Druma: "Una continua renovación de desafíos"
De la unión de fuerzas en pos de aprender y hacer aprender, nutrirse y ver crecer a una escena de bateristas y percusionistas es como nace Druma, de la mano de los músicos y docentes Diego Riveros y Gonzalo Resquín. Este espacio que impulsa la creatividad cumplió 8 años este junio y ellos lo celebran con la gratitud de ver desarrollar sus habilidades a chicos y grandes.
“Veíamos la necesidad de que exista un espacio exclusivo para enseñar batería y percusión”, manifestó Gonzalo Resquín, quien al igual que Diego Riveros, en 2013 acababa de llegar de formarse en el exterior. El primero se recibió del curso de batería y MPB/Jazz en el Conservatorio de Tatuí, San Pablo, y el segundo estudió en la Escuela de Música Fermatta en México y luego en la London Music School, de Inglaterra.
Si bien se formaron en lugares distintos, ambos tenían “un perfil muy similar”, afirmó Resquín, quien confirmó que la mejor idea “en vez de competir” fue “unir fuerzas para hacer algo más grande y de paso compartir con la gente” lo que aprendieron. Así nace Druma, la academia ubicada en pleno barrio Recoleta, de la que forma parte también como
docente el baterista Arturo Martínez. Actualmente, además de la sala de estudios, ya cuentan con salas tanto como de reuniones, ensayos y grabación.
“Entendimos en aquel momento que era una suerte de “déficit” el hecho de que no había una academia que se encargue de la enseñanza de la batería, y no solo eso sino que ofrezca asesoría, porque Druma aparte de una academia es como un centro donde, quiero creer, se forjaron varios proyectos musicales que hasta ahora siguen vigentes. Es decir, o nacieron ahí, o ya existían y se consolidaron ahí”, observó por su parte Riveros, quien toca con Deliverans, Aviadores del Chako, Partes Iguales, Iván Zavala y Súper Turbo Diesel.
Un método para cada uno
“Nuestra visión desde un principio fue abordar el instrumento desde la manera más seria posible, porque estás transmitiendo un conocimiento, pero no por eso hay que dejar de lado la didáctica ni la diversión especialmente para con los más chicos”, puntualizó Diego, para quien lo lúdico dentro del aprendizaje es algo esencial.
El músico afirmó que la batería es instrumento complejo, por lo que tienen en cuenta que cada alumno es un universo, por ende “hay que apuntalar las debilidades y pulir las virtudes” según cada caso. “Me encanta porque no resulta para nada rutinario, es una continua renovación de desafíos. Cada abordaje de la clase, por más que tu metodología tenga un cierto hilo conductor, tenés que customizar en base a cada alumno”, recalcó.
Eso es algo que caracteriza a Druma, reafirmó Gonzalo. Recordó de sus propias experiencias que aprendió de forma autodidacta, y fue formándose también con diferentes personas como Toti Morel y Oswal González. “Cada alumno busca cosas distintas también, por lo que hay que tener esa paciencia e ir observándolos”, añadió, además de contar que él empezó a enseñar unos meses previos a la apertura de Druma, además de dedicar su tiempo a proyectos como LaNuestra, Pedro Martínez Trío y La Secreta.