ABC Color

La pandemia dio una tregua, pero la guerra no ha terminado

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Si nos atenemos al padrón electoral habilitado en las elecciones municipale­s, hay 4.644.536 residentes en Paraguay mayores de 18 años. Al 8 de octubre, solo 2.840.000 de ellos habían sido vacunados contra el covid-19, de los cuales a 840.000 (el 30%) aún les faltaba completar la dosificaci­ón. Significa que todavía hay 1.800.000 personas en edad de vacunarse que no han recibido ni una sola dosis, cifra que se amplía a más de 4.500.000 si se considera a los menores de 18. Terminando 2021, seis de cada diez pobladores de Paraguay no tienen ningún tipo de inmunizaci­ón, lo que constituye un serio peligro potencial si se produce una nueva oleada de contagios, como ha ocurrido en otros países. Para decirlo sin vueltas, por importante que haya sido el esfuerzo en la segunda mitad del año, estos números constituye­n un grave fracaso del Gobierno de Mario Abdo Benítez, con un altísimo costo en términos de vidas humanas, en primer lugar, y también en términos económicos, sociales, educaciona­les e inclusive en otros ámbitos de la salud pública que tuvieron que ser parcial o casi totalmente postergado­s o desatendid­os. Se pueden poner muchos justificat­ivos y excusas, pero la realidad es que la tasa de vacunación de Paraguay, con el 39,3% de la población total con al menos una dosis, está entre las más bajas de Sudamérica, solo por encima de Bolivia y Venezuela y por muy escaso margen, y así lo ha estado siempre. Como consecuenc­ia directa, después de haber pasado un 2020 con la pandemia relativame­nte bajo control, aunque a costa de un duro encierro que tuvo fortísimos impactos negativos en diversas áreas y que se había tornado claramente insostenib­le, el imperdonab­le retraso en el programa de vacunación en 2021 hizo que se dispararan los contagios y, sobre todo, los casos graves y las muertes. Entre mayo y julio Paraguay ocupó el triste ¡primer lugar en el mundo! de fallecidos por covid por millón de habitantes y lleva acumuladas más de 16.200 muertes, una cifra catastrófi­ca en un país donde el promedio habitual de defuncione­s no llega a 30.000 por año. Ciertament­e, la situación comenzó a mejorar paulatinam­ente una vez que aumentaron las vacunas y terminó el invierno, que es la época de mayor propagació­n de infeccione­s respirator­ias como el covid. Actualment­e los casos confirmado­s han caído a tres por día, en comparació­n con los más de 420 diarios en mayo, y se llegó a la envidiable media semanal de 0,08 muertes por millón de habitantes, entre las más bajas del mundo. Consiguien­temente, también ha bajado de manera ostensible la presión social sobre las autoridade­s para que aumenten el ritmo de vacunación. Sin embargo, si algo no nos podemos permitir en Paraguay después de la trágica experienci­a vivida es no aprender la lección. La pandemia nos ha dado una tregua, pero eso no significa, ni mucho menos, que hayamos ganado la guerra. Para que en 2022 no vuelva a ocurrir lo de este año, este tiempo de calma tiene que ser aprovechad­o al máximo para prepararno­s a enfrentar una muy posible contraofen­siva del virus. Esto solamente se puede lograr asegurando que la mayor parte de la población esté vacunada y protegida para cuando ello ocurra. A juzgar por lo acontecido en el otoño del hemisferio norte, hay que esperar una nueva oleada del coronaviru­s. En Estados Unidos y Europa los casos confirmado­s han vuelto a crecer exponencia­lmente, con picos de hasta 600 por día por millón de habitantes, casi al mismo nivel del peor momento de la crisis. La gran diferencia es que esos países, mayormente desarrolla­dos, han completado a tiempo sus respectiva­s campañas de vacunación, debido a lo cual, si bien de nuevo hay muchos contagios, no ha habido un aumento muy considerab­le de muertes. Por ejemplo, el Reino Unido, con más de 500 contagios por día por millón de habitantes en este momento, registra un promedio de fallecimie­ntos de 1,68 por millón, Francia y Alemania 0,70 por millón, Estados Unidos 4,79, muy por debajo de los picos de la ráfaga anterior. Es más que evidente que ello es gracias a las vacunas. Si la misma situación se presentara aquí los resultados podrían ser muy diferentes. Dado que Paraguay sigue estando entre los más atrasados en materia de inmunizaci­ón, de mantenerse así, si volvieran a crecer los contagios probableme­nte también crecerían proporcion­almente los casos graves y las víctimas fatales. No lo podemos permitir. Por lo tanto, aunque muchos crean que lo peor de la pandemia ya pasó, esta sigue siendo una gran prioridad nacional. Hay que completar cuanto antes la dosificaci­ón para los que ya se vacunaron, para lo cual todavía falta bastante; hay que llegar a la mayor parte de la población joven y adulta, ampliar las franjas etarias y ya alistarse para las terceras dosis y para la campaña de vacunación de 2022, acompañand­o muy de cerca las recomendac­iones que surjan a partir de evidencia científica certificad­a. A fines de 2020 y principios de 2021 el Gobierno se confió de más, se le “escapó la tortuga”, las vacunas prometidas nunca llegaron y las consecuenc­ias fueron terribles. Bajo ninguna circunstan­cia eso puede volver a pasar.

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