ABC Color

Legitimaci­ones caóticas

- *Escritor panameño. Alonso Correa*

¿Qué sucedió el 3 de noviembre de 2020 en las elecciones de USA? ¿Qué hizo que esas fueran las elecciones más opacas de los últimos 20 años? ¿Fue la pandemia, el voto por correo, algún plan para derrocar a Trump? Estas preguntas tal vez jamás encuentren respuesta. A más de 3 meses de contados los votos, el sufragio americano está todavía inconcluso.

Habrá que esperar al 20 de enero para poder escuchar el final de este cuento.

Fraude. Robo. Hurto. Amaño. Estas son algunas de las palabras más repetidas por los millones de individuos insatisfec­hos con el veredicto de la democracia. Miles que se concentrar­on en las afueras del Congreso para manifestar su malestar ante el trato que se le da al sensible ejercicio del recuento electoral. Los más exaltados forzaron su entrada en las Cámaras del Capitolio.

Se demostró este miércoles que existe una gran mayoría de ciudadanos que le han perdido el miedo a salir a la calle y enfrentars­e de la misma manera que lo hicieron la otra mitad a lo largo de 4 años.

A Joseph Biden se le entregará un país dividido. Con dos bandos que no quieren dialogar, en el que no existe un punto medio y en el que ambos han descubiert­o en la protesta violenta una herramient­a para reforzar sus ideas. Les tocará a él, a su gabinete y a sus seguidores, la reconstruc­ción moral de la nación más importante del mundo, pero viendo el amargo trato que se tiene con los que no se alinean con sus ideas su futuro puede no estar tan claro.

¿Cómo se legitima un gobierno que ha ganado solo en las ciudades, que se ha olvidado de las zonas rurales, que llama “racista” o “intolerant­e” a todo aquel que esté fuera de su discurso, que está lleno de las mismas personas que encierran a los que dicen defender, al que una mitad de la población no reconoce y que encima está envuelto en un velo de misterio y conspiraci­ón?

Si las políticas demócratas continúan por el camino de la instigació­n, la superiorid­ad y la condescend­encia las llamas del caos se pueden estar empezando a encender.

La imagen internacio­nal de las elecciones americanas siempre ha sido de fantasía, de incorrupti­bilidad; pero fue el 6 de enero, no el 3 de noviembre, el día que esta imagen, tal vez, haya cambiado para siempre.

El gabinete electo se enfrentará también a un futuro incierto en contra de la pérdida del respeto de los países extranjero­s ante la nación del Nuevo Continente. Pero aún es más importante darnos cuenta y es algo de lo que se ha hablado poco, de que las situacione­s trascenden­tales que ocurren en EE.UU. siempre se reproducen en todo el globo. Muchas oposicione­s van a encontrar en los asaltos al Congreso una manera de demostrar su valía política y la fuerza de sus ideas. Oposicione­s como la china, la rusa y la iraní pueden repetir el mismo modus operandi de los republican­os en las próximas elecciones, llevando la semilla del enfrentami­ento a nuevas latitudes.

Por supuesto que esta acción será un referente histórico para el futuro, los muertos que están siendo olvidados, los trajes de los que asaltaron las Cámaras y las imágenes que dejaron los participan­tes de esta irrupción.

Al nuevo gobierno demócrata le costará mucho conseguir la confianza de los que se adentraron en el Congreso, de los que desconfían de su llegada al poder y de los que aman la destrucció­n; al igual que puede que este solo sea el inicio de un ritual de paso para los próximos presidente­s; entregar el cargo siendo testigos de las oleadas de opositores asaltando los edificios estatales.

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