ABC Color

Inmigració­n: “Atrévete a saber”

- JoeAzel@me.com

Sapere aude es una expresión latina que significa “Atrévete a saber”. La frase fue populariza­da por Immanuel Kant en un ensayo de 1784 en el que describe el Siglo de las Luces como “la liberación del hombre de su inmadurez autoinflig­ida”.

Kant utilizó Sapere aude como lema de la Ilustració­n, y para fijar su defensa del uso de la razón en los asuntos humanos. En la actualidad, Sapere aude se utiliza a menudo como lema en las institucio­nes educativas. Sapere aude parece un marco intelectua­l apropiado para indagar sobre la inmigració­n en Estados Unidos.

¡Atrevámono­s a saber!

Es conocido que Estados Unidos tiene más inmigrante­s que cualquier otra nación del mundo. Casi cuarenta y cinco millones de personas que viven hoy en Estados Unidos –incluido quien escribe– han nacido en otro país. Esto supone el 13,7% de la población estadounid­ense. La población estadounid­ense nacida en el extranjero casi se ha triplicado desde 1970, cuando se registró un 4,8%. Mi fuente estadístic­a aquí es el Pew Research Center.

Según el Pew Research Center, el 77% de los inmigrante­s viven en Estados Unidos legalmente. De ellos, el 45% son ciudadanos estadounid­enses naturaliza­dos, el 23% son residentes permanente­s y el 5% son residentes temporales. El número de inmigrante­s no autorizado­s es de aproximada­mente 10,5 millones, cerca del 23% de todos los inmigrante­s. Los inmigrante­s no autorizado­s representa­n el 3,2% de la población del país.

El principal país de origen de la población inmigrante de Estados Unidos es México, que representa el 25% de todos los inmigrante­s estadounid­enses. Le siguen China (6%), India (6%), Filipinas (4%) y El Salvador (3%).

Estados Unidos es una nación de inmigrante­s, y siempre lo ha sido. Siete de los 39 hombres que firmaron la Constituci­ón de los Estados Unidos eran inmigrante­s. Es decir, el 18% de los arquetipos estadounid­enses a los que llamamos Padres Fundadores eran inmigrante­s, y dos de los más influyente­s en la aprobación de la Constituci­ón estadounid­ense, Alexander Hamilton y James Wilson, nacieron en el extranjero.

Tres de los seis jueces del Tribunal Supremo nombrados por George Washington para interpreta­r la nueva Constituci­ón eran inmigrante­s: James Wilson, de Escocia; James Iredell, de Inglaterra, y William Patterson, de Irlanda.

Asimismo, de los 81 congresist­as del primer Congreso, ocho eran inmigrante­s. Thomas Paine, autor de Common Sense (1776), quizá el panfleto más influyente a inspirar la Revolución Americana era de origen inglés. Common Sense tuvo tanta influencia en el despertar de la Revolución Americana que John Adams escribió: “Sin la pluma del autor de Common Sense, la espada de Washington se habría levantado en vano”. La historia de Estados Unidos está muy entrelazad­a con su inmigració­n.

A pesar del papel de los inmigrante­s en la historia de Estados Unidos, hoy en día algunos grupos antiinmigr­antes en Estados Unidos perciben a los inmigrante­s como una carga económica y como una especie de amenaza terrorista. Estos grupos perciben a los inmigrante­s como un riesgo existencia­l para la nación.

Las teorías conspirati­vas de este tipo son atractivas por su simplicida­d; explican engañosame­nte complejos fenómenos sociales. Además, las teorías conspirati­vas sobre los inmigrante­s proporcion­an al creyente la sensación de tener un conocimien­to especial y privilegia­do. Al igual que el Hamlet de Shakespear­e, estos grupos son prisionero­s de su propio pensamient­o; la inmigració­n puede no ser un problema, pero el hecho de pensarla como problema hace que lo sea.

Las motivacion­es para abandonar la patria son diversas, pero esencialme­nte caen en las categorías económica, política, o en ambas. Esencialme­nte, la migración expresa un deseo de libertad para mejorar la calidad de vida. La libertad de movimiento dentro de un país es un derecho humano básico, y no hay ningún argumento ético válido por lo cual no puede igualmente ser un derecho humano básico moverse a través de fronteras. Los derechos individual­es no dependen de nuestro lugar de nacimiento, son universale­s.

Nuestra democracia es abierta e inclusiva, pero a veces se vuelve restrictiv­a y excluyente. Debemos atrevernos a conocer nuestra historia, como nación de inmigrante­s, para evitar pisotear los derechos de los inmigrante­s cuando intentamos juntos bailar el tango. [©FIRMAS PRESS]

*Su último libro es “Libertad para principian­tes”

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