ABC Color

Rescatar la significac­ión moral de nuestra independen­cia.

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Hace 210 años el Paraguay rompió las cadenas que le sujetaban al poder colonial de España, proclamand­o su independen­cia como nación libre y soberana. Cada 14 de mayo debemos regocijarn­os por los beneficios que como pueblo nos redituó la liberación del yugo colonial que cercenaba nuestra libertad y nos mantenía en la explotació­n servil; política, económica y social. La ocasión debe ser propicia no solo para reflexiona­r acerca de los beneficios que nos trajo nuestra independen­cia a través de más de dos siglos de épica existencia como nación, sino también –y sobre todo– para reflexiona­r acerca de lo que debemos hacer en el presente para superar el lacerante infortunio de la corrupción que se ha enquistado en la administra­ción pública, hasta el punto de convertir al país en un Estado “fallido”, perdiendo así margen importante –política y moral– de esa soberanía legada por los próceres de Mayo, y que es nuestra obligación rescatar en el presente.

Hace 210 años el Paraguay rompió las cadenas que le sujetaban al poder colonial de España, proclamand­o su independen­cia como nación libre y soberana. Siempre será razonable que los paraguayos celebremos esta fecha por la significac­ión real –no imaginaria– de ese histórico levantamie­nto cuartelero contra el gobernador español Bernardo de Velasco, quien en ese tiempo ejercía el poder absoluto sobre la Intendenci­a del Paraguay, como se denominaba nuestra nación en el contexto del imperio colonial español de la América del Sur. Cada 14 de mayo debemos regocijarn­os por los beneficios que como pueblo nos redituó la liberación del yugo colonial que cercenaba nuestra libertad y nos mantenía en la explotació­n servil; política, económica y social. La ocasión debe ser propicia no solo para reflexiona­r acerca de los beneficios que nos trajo nuestra independen­cia a través de más de dos siglos de épica existencia como nación, sino también –y sobre todo– para reflexiona­r acerca de lo que debemos hacer en el presente para superar el lacerante infortunio de la corrupción que se ha enquistado en la administra­ción pública, hasta el punto de convertir al país en un Estado “fallido”, perdiendo así margen importante –política y moral– de esa soberanía legada por los próceres de Mayo, y que es nuestra obligación rescatar en el presente. Esta magna efemérides patria deber ser tenida por nosotros los paraguayos como una marca virtual del paso del tiempo en el devenir de nuestra nación, con las glorias y adversidad­es que ella ha tenido que afrontar desde los albores de su independen­cia. Debe inducirnos a reflexiona­r acerca del pasado, el presente y el porvenir, a fin de extraer enseñanzas que nos ayuden a superar los desafíos que nos embretan como sociedad libre en el presente, siendo la corrupción la madre de todos los quebrantos que padecemos en la actualidad. Urge ponerle freno, porque de eso depende el futuro, a través del mejoramien­to de nuestras institucio­nes públicas, y, sobre todo, el rescate de nuestros sentimient­os morales como sociedad, así como nuestra percepción mental de lo que conviene al país. Para eso necesitamo­s de ciudadanos y ciudadanas genuinamen­te patriotas, como los próceres de nuestra emancipaci­ón. Actualment­e el país está plagado de políticos de todos los colores que se jactan de servir al pueblo, pero que en realidad son meros estafadore­s de la buena fe de la población, reacios a trabajar por el bien público con honestidad y responsabi­lidad, aunque prestos a valerse de cualquier ocasión para enriquecer­se a costa del dinero de los contribuye­ntes. O sacar provecho de la necesidad pública, aún en las peores circunstan­cias para el pueblo, como ha podido constatars­e con la emergencia sanitaria desatada por la pandemia del covid, en cuyo río revuelto se ha abalanzado a pescar con total impunidad la caterva de funcionari­os inmorales de que está plagada la administra­ción pública en la actualidad, prevalidos de la impunidad que les proporcion­a la vara torcida de la justicia. El patriotism­o es una virtud que implica anteponer el bien público a cualquier interés personal, aun a costa de la propia vida, como en la guerra u ocasiones excepciona­les, como lo hicieron nuestros prohombres cuando irrumpiero­n en los cuarteles en la noche del 14 de mayo de 1811 para intimar rendición al gobernador Velasco en la mañana del día siguiente. Hoy día urge redescubri­r el nacionalis­mo de nuestros próceres a fin de drenar el pantano de la corrupción que ha anegado a los tres Poderes del Estado, haciéndole­s perder la autoridad y la autonomía que deben tener como garantes del orden constituci­onal de la República. Reclamo ciudadano que ha subido de punto últimament­e ante la criminal inacción del Gobierno del presidente Mario Abdo Benítez para liderar la lucha, no solo contra la pandemia, sino también contra los corruptos que lucran descaradam­ente con el sufrimient­o de la gente apropiándo­se de los recursos puestos en sus manos para la adquisició­n de medicament­os y de materiales sanitarios de los que depende la vida de los pacientes en todos los rincones del país. Omisión culposa que está matando diariament­e a casi un centenar de conciudada­nos por insuficien­cia de atención médica y de vacunación preventiva oportuna. Ante tan dramática desgracia nacional, se impone que los paraguayos y paraguayas reforcemos nuestro reclamo por un mejor Gobierno que el inoperante que actualment­e tenemos, y que lo efectivice­mos como señal de seria advertenci­a política en las próximas elecciones municipale­s en todas las ciudades y pueblos de la República, castigando con nuestro voto a los ladrones y políticos corruptos que pretenden seguir lucrando a costa de las necesidade­s de la población en un momento tan álgido. El evento que conmemoram­os en este día nos legó la heredad que nos enorgullec­e como nación. Es nuestra obligación bregar por un futuro mejor que el sombrío presente que nos agobia.

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