La técnica de la improvisación
Es evidente que una restricción para circular en horas de la noche no frena los contagios del covid-19. Aun así, el gobierno con sus medidas, sigue golpeando la economía de los trabajadores independientes. Nada más por un minuto, pongámonos en el lugar del lomitero a quien desde hace más de un año sus ventas se le redujeron drásticamente. Por si fuera poco, ahora y una vez más, el presidente Mario Abdo le niega una garantía constitucional: El derecho al trabajo.
La medida aplicada desde la semana pasada es un hacer por hacer. Una total improvisación. Incluso, dos decretos que regirían de manera consecutiva fueron emitidos al mismo tiempo. El N° 5.160 que restringe la circulación de 20:00 a 05:00 horas y el Nº 5.161 en el cual se vuelve a flexibilizar la circulación no esencial hasta las 00:00. El hecho de emitir decretos a futuro, sin siquiera realizar un análisis de la situación epidemiológica, deja en evidencia la falta de estrategia y la poca lectura de la situación actual.
Lo peor de todo es que no se animan a tomar medidas que de verdad sean efectivas como, por ejemplo, poner fin a las reguladas del transporte público, donde a diario miles de compatriotas viajan hacinados. Antes que sancionar a los amigos transportistas prefieren sacar vehículos militares para simular paliar la falta de buses. Y es que según el gobierno, los contagios no se dan en los colectivos cerrados que viajan atiborrados de gente, sino en las mesas de los lomiteros que están en las veredas y al aire libre.
Otro ejemplo de improvisación es el sistema de vacunación. Varios adultos mayores tuvieron que movilizarse en buses y otros pagarse un taxi para ir hasta otra ciudad y así aplicarse la vacuna. Es que a pesar de haber completado los ítems en la web, fueron mal agendados.
Estas personas de la tercera edad, que hace más de un año viven aisladas, hoy tienen que acudir hasta los hospitales, donde hay mayor circulación del virus ¿No sería mejor adaptar lugares abiertos y con mayor ventilación? Bien podrían las escuelas ser puntos de inmunización. Fue Héctor Castro, director del PAI, quién dijo que nuestros abuelos merecen respeto, sin embargo, indicó que es responsabilidad de la ciudadanía mantener el orden en los vacunatorios. ¿De que orden nos habla, cuando el propio Ministerio de Salud los agenda a kilómetros de su vivienda? Mientras, otros acomodados y con influencias políticas reciben la dosis en su propia casa.
Hace rato que Abdo, licenciado en markenting, dejó de decir “caiga quien caiga”. Hasta ahora nadie ha caído, al menos nadie de su entorno. La que sí cayó fue la economía de los pobres trabajadores que no dependen del estado. Esta noche, otra vez, el lomitero tendrá que llegar a su casa con casi nada de dinero en el bolsillo, con cuentas que pagar e hijos que alimentar y vestir. Mañana, Mario Abdo seguirá improvisando. Hace años que improvisa, hace mucho que no se informa, hace tanto que sólo lee la Biblia.