Alerta Roja
Sonó la alarma. El comunicado del Servicio Nacional de Evaluación del Proceso Educativo (SNEPE) del MEC nos ha puesto en alerta roja, con su reciente informe sobre el bajísimo nivel de aprendizaje de nuestros escolares, en matemáticas, castellano y guaraní.
Las consecuencias de estos resultados son trágicas para nuestros niños, adolescentes y jóvenes, sus familias y todo el país.
Con una muestra extraordinaria de 364.000 alumnos del 93% de las instituciones educativas escolares, investigados, se ha comprobado que ninguno de los estudiantes ha llegado al puntaje mínimo necesario. La evaluación y los datos corresponden a los años 2015-2018 y los alumnos evaluados son de 3º y 6º de Básica, 9º de Básica (ahora integrado a Educación Media) y 3º de Educación Media (final de bachillerato).
No llegar al mínimo necesario en castellano y guaraní significa que no llegan al mínimo necesario para comunicarse humanamente. Tenía razón el sabio antropólogo Bartomeu Melià cuando decía que no tenemos bilingüismo, sino “nihilingüismo”. Sin dominio de la lengua el ser humano queda reducido casi al primitivismo de los primeros Homo sapiens, porque la lengua nos diferencia de los animales.
Sin dominio de la lengua no sabrán leer ni escribir suficientemente, quedarán estancados sin lectura comprensiva. No podrán interpretar la información precisamente ellos que son milenials, inmersos en la sociedad de la información y la comunicación. Les será estéril el esfuerzo del estudio y no podrán tener acceso a los conocimientos. Sin comunicación, reducidos al lenguaje popular de las redes sociales, sin información y sin posibilidad de aprender en la era de inteligencia artificial, nanotecnología, biogenética, robótica, quedarán sumergidos en la ignorancia e inutilidad.
Los seres humanos pensamos con dos herramientas: palabras e imágenes. Los perros piensan con imágenes y no progresan. Si tienes pocas palabras en las dos lenguas, tu capacidad de pensar será tan pobre como tu vocabulario. El dominio de la lengua es necesario para conceptualizar, interpretar, comprender, producir ideas y expresarlas.
El Estado, sus administradores y gobernantes son responsables de esta grave situación (Art 75 CN) que lesiona derechos fundamentales de aproximadamente 1.300.000 ciudadanos menores indefensos.
Los responsables inmediatos son los docentes, a quienes incumbe el manejo profesional de la didáctica, totalmente preterida. Pero la pregunta inevitable es ¿por qué nuestros docentes no saben enseñar? Y la respuesta nos remite al análisis político.
Estos resultados son producto de años y aunque los datos de estos tres años son peores que los de períodos anteriores, hay que tener en cuenta que los alumnos de Educación Media llevan de diez a doce años en el sistema. ¿Qué ha pasado en esos años?
Desde el año 2008 al 2018 el MEC ha sufrido sucesivamente la agresión y devastación política, convirtiendo al MEC en oficina de empleo para favoritos del poder de turno. Aunque parezca mentira en esos diez-once años hemos tenido cuatro presidentes de la República y ocho ministros de educación: los Sres. Horacio Galeano Perrone, Luis Alberto Riart, Víctor Ríos, (de nuevo) Horacio Galeano Perrone, Marta Lafuente (la mejor de todo el período, cambiada por presión politiquera), Enrique Riera, Raúl Aguilera y Eduardo Petta. La media de permanencia en el cargo no pasa de un año y tres meses. Y en el período de investigación del SNEPE (2015-2018) hemos tenido tres ministros. ¿Creen Ustedes que en ese tiempo se puede hacer algo en el ministerio más grande y complejo?
Lo peor es que en nuestro país cada ministro que toma la cartera cambia a los que estaban trabajando en los cargos más importantes del MEC y arrastra por compromisos políticos y de amistad a otros muchos cambios; costumbre irresponsable que no puede ser frenada porque no tenemos ley de carrera y meritocracia del funcionariado ni del profesorado.
Los procesos educativos no pueden funcionar si el sistema está pervertido. Usar la educación para intereses personales y partidarios es pervertirla. La educación necesita lo que es esencial para ella y no tiene: estabilidad, continuidad, racionalidad, idoneidad, políticas de Estado y no de gobierno, profesionalidad, ética y visión de futuro. Lamentablemente el equipo actual que dirige la educación no da muestras de poseer y saber manejar estas características. Si no hay cambios radicales, no habrá esperanza. La fábrica seguirá produciendo analfabetos funcionales.