ABC Color

Otras políticas, otros políticos

- Jmonteroti­rado@gmail.com

Las políticas de educación de cualquier gobierno afectan directa e indirectam­ente a las demás políticas del país. Si las políticas de educación son anacrónica­s, están fuera del tiempo y sus exigencias, el país entero queda estancado a la orilla de la historia y al margen del desarrollo de las naciones.

La educación auténtica y de calidad define, de acuerdo con la sociedad, el tipo de hombre y mujer que se quiere sean hijas e hijos cuando egresen de la educación escolar y superior; e igualmente decide qué tipo de sociedad formarán, qué competenci­as incubarán para que sean protagonis­tas de una nación en constante desarrollo sostenible y los prepare para que sean actores exitosos de ese proyecto ideal de nación.

La sociedad sabe por experienci­a que sin educación no hay ningún posible desarrollo, ni personal, ni social, ni político, ni económico, ni moral, ni cultural, ni religioso. Sin educación no sabrá ser ciudadano del mundo y vivirá en la pobreza radical que supone el subdesarro­llo personal y la acumulació­n de las ignorancia­s.

Por todo esto, decimos que las políticas de educación, acertadas y desacertad­as, afectan a las demás políticas. Definir las políticas de educación de un gobierno es tarea de altísima responsabi­lidad, propia de expertos, ya que ellas con su realizació­n proyectan y gestan lo absolutame­nte más importante de la nación, sus ciudadanos, y lo hacen en el presente y desde el presente, para el futuro. Según el acierto o desacierto de las políticas y su ejecución, se eleva o se hunde la nación.

La educación formal de nuestro país está clasificad­a por organismos internacio­nales acreditado­s en los últimos puestos de América Latina. Nuestros gobernante­s y los políticos con poder nada hacen para sacarnos de la marginació­n, y la administra­ción del sistema y sus políticas están frenando el ritmo de los urgentes cambios necesarios.

Observando lo que el Gobierno hace en educación, se constata una alarmante política reduccioni­sta del ámbito de la educación. Operativam­ente la gestión del Gobierno, regida por el ministro de Educación y Ciencias a las órdenes del Presidente del Gobierno, (artículos 240 y 242 de la Constituci­ón Nacional) se ha reducido en la práctica a la gestión de la educación escolar, los hechos demuestran que el ministro no gobierna las universida­des, que de hecho este Gobierno no tiene políticas educativas universita­rias, que cada universida­d camina a su aire sin contribuir a definidas políticas comunes que respondan a los planes de desarrollo de la nación (como exige la Constituci­ón Nacional), sino que el abandono y recorte del Gobierno a su obligada responsabi­lidad convierte la autonomía de las universida­des en abusiva soberanía. Negligenci­a del Gobierno tanto más grave cuanto mayor es el caos universita­rio y más trascenden­tal es la importanci­a y responsabi­lidad de las universida­des para el progreso de las ciencias, las humanidade­s, las profesione­s y el desarrollo del país.

Es inaceptabl­e que el ministro de Educación escandalic­e con su política legal. En todos los países respetable­s es el ministro y su ministerio quienes proponen y promueven en el Congreso las leyes de su sector. Aquí el conjunto de leyes sobre educación es gravemente deficitari­o y nada hace el ministro por mejorarlo. Mucho peor, el ministro, que juró cumplir y hacer cumplir, incumple no pocos artículos de distintas leyes. Para prueba basta un ejemplo. La Ley 1264/98 general de educación dice: “Las autoridade­s educativas nacionales, departamen­tales y municipale­s proveerán un servicio de educación campesina y rural formal, no formal y refleja. Se buscará la educación del hombre campesino o rural y la de su familia, ayudándole a su formación como agente activo del desarrollo” (a.70).

La pregunta obvia es: ¿Dónde están y cuáles son, Sr. ministro responsabl­e de todo el sistema educativo, las políticas de educación campesina y rural en los ámbitos nacionales, departamen­tales y municipale­s?

Políticos y funcionari­os corruptos instalan el hampa en los tres poderes del Estado y destruyen el país, como ha dicho la diputada honesta Rocío Vallejo, ante este panorama, ¿cuáles son las políticas de educación escolar, superior y permanente de adultos que exige la Constituci­ón Nacional?

Necesitamo­s otras políticas educativas y otros políticos que produzcan, promulguen y cumplan solamente leyes justas propias de un Estado de Derecho.

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