La narcopolítica
Siempre se habló de la conexión de senadores y diputados con narcotraficantes y de dinero sucio para ganar un escaño. Hace unos días, en el mismo Parlamento saltó la denuncia de parte de la diputada liberal, Celeste Amarilla, y el colorado Basilio “Bachi” Núñez. A la primera le costó dos meses de suspensión y al segundo, un sonoro aplauso. Pero este dispar resultado confluye en lo mismo: la narcopolítica. Cuesta entender que la acusación de dos parlamentarios –a la que se debe agregar la realizada por Arnaldo Giuzzio en su momento– deba caer en saco roto. ¿A ningún otro parlamentario le importa? ¿No se les ocurre integrar una comisión que investigue tan grave hecho? ¿Ni siquiera para guardar las apariencias? No creo que todos los senadores y diputados reciban dinero de los traficantes para que se hagan los desentendidos. Los que no están en la narcopolítica ¿por qué no se hacen escuchar? El silencio no hace sino abonar la sospecha de una conspiración para esconder a los culpables. De todos modos, suelen filtrarse algunos nombres que saltan a la prensa. Recordemos que el mismo Giuzzio los había dado y denunciado ante el Ministerio Público donde duerme el expediente desde hace años. ¿Qué motivos alientan a los parlamentarios para no escuchar los reclamos de sus mismos pares? Los efectos de la cocaína son muy conocidos, aun así copié de una publicación estos dos párrafos: “El consumo de cocaína aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial, y puede conllevar un ritmo cardiaco anormal y ataques mortales, incluso en gente joven y saludable. La cocaína también puede provocar convulsiones y derrames cerebrales. La cocaína es altamente adictiva. “El consumo de cocaína, incluso poco después de haberse iniciado, lleva a una pérdida del control de su uso y a fuertes ansias de consumir más y más cocaína con mayor frecuencia. Si el consumo de drogas no continua con regularidad, el usuario tiene síntomas de abstinencia, incluyendo letargo, debilidad muscular, irritabilidad, lentitud para comprender y depresión. La adicción a las drogas no tiene una cura rápida y fácil, pero el cuidado médico es fundamental para enfrentar la adicción y recuperar la salud”. La droga “es altamente adictiva” y su víctima siente “fuertes ansias de consumir más y más”. Situaciones son éstas que no solo dañan al consumidor, también a quienes nada tienen que ver con el mortal veneno. Cada día asistimos impotentes a la devastadora violencia de los adictos que necesitan consumir con desesperación y carecen de dinero para darlo al criminal que lo ha iniciado en el vicio justamente para extender su negocio. Así vemos a personas que pierden la vida por un celular cuya venta, por nada, servirá para comprar unos gramos del estupefaciente. La diputada Celeste Amarilla dijo que hay parlamentarios que llegaron al cargo con dinero sucio o de origen espurio. El diputado Basilio Núñez dijo: “Los partidos políticos están metidos en la narcopolítica”. No tiene explicación que estas denuncias –o la tiene demasiado– pasen indiferentes debajo de las narices del Ministerio Público. ¿No le importa? ¿No se anima a investigar porque los supuestos criminales son parlamentarios? Pero hay otros escenarios. El diputado Núñez agregó: “Paraguay no solamente es un país de tránsito, es un país donde se consume drogas, y diferentes tipos de drogas, tenemos el microtráfico”. De vez en vez suelen caer los microtraficantes que podrían dar la pista para que la Policía llegue a los proveedores; pero no lo hace, se contenta con muy poca cosa. Mientras tanto, los dueños de la mercadería viven tranquilos; nadie les molesta en su “trabajo” de arruinar vidas. Si la narcopolítica se anidó en el Parlamento, nuestra democracia tiene sus días contados.