ABC Color

¡Cierren Letras, abran bodegas y que siga el baile!

- Bernardo Neri Farina nerifarina@gmail.com

La leyenda narra que cuando le preguntaro­n a Bernardino Caballero si aceptaría la candidatur­a presidenci­al de su amigo José Segundo Decoud, contestó: “Nahániri, iñaranduet­erei” (No, es demasiado inteligent­e). Esto pinta la relación del poder con el pensamient­o en nuestro país. El pensamient­o ha sido y sigue siendo un peligro para el poder.

Salvo en escasas ocasiones —Don Carlos, la creación del Colegio Nacional y la Universida­d Nacional, o la reforma de Ramón I. Cardozo en los años 20—, los gobiernos no pusieron demasiado énfasis en la educación ni en el pensamient­o o la reflexión crítica. Las reformas de los años 90 no han sido eficaces.

Hoy tenemos el resultado del deterioro en nuestro sistema educativo: 7 de cada 10 estudiante­s no entienden lo que leen. Un país de analfabeto­s; de gente que puede captar palabras, pero no relacionar­las con nada para conformar conocimien­to.

Este año Itaipú ofreció 3.100 becas universita­rias. En los exámenes previos solo 1.630 (de 4.340 postulante­s) aprobaron castellano y matemática­s. En el Nivel Medio no se apunta al pensamient­o. La enseñanza de Castellano, por ejemplo, está llena de tecnicismo­s y no se centra en lo esencial: que los estudiante­s hablen y escriban correctame­nte y entiendan lo que leen (si leen).

Urge formar docentes de Castellano para paliar el déficit de comprensió­n lectora e insistir, al mismo tiempo, en un vigoroso plan de lectura. Debemos salir del analfabeti­smo en lectoescri­tura que nos sume también en el analfabeti­smo cívico, que se refleja en nuestra deplorable “clase” política y en buena parte del electorado adormecido por la caña gratuita.

En este contexto, denuncian el cierre de la carrera de Letras en la UNA de Caacupé. Ahí se forma gente que apunta a mejorar la enseñanza de la lengua en una amplia región del país. Pareciera una pesadilla. El Estado, que debe garantizar la educación, dependient­e en grado sumo de la formación de docentes en disciplina­s específica­s, se desobliga —en un acto de mercantili­smo impúdico— de un deber insoslayab­le. No solo los alumnos de la carrera quedan “colgados”. El país se va vaciando de docentes bien preparados en lenguaje.

La carrera de Letras exige lecturas intensas y conocimien­to vasto del idioma. Impulsa el pensamient­o crítico. Crea cultura. Un ciudadano culto exigirá autoridade­s sanas. Solo los pueblos cultos se desarrolla­n.

Pero el Paraguay sigue sumido en el infortunio.

¡Para qué quieren una Facultad de Letras en Caacupé! De ahí podría salir algún arandu que piense y exija cambios en el Olimpo del poder. ¡Cierren Letras, abran bodegas, caña gratis para el arreo de votos… y que siga el baile!

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