que verdaderamente los necesita. Tras la visita de Macri, la boda Cartes-Bendlin y otros eventos, Horacio Cartes Jara, pone nuevamente en la agenda del constitucionalismo paraguayo el estudio y control de los poderes fácticos y el daño que se genera a la democracia. En la puja entre el poder institucional y el poder fáctico, Mario Abdo es el pato de la boda.
Ese día el sacerdote que ofició la misa y el obispo que cedió la
Catedral deberían pedir disculpas públicas al pueblo por atender en forma privilegiada a los poderes fácticos que corrompen la democracia. Se extraña a Monseñor Ismael Rolón Silvero.
María Sol Cartes Montaña y Patrick Bendlin Del Mónico, son adultos y responsables ellos mismos de sus actos, tienen una situación de privilegio, pero no aprendieron nada de responsabilidad social, no demostraron sensibilidad comunitaria ni supieron ser solidarios con el pueblo paraguayo que está sufriendo en tiempos de pandemia. Estos jóvenes no están en condiciones de liderar nada y no son parte de una juventud paraguaya comprometida con la democracia. para la batalla con 6.000 combatientes,