Aceiteras cierran peor año y esperan repunte parcial
El 2022 cierra como el peor año para la industria aceitera desde que las inversiones posibilitaron aumentar la producción a más de 4 millones de toneladas en 2013, tanto en nivel de procesamiento como en porcentaje de utilización de la capacidad instalada. Eso, según la evaluación de Cappro, que responsabiliza a la sequía y la ausencia de políticas de incentivo en el rubro.
Concluye el 2022 como el año más complicado para las aceiteras, que están con inactividad anticipada desde septiembre último por falta de materia prima que procesar debido a la sequía y, además, por la inexistencia de medidas oportunas para paliar la situación, según explicó Sandra Noguera, gerente de la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro), en rueda de prensa, ayer.
Contrapuso que, aunque se espera una mejor cosecha de soja en el 2023, si se cumplen las proyecciones actuales, desde Cappro no esperan una total recuperación en la industria, ya que las condiciones de competitividad continúan siendo desfavorables.
Dijo que el gremio lamenta que en Paraguay se desaprovecha más de un millón de toneladas de su capacidad para procesar oleaginosas, en promedio, aunque este año dicho valor se
duplicó por causa de la merma y será mayor, dos millones de toneladas.
“Si se cumplen los pronósticos iniciales para el campo, la producción de soja podría volver a niveles más cercanos al potencial, que es de alrededor de 10 millones de toneladas, pero esto no asegura una recuperación total para la industria aceitera, ya que las condiciones de competitividad no se han modificado con relación a los últimos años en los que
ya se veía una tendencia negativa a pesar de una buena cosecha nacional”, expresó.
Agregó que para consolidar la agroindustria y lograr el desarrollo integral de la cadena de valor es preciso que cuenten con mejores oportunidades para competir con las fábricas de otros países por la materia prima necesaria para aprovechar su potencial de producción.
Remarcó que Cappro propone un esquema de equiparación tributaria para la
industria aceitera con relación al resto de las industrias que exportan, un ajuste normativo para posibilitar la importación de materia prima bajo el régimen de admisión temporaria, con fines de industrialización, y una lucha frontal y sostenida contra el contrabando. Estimó que más de 4.200 toneladas de aceites y grasas que se venden en el mercado interno son de origen dudoso, que representan un negocio de US$ 151 millones al año.