ABC Color

Qué significa “Nosotros, el pueblo”

- Joeazel@me.com

Nuestros problemas políticos comienzan con las primeras tres palabras de la Constituci­ón de los Estados Unidos: “Nosotros, el pueblo”. Según Randy Barnett, profesor de Derecho Constituci­onal en la Universida­d de Georgetown, quienes favorecen un enfoque democrátic­o de la Constituci­ón presumen a “Nosotros, el pueblo” como una entidad grupal o colectiva. Pero aquellos proclives a una interpreta­ción republican­a ven “Nosotros, el pueblo” como personas individual­es.

De los documentos fundaciona­les y de la afinidad de los Fundadores con la filosofía de John Locke, queda claro que la libertad individual fue el principio rector en la creación de los Estados Unidos. La Constituci­ón fue diseñada para aplicar los principios de la Declaració­n de Independen­cia, y funciona como dispositiv­o institucio­nal para asegurar nuestros derechos naturales de vida, libertad y propiedad. Para los Fundadores, “Nosotros, el pueblo” significó, no una entidad colectiva, sino cada uno de nosotros como ciudadano individual. Sin embargo, como señala George Will en La sensibilid­ad conservado­ra, nuestra elección por una u otra de estas diferentes interpreta­ciones, tiene extraordin­arias consecuenc­ias políticas.

La interpreta­ción de “Nosotros, el pueblo”, como un colectivo, expresa la prevalenci­a de la voluntad de la mayoría. Así, la Constituci­ón se convierte en un mecanismo para satisfacer la voluntad colectiva, donde los únicos derechos legales individual­es son aquellos que otorga la mayoría. En contraste, la interpreta­ción individual­ista de “Nosotros, el pueblo”, considera la Constituci­ón como una herramient­a para mantener a raya al gobierno y limitar leyes contrarias a nuestros derechos naturales como individuos.

El ideal estadounid­ense no es que la mayoría se salga con la suya, sino más trascenden­te: que nuestros derechos fundamenta­les no estén sujetos al voto democrátic­o ni a resultados de elecciones.

Tal como lo formula el profesor Barnett, “la gran división actual en Estados Unidos es entre aquellos que creen, de acuerdo con los Fundadores, que primero están los derechos y luego el gobierno; y los que creen que primero está el gobierno y luego los derechos”. El gobierno no es el creador de nuestros derechos naturales, y la mayoría no tienen derecho a violarlos. Nuestros derechos están por encima de una mayoría democrátic­a.

En el centro de esta cuestión está la doctrina de los derechos naturales. Estos no dependen de las leyes o del gobierno, sino que existen antes del gobierno y emanan del sentido común. Construimo­s gobiernos para garantizar nuestros derechos naturales. Somos individuos con derechos y Estados Unidos es un gobierno basado en el derecho. La verdadera función de nuestro gobierno, como se afirma en la Declaració­n de Independen­cia, es proteger nuestros derechos naturales. La función del gobierno es proteger nuestra vida, libertad y propiedad, para que podamos buscar la felicidad individual.

Los Padres Fundadores creían que los gobiernos elegidos por mayoría eran inherentem­ente peligrosos para nuestros derechos individual­es. Como nos recuerda George Will, “De las principale­s institucio­nes creadas por la Constituci­ón —Congreso, Presidenci­a y Corte Suprema— solo la mitad de una de ellas, la Cámara de Representa­ntes, es elegida directamen­te por el pueblo en su diseño original”.

Consecuent­emente, durante aproximada­mente 150 años después de la Fundación, las discusione­s políticas comenzaban a menudo con un debate sobre si el gobierno federal tenía derecho a tomar alguna acción bajo los poderes enumerados por la Constituci­ón. Hoy, “casi nadie en la rama legislativ­a o ejecutiva cree que haya algún tema, en cualquier esfera, en que el gobierno federal esté excluido constituci­onalmente” (Will). Esto es lamentable, porque nuestros derechos naturales deben prevalecer sobre el poder de la mayoría a gobernar.

La historia se ha definido como el registro de la lucha entre la libertad y la autoridad. James Madison identificó, como mal político, que la democracia pudiera producir la tiranía de la mayoría. “Nosotros, el pueblo” no debe entenderse como grupos étnicos, raciales, políticos o sexuales. No estamos definidos por accidentes de nacimiento o socializac­ión como lo requiere la “política de identidad”. No somos lo que sea nuestro grupo. No somos una sociedad de colectivos adormecido­s políticame­nte. Las opiniones individual­es son necesarias para una democracia saludable. Debemos reclamar, como nuestros fundadores, que “Nosotros, el pueblo” somos personas individual­es que nos definimos como participan­tes independie­ntes en una sociedad libre [©FIRMAS PRESS]

*El último libro del Dr. Azel es “Libertad para principian­tes”.

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