La Seprelad y los sospechosos de siempre
El 5 de noviembre último, la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad) dio a conocer la resolución número 248/20 que establece un reglamento de prevención de lavado, basado en un sistema de administración y gestión de riesgos “dirigido a las casas de cambios sujetas a la supervisión del Banco Central del Paraguay”. El abogado Diego Marcet, director jurídico de Seprelad, sostiene que la resolución 248 tiene como objetivo “fortalecer la protección del sistema cambiario. Es una norma preventiva que busca conocer al cliente que opera con las casas de cambio”. Según explicó el abogado Marcet “el cambio de divisas es parte de un esquema de lavado de dinero. A mayor riesgo, se tienen mayores exigencias. Por eso insistimos en que se tiene que conocer al cliente”. Siguiendo esta tesitura, la resolución 248 establece que todo cliente de una casa de cambios, a partir del cambio de divisas equivalente a tres salarios mínimos, tiene que justificar el origen de su dinero; esto equivale a poco menos de 1.000 dólares. Aquí entran a tallar dos elementos: primero, Seprelad convierte a cualquier ciudadano en sospechoso de lavar dinero cuando acude a una casa de cambios con mil dólares en el bolsillo. Segundo, la resolución 248 no hace otra cosa sino fortalecer y consolidar el cambio informal de divisas. Ningún cambista de la calle exige papeles. El enunciado de la resolución 248/20 está dirigido en forma expresa “a las casas de cambios sujetas a la supervisión del Banco Central del Paraguay”. Puede que algunas casas de cambio sean parte del problema, pero el problema real se encuentra en las calles, donde los cambistas informales tienen libertad para cambiar cualquier monto sin control alguno. Seprelad, reconociendo su incapacidad para controlar el negocio callejero de divisas, se tira contra las casas de cambios que están trabajando según las formalidades dictadas por el Banco Central del Paraguay. Lo malo en esta historia es que el ciudadano común se convierte en sospechoso de lavado de dinero y de financiar al terrorismo ante la incapacidad gubernamental de hacer frente al problema real del manejo ilegal de dinero. Del mismo modo que la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes quiere conocer a los clientes de las casas de cambios, también debería tener curiosidad por el floreciente y sobre todo millonario negocio de venta de cigarrillos, por ejemplo. El abogado Diego Marcet se preocupa por mil dólares de un ciudadano común pero no tiene ningún interés en saber quiénes pagan por las toneladas de cigarrillos que anualmente salen de nuestro país sin control aduanero, ingresando al Brasil de contrabando. Nadie conoce el origen de este dinero, pero sí sabemos el bolsillo en el cuál termina. La resolución 248/20 de Seprelad, cuyo titular es el abogado Carlos Arregui, tiene como resultado el fortalecimiento del cambio informal. Es más cómodo, más rápido. Ningún cambista de la calle pide papeles ni tiene interés en conocer el origen del dinero ¿Para qué ir a una casa de cambios, si en la calle se tiene el mismo servicio, sin tener que andar presentando papeles y llenando formularios engorrosos? Este país es increíble: se premia la informalidad y se castiga a quienes buscan trabajar cumpliendo las leyes. Las empresas tabacaleras, entre ellas la de Horacio Cartes, son un indicio de ello: venden cigarrillos sin que la Seprelad se interese en saber quiénes los compran ni de donde apareció el dinero. Pero a ese pobre infeliz que cambia su mil dólares, a ese sí que hay que controlarle por sospechoso de lavado de dinero.