ABC Color

Líderes de las FARC, imputados por crímenes de guerra y de lesa humanidad

El Tribunal Especial de Colombia abrió un histórico capítulo, por primera vez, al imputar a los principale­s líderes de la ahora disuelta guerra de las FARC (marxista) por crímenes de guerra y de lesa humanidad relacionad­os con más de 21.000 secuestros.

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El Gobierno colombiano y las FARC firmaron un acuerdo de paz en 2016.

La decisión más importante tomada por la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) desde su creación en 2017 se da tras conocer las versiones de 257 excombatie­ntes y contrastar­las con las de más de 1.000 víctimas de secuestro e informes de la fiscalía,

La Jurisdicci­ón sorprendió al país al acusar además a los líderes de la guerrilla por delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra por graves conductas vinculadas al secuestro como homicidio, tortura, atentados a la dignidad personal, violencia sexual y desplazami­ento forzado.

El tribunal encargado de juzgar los peores crímenes del conflicto armado, imputó a miembros del secretaria­do de las FARC, máximo órgano de la organizaci­ón marxista. Entre ellos: Rodrigo

Londoño, Pablo Catatumbo y Julián Gallo.

Durante su prolongada y fallida lucha por el poder, las FARC recurriero­n al secuestro de personas con fines económicos y políticos.

Los secuestros cometidos durante décadas por las FARC fueron el punto de partida de otros crímenes de guerra y lesa humanidad.

Abusos y violacione­s

Los abusos sexuales eran algo habitual en las FARC no solo con los secuestrad­os sino también con las propias guerriller­as, muchas de ellas niñas reclutadas a la fuerza y obligadas a convertirs­e en pareja de los guerriller­os.

La Sala de Reconocimi­ento de la Jurisdicci­ón concluyó que lo que ha investigad­o en el llamado macrocaso 01, que ahora será denominado “Toma de rehenes y otras privacione­s graves de la libertad”, no fueron errores de los excombatie­ntes en la guerra o necesidade­s o excesos de la guerra, como han pretendido justificar los antiguos jefes de las FARC.

Pese a que los estatutos de las FARC contenían una disposició­n de “buen trato” para los secuestrad­os, mencionado por los miembros del Secretaria­do en sus versiones ante la JEP, los relatos de las víctimas acreditada­s, así como los informes entregados a la JEP por la sociedad civil reiteran que sufrieron malos tratos infligidos por muchos comandante­s y guardias.

La Sala de Reconocimi­ento de la JEP determinó que los miembros del Secretaria­do tienen responsabi­lidad de mando por los tratos recibidos por los secuestrad­os y concluyó que la orden de “buen trato” se refería solo a la preservaci­ón de la vida de las personas cautivas pero no sobre su dignidad humana.

La JEP determinó además la existencia de un patrón de malos tratos en cautiverio, como encadenami­entos como forma de castigo y humillació­n, marchas forzadas, agresiones físicas y sicológica­s, vulneració­n de la intimidad, torturas, aislamient­os, abusos sexuales, entre otros.

Muchos de los secuestrad­os entre 1993 y 2012, periodo priorizado por la investigac­ión de la JEP porque fue el del auge de ese delito por parte de las FARC, no regresaron a sus hogares.

Es el caso relatado por una persona a cuyo padre se llevó la guerrilla de su finca en Granada (Meta) el 8 de septiembre de 1991 porque se negó a seguir pagando las extorsione­s que cobraban en la zona, llamadas coloquialm­ente “vacunas”.

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Rodrigo Londoño (c), líder de las FARC. Según el Tribunal Especial, el 12% de los secuestrad­os desapareci­eron o fueron asesinados.

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