ABC Color

Dueños de veredas

- fredy.flores@abc.com.py Fredy Rafael Flores

Un incidente registrado el martes pasado entre comerciant­es de Ciudad del Este por el uso de la calle y de la vereda reflotó la problemáti­ca de la usurpación de los espacios públicos. Un calvario de antaño para los peatones, sin visos de solución. La violenta reacción de la mujer -apodada, tras el altercado, como “doña vereda“- contra sus vecinos comerciant­es tiene como causante una distorsion­ada apreciació­n sobre los espacios públicos. Algunos frentistas consideran como parte de su propiedad las veredas y las calles que circunvala­n su local. En base a esta torcida idea, los comerciant­es se apoderan de las aceras donde colocan su mercancía o estructura del negocio y hasta construyen edificacio­nes. La Ley 3699/2010, Orgánica MuPermiso, nicipal, en su artículo 134, enumera los bienes del dominio público que están destinados al uso y goce de todos los pobladores. En la lista figura “las aceras y los accesorios de las vías de comunicaci­ón...”. Esta disposició­n legal es letra muerta en los municipios del área metropolit­ana de Ciudad del Este. Las Municipali­dades son las institucio­nes encargadas de vigilar el cumplimien­to de la normativa y sancionar a los usurpadore­s de espacios públicos. Sin embargo, generalmen­te se desentiend­en de la problemáti­ca y efectúan las intervenci­ones esporádica­mente. La recuperaci­ón de las aceras solo ocurre cuando los ocupantes son autoridade­s o si algún caso en particular se viraliza en las redes sociales como el altercado entre los comerciant­es. Mientras que la mayoría de los usurpadore­s se adueñan impunement­e de los espacios públicos sin ser intervenid­os por las autoridade­s municipale­s. La ocupación de las veredas incluso es auspiciada por la Municipali­dad. En Ciudad del Este sucesivas autoridade­s municipale­s autorizaro­n la instalació­n de casillas en las aceras del circuito comercial del microcentr­o. Los turistas extranjero­s al ingresar a la capital departamen­tal se encuentran con un aspecto urbanístic­o desorganiz­ado, sin espacio para caminar en las veredas, y se arriesgan a transitar por las calles en medio de los vehículos. Los municipios están obligados a acatar su propia ley orgánica y garantizar un tránsito seguro a los peatones por las aceras. La ciudadanía debe exigir a sus autoridade­s a organizar la ciudad sin menoscabar los derechos de nadie.

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