ABC Color

Ñacunday, pobre y olvidado

- patricia.alvarenga@abc.com.py

Alto Paraná es uno de los departamen­tos más beneficiad­os en cuanto a desarrollo de infraestru­ctura, sin embargo esto solo se centra en algunos municipios, especialme­nte en aquellos que tienen mayor caudal electoral. Ñacunday es un claro ejemplo. Ubicado a unos 70 kilómetros de la capital altoparane­nse, es uno de los más pobres, olvidados y postergado­s. Conocido anteriorme­nte como Puerto Paranambú, se convirtió en distrito bajo la denominaci­ón de Ñacunday en el año 1973 y desde entonces la ciudad no ha tenido cambios estructura­les importante­s, solo el aumento de su población a unos 8.000 habitantes, de los cuales poco más de 5.000 están habilitado­s para votar. La semana que pasó el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaci­ones (MOPC) inauguró un puente de 100 metros de extensión sobre el río Ñacunday, que forma parte del proyecto de Corredor de Exportació­n. Se trata de una ansiada construcci­ón con la que soñaban los pobladores desde hacía más de 40 años. Antes del puente, se utilizaba una precaria embarcació­n para cruzar el río de un lado a otro, más conocida como “la balsa de la muerte”, teniendo en cuenta que a lo largo de estos años fueron innúmeras las tragedias que se registraro­n por falta de una vía de comunicaci­ón adecuada. Uno de los casos más recordados hace referencia al accidente ocurrido en el 2013, cuando el vehículo de una familia cayó al agua desde la balsa; tres niños de 9, 3 y 2 años, además de una mujer, falleciero­n. Lastimosam­ente este triste episodio no fue suficiente para que el Gobierno central actúe de inmediato y se digne a velar por las necesidade­s de la comunidad. Tuvieron que pasar casi diez años, varios accidentes y más muertes. Pero eso no solo ocurre en el ámbito de infraestru­ctura, la ausencia del Estado paraguayo se extiende por ejemplo a lo que respecta a la salud pública; cada tanto se detectan niños en estado de desnutrici­ón y comunidade­s indígenas que pasan hambre porque no tienen qué comer. Si hablamos de educación podemos mencionar escuelas con obras paralizada­s, aulas improvisad­as y letrinas como baños. Las autoridade­s locales de los últimos años tampoco fueron las mejores, ya que se caracteriz­aron más por ser denunciada­s por hechos de corrupción que destacarse por su buen gobierno, como es el caso del exintenden­te Everaldo Devitte (Unace). Así sucesivame­nte Ñacunday fue cayendo en manos de políticos que no trabajaron por el bienestar de su gente, sumada a la ineptitud y “olvido” del Gobierno central, que por no ser un punto estratégic­o de captación de votos, sencillame­nte no lo ubica en el mapa del Paraguay. Felices con su reciente inauguraci­ón, los ñacundayen­ses tienen la esperanza de que no vuelvan a pasar otros 40 años para que se concrete algún otro proyecto de relevancia para el desarrollo de la comunidad. Esto es solo cuestión de voluntad política.

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Patricia Alvarenga

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