Un barril sin fondo y sin rendición de cuentas
Previsiblemente, los recursos se han acabado. La caótica “política pública” llevada adelante a ciegas y a los tumbos desde el inicio de la pandemia, sin la debida priorización, sin focalización en los segmentos más vulnerables, sin metas específicas, sin evaluación de impacto y resultados, sin fuentes realistas y sostenibles de financiamiento y sin control transparente de la
gestión y los gastos se ha convertido, como no podía ser de otra manera, en un barril sin fondo del que nadie sabe cómo liberarse ni en qué va a terminar. A mitad del año, el Ministerio de Salud Pública dice haberse quedado sin fondos y con un déficit de 55 millones de dólares solamente con sanatorios privados para cubrir los convenios y leyes de “gasto cero” y afirma necesitar otros 20 millones de dólares por mes para ese fin. El Ministerio de Hacienda menciona que en total se requieren 400 millones de dólares adicionales para Salud y admite que no hay de dónde obtenerlos, por lo que propone limitar los grupos de beneficiarios. Y no faltan los de siempre que creen que el dinero cae del cielo (será porque a ellos sí) y que basta con exprimir todavía más a la ciudadanía en medio de la crisis que atraviesan amplios sectores de la sociedad y de la actividad económica. En una reunión en el Congreso entre autoridades nacionales y la “Comisión especial de control y acompañamiento para la aplicación de la ley de gastos durante la hospitalización por covid” se lanzaron los grandes números, se hicieron multimillonarias peticiones presupuestarias, se habló de aumentar los impuestos, se formó –cuándo no– una comisión para analizar la situación, pero lejos se estuvo de despejar las legítimas dudas de la población, que es la que paga la cuenta. La directora de Administración y Finanzas del Ministerio de Salud, Rita Villalba, dijo que por el convenio firmado con sanatorios privados para internar a pacientes con covid-19 sin lugar en el sistema público se tiene un presupuesto de G. 96.800 millones y se llevan comprometidos G. 318.500 millones, de los cuales G. 275.000 millones son por 1.114 internados en terapia intensiva y G. 43.500 millones por 870 internados en salas comunes, lo que arroja un déficit de G. 221.700 millones. Además de eso, por las leyes 6725 y 6742 de “gasto cero” que extiende la internación en centros médicos privados a cuenta del Estado tienen un presupuesto de G. 198.000 millones y un gasto hasta la fecha de G. 351.000 millones (déficit de G. 153.000 millones), de los cuales
G. 281.000 millones son por 1.141 pacientes en terapia intensiva y G. 69.000 millones por 1.397 pacientes en salas comunes. Por un lado tienen que aclarar por qué se comprometen fondos al margen del presupuesto, algo que está expresamente vedado en la administración pública. Pero, más allá de eso, los números entregados presentan importantes interrogantes. Por ejemplo, si sanatorios privados facturaron en total, entre el convenio y las leyes, G. 556.000 millones por 2.225 pacientes en terapia intensiva, el promedio es de 250 millones de guaraníes por cada paciente, ¿quién garantiza a la ciudadanía y a los contribuyentes que eso esté correcto? Asimismo, si por 2.267 pacientes en salas comunes se facturaron G. 112.000 millones, son 50 millones de guaraníes por paciente. A cualquier persona común estas cifras le resultarán, cuando menos, llamativas. El país ha hecho un esfuerzo fiscal sin precedentes, el déficit público se triplicó y el endeudamiento pasó del 20% a más del 35% del PIB en solo un año, la gente se pregunta con toda razón dónde está la plata, cómo es posible que se hayan esfumado miles de millones de dólares y todo siga poco menos que igual, ni siquiera se han traído ni pagado las vacunas que se necesitan para inmunizar a toda la población ni se ha logrado un sistema de testeos verdaderamente masivos que permita identificar oportunamente a los portadores del virus para controlar la propagación. Por lo tanto, antes de hablar de subir impuestos y antes de pedir otros 20 millones de dólares por mes y 400 millones de dólares para completar el presupuesto del año del MSP, lo mínimo que se espera es una completa y pormenorizada rendición de cuentas, así como un esquema concreto de recorte de gastos y un plan creíble con metas evaluables de cómo se usarán los recursos y qué se pretende conseguir. Deben informar cuánto facturó cada sanatorio y en qué concepto, con el detalle de cada medicamento administrado, cada insumo utilizado y su precio. La gente tiene derecho a saber en qué se gastó y en qué se gastará cada centavo.