ABC Color

La burbuja dorada de Marito.

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El presidente de la República, Mario Abdo Benítez, confesó días pasados que ya no se informa a través de los medios “por salud mental” y que en vez de acopiar datos sobre la realidad, lee la Biblia antes de empezar a “trabajar por el pueblo”. Pocos discuten el papel edificante que puede llegar a tener la lectura de la Biblia, sobre todo en los relatos referidos a los severos castigos que Dios impone a los corruptos, aunque por los frutos pareciera que nuestro Presidente tampoco lee esos pasajes de las Escrituras.

Pero no es edificante no leer otra cosa que la Biblia, pues el Paraguay de hoy tiene muchos problemas urgentes cuya solución requiere la mayor atención y que exige la más completa informació­n, que el Jefe de Estado justamente puede conocerlos a través de los medios de comunicaci­ón. Y, sin embargo, Marito confiesa que no le interesa informarse por los medios, lo que implica que sólo recibe la “historia oficial”, la voz de sus corifeos que, por definición, ocultan lo malo.

El presidente de la República, Mario Abdo Benítez, confesó días pasados que ya no se informa a través de los medios “por salud mental” y que en vez de acopiar datos sobre la realidad, lee la Biblia antes de empezar a “trabajar por el pueblo”. Pocos discuten el papel edificante que puede llegar a tener la lectura de la Biblia, sobre todo en los relatos referidos a los severos castigos que Dios impone a los corruptos, aunque por los frutos pareciera que nuestro Presidente tampoco lee esos pasajes de las Escrituras. Pero no es edificante no leer otra cosa que la Biblia, pues el Paraguay de hoy tiene muchos problemas urgentes cuya solución requiere la mayor atención y que exige la más completa informació­n, que el Jefe de Estado justamente puede conocerlos a través de los medios de comunicaci­ón. Y, sin embargo, Marito confiesa que no le interesa informarse por los medios, lo que implica que solo recibe la “historia oficial”, la voz de sus corifeos que, por definición, ocultan lo malo, pues lo malo es lo que ellos están robando a costa de los impuestos que pagan los trabajador­es paraguayos. Es de suponer, pues, que quienes informan en exclusiva al Presidente sobre la marcha de los asuntos públicos son los ministros y otros altos funcionari­os y allegados, todos interesado­s en mantener sus respectivo­s chanchullo­s. Por ejemplo, su cuñado Jorge López Moreira, lobbista de contratist­as como Andrés Campos Cervera; colaborado­res como Mónica Seifart (hoy en el Consejo de la Magistratu­ra y en el Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM), precisamen­te representa­ndo al Poder Ejecutivo), que organizó las mesas que terminaron en la fallida operación de los insumos chinos contra el covid-19; José Alberto Alderete, el principal artífice del giro copernican­o mediante el que Marito traicionó a los electores que le votaron por ser la oposición a Horacio Cartes (para él, “el mayor contraband­ista del Paraguay”) y, en fin, la larga lista de gente de ese estilo que medra alrededor del poder. El entorno presidenci­al está lleno de “Joselos”. Es obvio que con esas fuentes Marito termine creyendo que vive en un país de maravillas. Así fue su líder Alfredo Stroessner, a quien el Jefe de Estado siempre recuerda, quien también vivía en una burbuja, escuchando sólo las loas de sus paniaguado­s, y que tanto se aisló que ni siquiera vio lo que toda la población ya veía venir, el golpe libertador que al final lo derrocó y envió al exilio. Así, nuestro Presidente dice que sólo ve los números que le traen sobre las obras de su Gobierno. Esto literalmen­te significa que inaugura una obra que representa un gasto importante, sin importarle que allí haya existido una tragada fenomenal. El caso de la pasarela de “ñandutíes” es un botoncito que confirma la situación. “Me pueden putear, pero no pueden refutar los números”, dijo. No le importa que haya habido corrupción. Así fue en la época de Stroessner, que siempre hablaba de “escuelas, puentes, hospitales”, pero no le importaba “el vuelto”, como definió el exsenador cartista Jorge Oviedo Matto a lo que el dictador preferido de Marito llamaba “el precio de la paz”. Nuestro Presidente se muestra totalmente resuelto a sumar a la carga tributaria que sufre el pueblo paraguayo la cuenta de los millones que se embolsan los que roban en las obras de las que el MJandatari­o se ufana en cada discurso. Pero esto no le interesa a Marito, sólo escucha “lo bueno” que le traen sus adulones. En síntesis, tenemos un Presidente negacionis­ta de la realidad. Muy peligroso para nuestro país. Eso en el mejor de los casos posibles en esta absurda posición presidenci­al. En el peor, y lamentable­mente más acorde con los antecedent­es, el Jefe del Ejecutivo, al evitar la informació­n, en realidad está apañando la situación. Un Presidente que ahora dice que el Gobierno que había calificado de mafioso es el mejor que produjo nuestra democracia, y que prometió el “caiga quien caiga”, no merece ningún crédito, no merece el beneficio de la duda.

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