Una encrucijada para colorados y liberales
Los dos partidos tradicionales y de mayor arraigo en nuestro país: la Asociación Nacional Republicana Partido Colorado y el Partido Liberal Radical Auténtico se encuentran, como muchas veces, en una encrucijada que definirá su futuro. Ambos partidos tendrán este fin de semana sendas Convenciones Extraordinarias. Las dos instituciones políticas deben adecuar sus respectivos estatutos a la nueva ley electoral, de listas desbloqueadas y la ley de financiamiento político. Esa es la parte formal de la cuestión. En el fondo, lo que está en juego son los liderazgos y las hojas de ruta con vistas a las próximas elecciones municipales y, sobre todo, las elecciones generales de 2023. En el PLRA, su presidente Efraín Alegre está en un brete: cumple con el estatuto partidario y hace que las elecciones internas para autoridades del partido y la de candidatos para los cargos municipales se hagan el año próximo, como sería lo normal, o cede a las presiones de los intendentes y de los otros movimientos internos que quieren separar cada una de esas elecciones. Llevar a rajatabla el calendario electoral del 2021 puede motivar una crisis interna, quizás peor de la que ya está instalada desde hace tiempo. Ceder puede ser visto como un signo de debilidad, además del enorme problema que significará reprogramar la elección que se suspenderá. Alegre, que intentará ser candidato presidencial nuevamente en el 2023, de una eventual alianza opositora, tiene el desafío de conducir este gran lío en que se ha transformado la interna del PLRA, en medio de las feroces críticas, dentro y fuera de su partido, de parte de quienes consideran que es un candidato perdedor para la oposición y que debería tirar la toalla. Por su parte, en el Partido Colorado extrañamente y como cabría suponer, no estará en juego en su convención del sábado el liderazgo del presidente de la República Mario Abdo Benítez. El que se jugará será el del expresidente Horacio Cartes, que ha resucitado, luego de su derrota en 2018, gracias a las torpezas, debilidades de sus antes adversarios y también por el oportunismo y la falta de escrúpulos de muchos dirigentes republicanos que van detrás de intereses económicos. Cartes resultó ser una suerte de Donald Trump criollo, que sin ser afiliado ni simpatizante anteriormente, utilizó la estructura de un partido tradicional que adoptó como instrumento para llegar al poder. Tal vez los colorados, aquellos que aún queden con el orgullo por su doctrina y su historia, deberían preguntarse qué tipo de partido quieren para el partido. Preguntarse si ganar elecciones justifica cualquier cosa, como poner de candidatos a altos cargos a personas sin ninguna formación política ni intelectual, como el actual gobernador del departamento Central Hugo Javier o afiliar a las apuradas a cualquier figura con fachada moderna o exitosa, no importa que fuera afiliado de otro partido, como el caso del excandidato presidencial Santiago Peña. Defender principios, debatir ideas, buscar consensos fuera de la conveniencia económica o de los odios o apetencias personales, parece ser un camino arduo para los dirigentes políticos tradicionales de Paraguay. Sin embargo, la opción de ir por la conveniencia coyuntural puede a la larga ser una trampa que termine por vaciar de todo contenido doctrinario y moral a los partidos Esto, a su vez, tendrá un costo muy alto para una ciudadanía que necesita que sus instituciones democráticas funcionen. El espectáculo de líderes políticos que solamente van detrás del dinero y de la conveniencia personal a la larga nos conducirá a la falta de credibilidad y a salidas autoritarias