Matrimonio: más diálogo y respeto
Los fariseos se acercaron a Jesús con una pregunta para ponerlo a prueba. Parece que hablar de matrimonio es hablar de “pruebas“, no solo en cuanto a separación, pero principalmente, en cuanto a unión, pues hay que hacer muchos esfuerzos para llegar a ser “una sola carne”.
A igual que hoy, los fariseos manejaban sutilezas legales, y hasta psicológicas, sin embargo el Maestro los desenmascara de modo tajante: la traba es la dureza del corazón.
Hno. Joemar Hohmann Franciscano Capuchino
Dureza de corazón, egoísmo y relajación moral inducen a elaborar fórmulas para querer ponerse como inocente y echar, eternamente, la culpa en el otro.
Jesús indica la parte central del asunto: el plan de Dios. Desde el principio Dios los hizo varón y mujer, ellos dejarán padre y madre y los dos serán una sola carne. “Una sola carne” evidentemente, no se refiere exclusivamente a la dimensión sexual, pero abarca a todos los aspectos de la vida.
OJO: El proyecto del Creador debe ser respetado, pues es anterior y superior a toda y cualquier legislación humana.
Hemos de buscar, y crear condiciones,
para que todo matrimonio sea una sola carne, una sola alma, un solo bolsillo, una sola educación de los hijos y un solo propósito familiar.
La primera causa de ruptura de los matrimonios es la falta de diálogo. El diálogo ha de ser sincero, transparente y cosa de todos los días. Un cuidado muy necesario es con la comunicación no verbal: los gestos y expresiones que uno realiza dicen mucho, tanto de cariño, como de ofensa.
La infidelidad es una plaga que destruye miles de uniones. Especialmente los varones son inclinados a esto, sin embargo, infelizmente, crece el número de mujeres que
rompen su matrimonio por la misma razón.
Asimismo, algo que llama la atención es cómo algunas mujeres, hoy por hoy, tientan y se ofrecen a hombres casados, y con plena conciencia de que son comprometidos.
Para que el matrimonio sea duradero es inevitable algunas renuncias personales, pues sabemos: “Casarse es fácil, difícil es dejar de ser soltero”.
Seguramente, el punto capital para mantener una unión feliz es la espiritualidad. El cultivo conyugal de la oración, de una tierna amistad con Jesucristo, de la frecuencia a los sacramentos y de la apertura a la gracia de Dios lleva a perdonar los insultos e incomprensiones.
Para mantener un matrimonio placentero y motivante no se puede permitir que el teléfono celular y la televisión lleven la mejor parte del tiempo, pues es necesario conversar más y respetar las opiniones del otro.
Paz y Bien.