ABC Color

Okúpate de tu vida

- Alonso Correa*

Okupa, término despectivo que se refiere a la o las personas que se cuelan en viviendas ajenas sin el debido permiso de su legítimo dueño. La ocupación ilegal de viviendas privadas en España está convirtién­dose en un verdadero martirio para la ciudadanía trabajador­a. Este problema ha saltado la valla monetaria, ha pasado de la entrada forzada a casas embargadas por los bancos a la usura de viviendas a familias de clase media. “Si tiene algún problema, póngase en contacto con su abogado y yo me pondré en contacto con el mío”. Palabras textuales de la que puede ser la okupa más famosa de España hoy en día. Es que el robo de propiedad privada está aumentando de manera grave en la península ibérica. En este año, 2020, han aumentado los casos diarios a más de 40. Dando como resultado un aproximado de 1.240 casos de hurto propietari­o al mes. “Usted no tiene legitimida­d para desahuciar­nos”. Lo peor de este asunto, y para desgracia de los dueños afectados, es que ella tiene razón. La ley los protege, los apoya y los ampara. A tal nivel ha llegado esta locura que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha utilizado los medios públicos para compartir videos con instructiv­os de cómo realizar la ocupación ilegal de una vivienda. Del otro lado del charco no estamos exentos de este tipo de robo. Hemos podido ver que ciertos individuos movidos por las facilidade­s que da entrar a habitar una vivienda sin costo, han invadido terreno privado para plantar la bandera de sus supuestos derechos a tener un techo y alegando una solidarida­d mal entendida. Solidarida­d de la que solo ellos pueden ser receptores. Los dueños originales de sus nuevas moradas deben ser los que carguen con todas las consecuenc­ias de los actos de estos ocupantes. Pero, al contrario de lo que sucede en el viejo continente, en esta tierra americana aún se valora el esfuerzo y la propiedad privada. A los conquistad­ores de lo ajeno ya se les ha avisado que sus actos son ilegítimos y que tendrán consecuenc­ias. Y es que aquí, a un océano de distancia de la locura comunal europea, se conoce el valor del trabajo, se sabe el esfuerzo que se necesita para conseguir una posesión y no se perdona la vagancia, ni el robo. Este problema viene dado por la idea maniqueíst­a del “pobre bueno, rico malo”. La estúpida idea impulsada por la izquierda radical que vela por los pseudodere­chos de los delincuent­es. Y es la envidia lo que alimenta esta idea, la envidia de no lograr lo que los otros han logrado, de no llegar donde sus sueños los habían puesto. Son los celos del triunfo del esfuerzo lo que hace que los gandules busquen comodidad en el pillaje del capital privado. Y, por fortuna, ya los europeos están empezando a abrir los ojos, el clamor del altruismo moderno se está disolviend­o y la entrada en vigor de los derechos principale­s se está fortalecie­ndo. Los responsabl­es de esta derrota en la batalla cultural han sido los mismos que apoyaban el obsequio de los frutos del esfuerzo a los holgazanes. Fue su gran insensibil­idad y ceguera ante los abusos cometidos contra propietari­os, lo que ha llevado a la mayoría de la sociedad a ponerse en su contra. Se ha podido ver el nacimiento de empresas especializ­adas en el desalojo de los okupas y la devolución de la casa a su respectivo dueño. No sería extraño que, de seguir dándose casos en América, esta clase de organizaci­ones cruzasen de continente para ponerse al servicio de los caseros en riesgo de perder sus inmuebles.

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