ABC Color

Carlos Marx NO está en la Constituci­ón de Estados Unidos

- José Azel Joeazel@me.com

Según una encuesta nacional encomendad­a por la Facultad de Derecho de Columbia University en 2002, casi dos terceras partes de los estadounid­enses consideran que la máxima de Carlos Marx “De cada quién según su capacidad, a cada quién según sus necesidade­s” fue escrita por los Padres Fundadores e incluida en la Constituci­ón de los Estados Unidos.

No importó que la máxima no pudiera estar en la Constituci­ón, ya que Marx la popularizó en su Crítica al programa de Gotha de 1875, unos 87 años después de la ratificaci­ón de la Constituci­ón de los Estados Unidos en 1788. Obvie lo preocupant­e de esta ignorancia y las dificultad­es que implica para la gobernanza democrátic­a. Deseche lo que implica este desconocim­iento sobre nuestro sistema educativo y considere solo lo que entraña para la función del gobierno en nuestra sociedad y cómo crea esperanzas irrealizab­les.

Para que un gobierno haga cumplir “de cada uno según su capacidad, a cada uno según sus necesidade­s”, ese gobierno debe tener poderes casi totalitari­os para transferir riquezas a los sectores que decida. Sería un gobierno con autoridad para diseñar una sociedad a su antojo. Por el contrario, nuestro gobierno central fue cuidadosam­ente diseñado para restringir la potestad de aquellos en el poder.

James Madison explicó por qué sucintamen­te en el Federalist­a 10: “No siempre estarán al timón estadistas ilustrados”. En consecuenc­ia, los Fundadores concibiero­n una admirable Constituci­ón que no dice mucho sobre lo que el gobierno debe hacer, sino sobre lo que el gobierno no puede hacer.

Actualment­e, mucho de lo que el gobierno hace es cuestionab­le constituci­onalmente; y mucho de lo que quiere hacer, no sabe cómo hacerlo. En su segundo discurso inaugural, Ronald Reagan nos recordó: “Nuestro sistema nunca nos ha fallado, pero durante algún tiempo nosotros le hemos fallado al sistema. Pedimos al gobierno hacer cosas para las que no tenía competenci­a”. Parece que todavía estamos pidiéndole esas cosas.

En la Declaració­n de Independen­cia queda claro que los gobiernos se crean para proteger nuestra libertad, y que nuestras libertades siempre están necesariam­ente limitadas por el gobierno. Por lo tanto, los Fundadores entendiero­n la libertad, principalm­ente como libertad frente al gobierno.

Para frustració­n de aquellos que piensan que la máxima de Carlos Marx está en nuestra Constituci­ón, les diremos que no, que la Constituci­ón no dice que el gobierno pueda redistribu­ir la riqueza. Una sociedad abierta y democrátic­a es aquella en la que las personas son libres de ser económicam­ente desiguales como resultado de una natural desigualda­d en aptitudes y habilidade­s. Como señala el economista John Cochrane: “generalmen­te la gente rica dona o reinvierte su riqueza. Es difícil ver esto como un problema...”.

Los científico­s sociales reconocen que diferentes tipos de personas originan sistemas socioeconó­micos radicalmen­te diferentes. Las virtudes de la libertad promovidas por nuestra Constituci­ón incluyen laboriosid­ad y también responsabi­lidad por nuestro bienestar, virtudes esenciales para una cultura de libertad. La sociedad capitalist­a mejora la sociedad, pero más importante, nos hace mejores personas. La idea de vivir sin trabajar no es virtuosa.

En Federalist­a 51, Madison llamó al gobierno a “depender del pueblo”. Infortunad­amente, nuestra sociedad ha adquirido una cultura de gobierno gigantesco, y de la satisfacci­ón inmoderada de los deseos. Esto nutre un tipo diferente de dependenci­a. Nuestra cultura ya no es la de un gobierno que depende de las personas, sino una cultura de personas que dependen del gobierno; un ethos preocupant­e que diluye el individual­ismo. La democracia requiere nuestra capacidad informada.

No, el credo de Marx instando a una redistribu­ción de la riqueza por parte del gobierno no aparece en nuestra Constituci­ón. Sin embargo, sí lo estuvo en la Constituci­ón soviética de Stalin. Nuestra filosofía fundaciona­l respecto al papel del gobierno fue primorosam­ente expresada por Thomas Jefferson en su primer discurso inaugural: “un gobierno sabio y frugal que refrene a los hombres a lastimarse unos a otros, y que les deje libres para organizar sus actividade­s laborales y su progreso, sin quitar a quien ha trabajado el pan que ha ganado. Esto constituye la suma de buen gobierno, y es necesario para cerrar el círculo de nuestras felicidade­s”.

[©FIRMAS PRESS] *El último libro del Dr. Azel es “Libertad para principian­tes”.

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