Estrategia curricular Siglo XXI
En los ambientes intelectuales y científicos, hace muchas décadas, se llegó a la conclusión de que ninguna realidad del mundo se puede conocer desde una sola ciencia. Actualmente, se acelera la convicción de que ninguna ciencia es absolutamente autónoma, aunque tenga su objeto y método específicos y bien definidos. Ninguna realidad existe aislada, todo está relacionado y cada realidad y todas ellas forman parte de un sistema y una unidad cósmica global. Intuiciones tan antiguas como la del budismo, afirmando esa unidad, encuentran cada día más apoyo en la ciencia. Por eso, ya en el siglo XX, se superó el planteamiento de acceso al conocimiento de la realidad, estudiándola e investigándola por disciplinas separadas y se pasó al estudio e investigación de la realidad con planteamiento “interdisciplinar” e incluso también “transdisciplinar”. Nuestro sistema educativo sigue estancado en diseños curriculares por asignaturas o disciplinas. Por lo visto sus planificadores ignoran las posibilidades y necesidad del tratamiento interdisplinar y transdisciplinar para ponerse al día y facilitar los conocimientos tal como la ciencia los produce. Parece que el MEC prefiere la estrategia curricular inspirada en el siglo XIX y piensa que añadiendo muchas disciplinas separadas se logrará que los alumnos alcancen un conocimiento adecuado y superior de la realidad. A este criterio responde probablemente la política seguida en la Educación Media, cuyo currículo está sobrecargado de disciplinas, sobrecarga que no posibilita calidad de los conocimientos, sino que, en el mejor de los casos, convierte el cerebro de los estudiantes en una enciclopedia superficial, que contiene algo y muy poquito de muchas cosas, pero nada con la necesaria profundidad para poderse convertir en saber personalizado. Pretender enseñar con disciplinas inconexas es semejante a querer dar a conocer un mosaico enseñando al observador tesela a tesela (pieza a pieza) del mosaico separada y sucesivamente. La enseñanza con interdisciplinariedad no elimina el estudio de las disciplinas, sino que ofrece tiempos y método para que los alumnos capten las interconexiones necesarias para comprender la totalidad y unidad de la realidad. Estudiar y comprender al ser humano no es estudiar separadamente la biología, la anatomía, la neurología, la psicología, su dimensión social y su dimensión espiritual, el conocimiento del ser humano demanda la interdisciplinariedad que le ayuda a comprender la totalidad y la unidad de la persona, porque en el ser humano todos sus componentes están integrados constituyendo su identidad. La interdisciplinariedad facilita el conocimiento holístico (global) de cada realidad y de todas en la unidad cósmica de lo existente. Para eso los especialistas en interdisciplinariedad han explorado y ofrecen orientación suficiente sobre las posibilidades para elegir distintos tipos y niveles de dicha interdisciplinariedad. Cual puede ser la interdisciplinariedad que deben proponer los diseños curriculares y aplicar los docentes en sus procesos educativos con los alumnos es una pregunta a la que corresponde responder a los planificadores en coherencia con las edades y capacidades por niveles del sistema educativo. No será lo mismo desarrollar la interdisciplinariedad para los educandos de educación inicial, que de escolar básica, educación media o educación superior. Está claro que el nivel y tipo de interdisciplinariedad está pedagógica y didácticamente relacionado con el proceso de adquisición de competencias. La integración de la transdisciplinariedad en la estrategia curricular es más difícil y no menos necesaria. La ciencia no satisface totalmente el hambre de conocimiento del ser humano. La ciencia nos explica maravillosamente el “cómo” son las realidades, pero no tiene respuesta cuando le preguntamos el “por qué” y el sentido último de su existencia. La transdisciplinariedad se ocupa del “a través de”, del “más allá” de cada realidad. La epistemología (teoría del conocimiento) como demuestra Ken Wilber identifica tres ojos del conocimiento, el ojo de los sentidos (el que usan los científicos para observar y medir), el ojo de la razón (el de los filósofos) y el ojo del espíritu (el de la espiritualidad natural y la espiritualidad religiosa). La epistemología le pasa el turno de la ciencia a la filosofía, la axiología, la ética, la estética, la religión, para que nos den a conocer la dimensión trascendente de toda realidad. En el siglo XXI crece vertiginosamente la producción y el hambre de conocimientos. La educación debe cambiar su estrategia curricular.