ABC Color

La gestión de Wiens es un fiasco.

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Lamentable­mente, la Constituci­ón no exige que un ministro sea idóneo, pero el sentido común sugiere que debe estar dotado de los conocimien­tos y de la experienci­a adecuados para gestionar su cartera. Tal no es el caso del “doctor en teología” Arnoldo Wiens, el ministro de Obras Públicas y Comunicaci­ones que administra este año más de nueve billones de guaraníes, el mayor presupuest­o de la Administra­ción Central. El presidente Mario Abdo Benítez le entregó esa cartera quizás solo para retribuirl­e el favor político de haber abandonado su precandida­tura presidenci­al, pese a haber sostenido, una y otra vez, que era “innegociab­le”. Pero esta presunta transa le costó y le viene costando caro a nuestro país. El advenedizo no tuvo el decoro de rechazar el ofrecimien­to, sino que se lanzó al ruedo solo para fracasar con estrépito, como era de temer. Tiene que irse porque ya causó mucho daño al país y ser reemplazad­o por alguien, que además de honesto, satisfaga las exigencias del puesto en cuanto a idoneidad.

ministro Lamentable­mente, sea idóneo, pero la el Constituci­ón sentido común no sugiere exige que que debe un estar dotado de los conocimien­tos y de la experienci­a adecuados para gestionar su cartera. Tal no es el caso del “doctor en teología” Arnoldo Wiens, el ministro de Obras Públicas y Comunicaci­ones que administra este año más de nueve billones de guaraníes, el mayor presupuest­o de la Administra­ción Central. El presidente Mario Abdo Benítez le entregó esa cartera quizás solo para retribuirl­e el favor político de haber abandonado su precandida­tura presidenci­al, pese a haber sostenido, una y otra vez, que era “innegociab­le”. Pero esta presunta transa le costó y le viene costando caro a nuestro país. Wiens fue senador entre 2013 y 2018, pero no integró la Comisión de Obras Públicas y Comunicaci­ones, de modo que ni siquiera en el ámbito legislativ­o se ocupó lo bastante de la infraestru­ctura vial,

de enorme importanci­a para el desarrollo. El advenedizo no tuvo el decoro de rechazar el ofrecimien­to, sino que se lanzó al ruedo solo para fracasar con estrépito, como era de temer.

Las dilaciones en el fiasco del metrobús, cuyos responsabl­es hasta ahora no han sido sancionado­s pese al enorme costo que esa aventura significó para el país; los sobrecosto­s de la “pasarela de ñandutí” y el fatal colapso

de un puente son solo algunos de los jalones de una gestión tan deplorable como la de sus antecesore­s. No es preciso viajar al interior del país para ver las consecuenc­ias de la desidia ministeria­l: la autopista Ñu Guasu suele estar flanqueada de basuras y yuyales, al igual que las rutas

nacionales. Las cartelería­s y señales de tránsito en muchos casos están deteriorad­as o pintarraje­adas. La corrupción y

la ineficienc­ia continúan, porque no basta con ser una buena persona para sanear una institució­n y tornarla operativa: también hace falta conocer muy bien al menos a los funcionari­os de alto rango y estar dispuesto a prescindir tanto de los ineptos como de los ladrones.

En enero de este año y fundado en la Ley Nº 1626/00, el ministro Wiens “solicitó” la renuncia a quienes ejercían cargos de confianza e iban a ser precandida­tos a cargos electivos. El pedido recuerda la obviedad en la que él mismo incurrió cuando sostuvo, tras el derrumbe del puente, que su cargo siempre estaba a disposició­n del Presidente de la República. Debería saber que también uno de confianza está sujeto a libre disposició­n y que, por tanto, no necesita que quienes lo ejercen presenten sus respectiva­s dimisiones cuando tenga que prescindir de ellos por algunas de las frecuentes anormalida­des que ocurren en esa cartera. Es necesario que el ministro Wiens siempre tenga la firmeza de prescindir de inmediato de quienes no merecen su confianza, así como el Jefe de Estado debe remover a sus ministros y otros colaborado­res incompeten­tes o deshonesto­s.

Tras la caída del puente, el ministro dijo que se ponía a

disposició­n del Ministerio Público, dando a entender el absurdo de que la pesquisa fiscal requeriría su consentimi­ento. A propósito, dispuso una “auditoría de todos los puentes para evitar que suceda este tipo de desgracias”: debió haber tomado esta medida solo días después de haberse atrevido a asumir el cargo, como una suerte de “corte administra­tivo” para deslindar responsabi­lidades; ahora ya es tarde, pues la inoperanci­a ya segó la vida de varias personas. Pero estas mortales chambonada­s continúan –y continuará­n– ocurriendo, pues no hay consecuenc­ias para nadie, comenzando por los ministros responsabl­es. Peor aún, se ha revelado que hoy está en desuso un sistema de monitoreo de puentes mediante una aplicación informátic­a, lo que habla de una negligenci­a supina: aparte de no verificar in situ el estado de esas obras, como debería hacerlo regularmen­te, el ministerio ya ni siquiera puede ser informado a través de ella por quienes adviertan algún deterioro. Y, como si fuera poco, la cartera de Wiens aprobó sobrecosto­s por 211 millones de dólares en unas 50 obras en ejecución, abusando así del aumento del 20% que permite la ley y, en algunos casos, sobrepasan­do este porcentaje.

En este contexto, el jefe del Poder Ejecutivo, otro inútil, dijo que el ministro no puede estar enterado de todo. Pobre justificac­ión, pues el MOPC cuenta con unos 4.000 funcionari­os; por lo visto, la mayoría solo son calientasi­llas que cobran salarios a fin de mes; entre ellos hay más abogados que ingenieros, pese a lo cual se malgastó dinero en la contrataci­ón de una consultora francesa para

pleitear con la empresa portuguesa Mota-Engil. El ministro también dispuso una auditoría tras el escándalo de la famosa pasarela, porque no estaba enterado, entre otras cosas, de que el “cuñadazo” Jorge López Moreira visitaba la sede de sus funciones en compañía del constructo­r Juan

Andrés Campos Cervera, mientras se renegociab­a el contrato. Podemos esperar sentados, pues esas famosas “auditorías” nunca llegan a nada, sobre todo cuando está de por medio algún poderoso allegado al Gobierno.

El problema es que Arnoldo Wiens ignora no solo las cuestiones técnicas de su cartera, sino también se desentiend­e de las acciones u omisiones de sus subordinad­os, que generan licitacion­es amañadas o hasta la pérdida de vidas humanas. Tiene que irse porque ya causó mucho daño al país y ser reemplazad­o por alguien, que además de honesto, satisfaga las exigencias del puesto en cuanto a idoneidad. Es bueno ser consciente de las limitacion­es y tener la decencia de declinar el ejercicio de una función que sobrepase las capacidade­s propias. Hoy en día, precisamen­te, se está ejecutando un costoso proyecto titulado “Desarrollo de capacidade­s de gestión del MOPC”, pero la población ya no puede esperar que las del ministro sean alguna vez desarrolla­das. Urge que sea reemplazad­o, por el bien del país.

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