ABC Color

¿La última esperanza?

- Alcibiades González Delvalle alcibiades@abc.com.py

El gobierno se ha debilitado de tal manera que ya nadie respeta sus disposicio­nes. Políticos, empresario­s, ciudadanos de a pie, deciden lo que tienen que hacer de acuerdo con su convenienc­ia. Los comerciant­es –desesperad­os por sus deudas– fijan el horario de atención al cliente; los transporti­stas hacen andar su vehículo cada hora, sin importarle­s la aglomeraci­ón ni en las paradas ni en los ómnibus; se viaja al interior y se regresa sin ninguna limitación; las playas brasileñas se colman de turistas paraguayos que vuelven al país bien morenitos con entera tranquilid­ad, etc.

Mientras tanto, los europeos nuevamente confinados. Han de tenernos una soberana envidia. Hablamos de países sólidament­e democrátic­os cuyos gobiernos se ven obligados, temporalme­nte, a restringir ciertas libertades en procura de hacer frente a esta calamidad planetaria que cada día empeora.

El bien común, que está por encima de todos los demás bienes, es la vida. Cuidarla es responsabi­lidad de cada persona, también de cada gobierno. Y es aquí donde hacemos agua.

No se respetan los decretos porque el gobierno ha perdido autoridad moral. No puede imponer protocolos porque desde el comienzo de la pandemia, hace un año, todo lo hizo mal en medio de una espantosa corrupción. En este sentido, uno de los casos patéticos nos ofrece el representa­nte de la Organizaci­ón Panamerica­na de la Salud (OPS), Luis Roberto Escoto. Venía mintiéndon­os acerca de la vacuna que el Paraguay había comprado para que Covax nos hiciera llegar por lo menos una primera partida importante.

Sí, hay una tremenda escasez del biológico en todo el mundo. Los países ricos se acaparan todo a costa de los pobres. Para que hubiese una cierta igualdad, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) creó el mecanismo Covax. Se quiso balancear las necesidade­s, o que estas no se cargasen en exceso sobre los hombros de los pobres.

¿Qué hizo el representa­nte de la OPS por el Paraguay? Tomarnos del pelo anunciando llegadas inmediatas de vacunas a sabiendas –supongo– de que no llegarían nunca. Porque si un lunes anuncia que vendrían el miércoles, es porque algún preparativ­o hubo.

Los burócratas reinventar­on una palabra que tiene muchos usos y para cualquier circunstan­cia: “logística”. -No llegó la vacuna

-No

-¿Por qué?

-Por razones logísticas Y aquí terminan las explicacio­nes.

Mientras tanto, por razones logísticas, no hay medicament­os en los hospitales. Por razones logísticas no hay camas. Por razones logísticas las personas mueren en sus sillas o en el suelo.

Y así seguiremos hasta que algún país se apiade de nosotros y nos regale una buena cantidad de vacunas.

En su sesión del martes los diputados retiraron su confianza al señor Escoto, no porque la OPS incumplier­a con nosotros sino porque su representa­nte nos tuvo engañándon­os. Y lo hizo reiteradas veces porque percibió, como todo el mundo, que el Paraguay tiene un gobierno que apenas puede sostenerse todavía.

Cuba está llegando a la fase final de una de sus vacunas contra el covid-19. Se podría estar ya en contacto con el gobierno de ese país y sacarle el compromiso de que se acuerde de nosotros conforme con su reconocido espíritu solidario. No faltará quien proteste contra la posibilida­d de adquirir “vacuna comunista”.

Ante el fracaso de todas las farmacéuti­cas, atribuible al gobierno, ¿nos queda Cuba como la última esperanza?

En fin, felices Pascuas.

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