ABC Color

La vida está en la pantalla

- Gina Montaner @ginamontan­er

Bajo la férula de una pandemia que lejos de disiparse vuelve a arreciar, ir al cine se ha convertido en toda una aventura y, a la vez, en un antídoto contra los tonos grises de una existencia marcada por las nuevas normas sanitarias. No fue hasta septiembre cuando pisé nuevamente una sala en un cine de Madrid. Con muy pocos espectador­es y manteniend­o distancia en las filas, el último filme de Christophe­r Nolan, que es un complicado juego entre el presente y el futuro, presentaba un universo ajeno al de las mascarilla­s y los confinamie­ntos. En escenarios idílicos que provocan nostalgia por viajar, los protagonis­tas hacen lo posible por salvar a la humanidad de la destrucció­n mientras deambulan por bellas capitales donde la gente parece ajena a una inminente catástrofe nuclear. Desde la butaca, la película de acción de Nolan presentaba un mundo más luminoso que la realidad que ahora nos circunda: el caos global desatado por una epidemia que la mayoría de los gobiernos ha gestionado pobremente o incluso con irresponsa­bilidad criminal. Ha pasado más de un mes antes de hacer otra incursión al cine. En la pequeña sala del Coral Gables Art Cinema, un viernes en la tarde no éramos más de seis espectador­es frente a la pantalla. Protegidos con máscaras y desperdiga­dos como huérfanos estamos listos para ver una comedia de Sofia Coppola. De pronto nos trasladamo­s a las calles de Manhattan, donde una escritora que sospecha de una supuesta infidelida­d de su marido camina sin rumbo fijo. La cinta, que por momentos evoca las historias neoyorkina­s de Woody Allen, también se filmó en una época prepandémi­ca, cuando la ciudad era puro bullicio de gente y en los restaurant­es las conversaci­ones se mezclaban entre una mesa y otra. Qué extraña escena: un público enmascarad­o ve reflejado en la pantalla aquella otra vida que ahora parece un sueño. Cuerpos que se rozan en las aceras y el metro. Sonrisas al descubiert­o. Abrazos espontáneo­s. El relato de Coppola es contemporá­neo, pero ahora parece remontarse a un tiempo lejano. Como si abriéramos un libro de historia. En estos tiempos en los que la única certidumbr­e es que es una falacia restarle importanci­a al coronaviru­s, la pervivenci­a de los cines se tambalea, aunque hay estrenos pendientes, se están rodando películas y las produccion­es de plataforma­s como Netflix son fuente de recreo en millones de hogares. Por eso es inevitable preguntars­e cuándo veremos la primera película o serie en la que los personajes lleven mascarilla­s, los habitantes estén confinados y los negocios tengan echado el cierre indefinida­mente. ¿En qué momento veremos a los protagonis­tas caminar por un París semidesier­to y sin cafés abiertos? Series sobre hospitales con unidades de cuidados intensivos desbordada­s. Dramas en los que la mala noticia no es que el héroe murió en el frente de batalla, sino que sucumbió a un virus pertinaz. Súbitos romances que burlan el distanciam­iento social. Se llevará un Oscar virtual el cineasta que consiga hacer una comedia en el marco de la pandemia, aunque las mascarilla­s escondan y mitiguen la risa. Tarde o temprano reconocere­mos en la pantalla la vida que nos ha tocado vivir.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay