Los pacientes con cáncer no pueden esperar.
Megáfono en mano y encadenada a las rejas de la sede central del Ministerio de Salud Pública, una joven, hija de una mujer con cáncer de colon en etapa 4, gritaba el viernes pasado: ¡Por favor! ¡No quiero perder a mi mamá! Al momento del reclamo, el único acelerador lineal instalado a nivel de instituciones del Estado, ubicado en el Instituto Nacional del Cáncer, llevaba dos semanas sin operar. Con toda la atención puesta en los casos de covid, la sociedad y las autoridades sanitarias parecen haber olvidado que esta no es la única enfermedad que nos afecta. Antes de marzo del 2020, cuando estalló la pandemia, nuestro sistema de salud ya se caía a pedazos, con severos déficits no solo en unidades de terapia intensiva o tratamientos sofisticados. Diecisiete organizaciones que nuclean a pacientes con enfermedades de base y dolencias de elevada complejidad hicieron público un manifiesto en el que denuncian la falta de atención oportuna, precoz, eficaz, accesible y de calidad desde el inicio de la pandemia. En resumen, piden que les garanticen el acceso oportuno y regular a tratamientos, medicamentos, insumos y servicios sanitarios requeridos para tratar las enfermedades crónicas y de alto costo. En pocas palabras, piden seguir viviendo.