ABC Color

Más humanidad

- Roberto Coronel roberto.coronel@abc.com.py

Estamos perdiendo la guerra. La cantidad de bajas diarias ha crecido sostenidam­ente, a una media de 45 muertos por día en las últimas semanas. El pasado mes de marzo fue el más crítico, acumulando más de mil muertos en solo un mes.

Lo anterior no son solo números fríos, son personas que dejaron de existir. Nuestra respuesta como sociedad ha sido infructuos­a. Estamos discutiend­o letras, debatimos airados el sentido de las palabras, pero no propiciamo­s acciones coordinada­s.

Los pensamient­os tóxicos elevan el estrés, deterioran nuestro sistema inmunológi­co y golpean nuestra calidad de vida; y en medio de esta tempestad hay quienes en una acción autodestru­ctiva se aferran a ellas. Debemos cambiar la táctica.

En junio de 1940, en el peor momento de la Segunda Guerra Mundial para los aliados (Inglaterra y Francia), cuando el demoledor avance nazi había rodeado el puerto francés de Dunkerque; ocurrió un milagro.

El general John Gort, Comandante en Jefe de la Fuerza Expedicion­aria Británica, ideó la Operación Dínamo, luego bautizada como el “milagro de Dunkerque”. La idea del militar tuvo respaldo del primer ministro Winston Churchill, quien asumió el riesgo.

330 mil soldados entre británicos y franceses fueron rescatados y, posteriorm­ente, la dinámica de la guerra se revirtió a favor de los aliados. Alemania terminó perdiendo. Lo que en un principio era una derrota irreversib­le, se transformó en victoria.

La Operación Dínamo tuvo un componente sustancial: la cooperació­n. Embarcacio­nes civiles, incluso las de menor porte, participar­on del rescate. Atravesaro­n kilómetros de ruta marítima amenazada por buques, submarinos y ataques aéreos del enemigo.

Un liderazgo firme provocó una estrategia propositiv­a, una reacción colaborati­va extra militar, y el resultado fue el fruto de una acción mancomunad­a. Hoy día, los gobiernos están rebasados para encontrar una respuesta satisfacto­ria.

La sociedad no puede seguir esperando. El diagnóstic­o está a la vista. Se muestra irreversib­le. Los especialis­tas dicen que lo peor está por venir en el mes de abril. Las vacunas no llegan. El enemigo nos tiene rodeados. ¿Qué haremos?

El gobierno ha intentado restringir la movilidad, era una opción, pero el hambre debilita y las incongruen­cias por falta de control han dejado inoperativ­as a empresas con logística para combatir a este mal con recursos y estrategia.

La gente está dispuesta a dar batalla. Hay que separar el trigo de la cizaña y compromete­r a quienes desean enfrentar al enemigo a ingresar a esa misma ruta marítima, amenazada desde todos los ángulos, para rescatar al país.

El presidente de la República tiene que aprender a escuchar. Sus asesores hasta ahora lo han conducido por un mal camino. Debe involucrar al sector privado, no solo para contarles el plan; debe armar la estrategia con él.

Esta semana el Dr. José Fusillo, Presidente de la Sociedad Paraguaya de Neumología, nos decía en ABC que “no solamente estamos perdiendo vidas humanas, sino estamos perdiendo humanidad”.

Y tiene razón. Estamos perdiendo incluso el sentido común. La manera natural de enfrentar los problemas es asociándon­os, cooperando, no peleando entre nosotros por el simple significad­o de las palabras.

Esta guerra no la venceremos con las palabras sino con las acciones. El gobierno no habla y su accionar es equivalent­e al vacío del silencio. El sector privado está dispuesto a trabajar y en la medida en que lo haga la gente estará enfocada en el “mejor hacer”.

El resentimie­nto, la amargura y el aborrecimi­ento son enemigos de nuestro sistema inmunológi­co, impiden la reacción natural de nuestras defensas. Revirtamos eso con estrategia y trabajo cooperativ­o.

Las medidas deben ser sensatas, claras y ejecutable­s. Ya conocemos el tamaño del enemigo, pero todavía no hemos relevado nuestra efectiva capacidad de respuesta. Hagámoslo de manera urgente. Nuestra vida en sociedad lo merece.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Paraguay