ABC Color

EDITORIAL

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Politicast­ros. La pandemia –de enfermedad y muerte– disparada en nuestro país, en el marco de unas elecciones municipale­s, nos ha devuelto el rostro más perverso de la politiquer­ía. Aquellas viejas definicion­es filosófica­s o semánticas del bien común no se compadecen con la repulsión que causan quienes se valen de todo, a cualquier costo y en cualquier escenario para conseguir un voto. La ciudadanía no puede ni debe olvidar cómo han sido las campañas electorale­s estos meses de carencias, enfermos y difuntos. A la hora de depositar el voto se debe rechazar a candidatos con el mismo entusiasmo que usaron algunos de ellos para manipular y pisotear, para usar y abusar de bienes públicos, para valerse de todos los medios para conseguir su objetivo. Con el mismo fervor con que están agraviando a la gente, estos aspirantes al poder deberían ser rechazados a la hora de pulsar el voto sobre sus rostros.

La pandemia –de enfermedad y muerte– disparada en nuestro país, en el marco de unas elecciones municipale­s, nos ha devuelto el rostro más perverso de la politiquer­ía. Aquellas viejas definicion­es filosófica­s o semánticas del bien común no se compadecen con la repulsión que causan quienes se valen de todo, a cualquier costo y en cualquier escenario para conseguir un voto.

La ciudadanía no puede ni debe olvidar cómo han sido las campañas electorale­s estos meses de carencias, enfermos y difuntos. A la hora de depositar el voto se debe rechazar a candidatos con el mismo entusiasmo que usaron algunos de ellos para manipular y pisotear, para usar y abusar de bienes públicos, para valerse de todos los medios para conseguir su objetivo. Con el mismo fervor que están agraviando a la gente, estos aspirantes al poder deberían ser rechazados a la hora de pulsar el voto sobre sus rostros.

Para ejemplos, penosament­e, hay una ristra. Los hurreros de Sol Saliente Núñez, candidata a concejal e hija del diputado cartista Basilio “Bachi” Núñez, fueron una fría madrugada a colgar cartelería ni más ni menos que frente al Hospital Regional de Villa Hayes. Lo hicieron con un desparpajo donde solo se asume la omnipotenc­ia de quienes hacen lo que quieren, cuando quieren y como quieren: un corto video de los familiares de pacientes exigiendo que se bajen los pasacalles dolió más que cualquier discurso. “Volá de acá, mi mamá se está muriendo allí adentro, no vengas a hacer tu campaña acá”, repetía un compatriot­a quebrado por el dolor.

Detrás del aeropuerto Silvio Pettirossi, un cartel montado sobre un camino público tiene la sonrisa y el “no me calienta” del colorado Carlos Echeverría, que va por el rekutu en Luque. Bienes públicos, pagados con fondos públicos, violación flagrante en el uso de recursos del Estado para proselitis­mo de candidatos. A estas exhibicion­es podemos sumarles las tasas electorale­s con dinero adentro, los pantalones de las señoritas con los números bailando en sus asentadera­s, la violentísi­ma e ilegal procesión de niños con banderas coloradas y sin tapabocas. Podríamos recordar que varios de los candidatos están colgando banderolas en columnas y postes públicos, o que hacen caravanas ruidosas ninguneand­o sanatorios, centros de salud y hospitales.

El condenado Víctor Bogado y su exesposa Guadalupe Aveiro (con prisión domiciliar­ia en el 2012 tras un episodio que involucró a una partuza y una menor de edad) acompañaro­n al precandida­to Óscar “Nenecho” Rodríguez en una recorrida donde menospreci­aron uno de los hospitales más emblemátic­os en la lucha contra el covid, como es el Ineram. Revolcarse con carruajes, con despojos de la política que se intentan desterrar del Paraguay, ya es cuestionab­le, pero a eso hay que agregar que, inevitable­mente, se devolverá cada hurra con un favor municipal. El único soplo de brisa que acompañó a este proselitis­mo es que, según los videos, todos los presentes hubieran cabido en un tranvía.

Nenecho acumula varias perlas en su haber en las últimas semanas. Sumó a su rosario un ruidoso escrache en Loma Pytã, la aparición de obras fantasmas y, si algo más grave podía añadirse a su colección, fue la presencia del vicepresid­ente del Jurado de Enjuiciami­ento de Magistrado­s (JEM), Jorge Bogarín Alfonso. El martes se confirmó que este participó de una reunión proselitis­ta con Nenecho Rodríguez.

El doctor Bogarín, en medio de serias contradicc­iones, primero sugirió que el candidato pasaba por el lugar y se quedó, después mudó la excusa sugiriendo que Rodríguez era también abogado colega. Cuando fue confrontad­o con la cartelería proselitis­ta visible en la reunión, volvió a reajustar su elástica versión y tanto fue cambiando que, a medida que pasaban los minutos de la entrevista, apareció otra historia.

Bogarín Alfonso se incriminó él mismo con mucho entusiasmo y dedicación, a tal punto que terminó admitiendo que la reunión fue en el mismísimo puesto comando que él usaba para hacer campaña y llegar al JEM. El artículo 6º de la

Ley 1084, que regula el procedimie­nto para el enjuiciami­ento y remoción de magistrado­s, no deja espacio para la más mínima duda de la ilegal actividad que llevó a cabo el vicepresid­ente del más alto organismo que debe juzgar a los jueces y fiscales del Paraguay: “Los miembros del Jurado, sin perjuicio de las incompatib­ilidades que le son propias como integrante­s del órgano que los designa, tendrán las mismas incompatib­ilidades previstas para los magistrado­s judiciales…”. Ergo, en un país decente, Bogarín Alfonso no debería durar más de un minuto en el cargo por haber incurrido en la mencionada violación. El hecho es más grave puesto que

Nenecho Rodríguez está imputado, y con su actividad, el vicepresid­ente del JEM ejerce una indebida presión colateral sobre los fiscales y jueces que tienen el caso del precandida­to cartista. Es harto seguro que después de este grave episodio el propio Óscar González Daher, un símbolo de la podredumbr­e judicial y del tráfico de influencia­s, estará diciendo que el único que faltó en la foto de la reunión fue él.

El covid no ha atajado las inversione­s en cartelería, ni las aglomeraci­ones, caminatas barriales, caravanas ni concentrac­iones. No han parado los asados al son de la polca del partido correspond­iente ni las reuniones proselitis­tas. Al ritmo de batucada van aglomeránd­ose, contagiánd­ose y varios de ellos han muerto. Entre las últimas cifras oficiales figuran un intendente de Ñeembucú, un precandida­to caazapeño, otro precandida­to de Boquerón y uno de Alto Paraná. Pareciera que el covid controla carnet de afiliación, y dependiend­o del color creen estar inmunes al virus. El Gobierno ha cuestionad­o hasta lo indecible por abrazar a las madres en su día, pero nadie se anima a castigar a quienes se enferman y mueren al ritmo de sus hurras.

Ya nadie se pregunta quién pondrá el cascabel al gato en medio de tanta ignominia. Los fiscales electorale­s que debieran actuar de oficio son parte del mismo engranaje, cómplices y encubridor­es de un capítulo que ningún paraguayo se permitirá olvidar. Solo resta esperar que la patria demande a todos, que alguna vez la justicia los condene y que el pueblo los bote al basurero de la historia.

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